MORENA en San Luis: el poder que no se usa

El Radar

Por Jesús Aguilar.

MORENA en San Luis Potosí vive un momento que cualquier partido político envidiaría: cuenta con la identificación y aprobación masiva hacia la presidenta Claudia Sheinbaum, mantiene intacto el arraigo con el expresidente Andrés Manuel López Obrador y se beneficia de una derrama económica sin precedentes gracias a los programas federales. Sin embargo, su fuerza real en el tablero político local parece estar guardada en un cajón.

La mayoría de sus representantes en el Congreso local y federal, están en bajísmo perfil y prácticamente nadie hace contrapeso, ni es consistente en ningún tema de discusión pública.

Sin embargo, en prácticamente cualquier plaza pública, gira presidencial o encuentro ciudadano, el efecto Sheinbaum-AMLO se siente. Hay aplausos, hay reconocimiento y hay confianza. Esa conexión natural no es fabricada; es fruto de años de trabajo, cercanía y un discurso que ha calado en amplios sectores de la población. A eso se suma el impacto tangible de los apoyos federales: pensiones, becas, proyectos productivos. Son miles de millones de pesos que fluyen cada año hacia el estado, beneficiando directamente a familias de todos los rincones potosinos. Además nadie los presiona, nadie les exije, nadie los condiciona y eso es el tesoro que aún no ha explotado.

MORENA en San Luis Potosí no ha logrado capitalizar ese capital político en algo más que eventos esporádicos y declaraciones aisladas. Debe haber una voz fuerte y constante que defienda, explique y proyecte esos logros. No hay un liderazgo de opinión visible que ponga en jaque a sus adversarios y que marque la agenda política local. 

El partido parece resignado a ser un eco, cuando tiene todo para ser un altavoz.

Además la voz debe estar aquí, en territorio, dentro de su alcance real. La semana pasada cerró con un trascendido publicado en el editorial político de El Universal que sentenció esto: 

“Nos dicen que quienes señalan que algunos de los actores políticos buscarán participar en las elecciones del 2027, harían bien en preguntar a quienes mencionan en sus análisis, si irán o no a las urnas. En el caso concreto de la secretaria de Gobernación Rosa Icela Rodríguez, a quien se le ha señalado como una aspirante a la candidatura del gobierno de San Luis Potosí, nos aseguran que a ella nunca le han consultado si tiene interés en competir, que aún faltan muchos meses para los comicios y que ahora no se está moviendo en el estado para busar la candidatura de Morena.”

En la visita de hace una semana de Luisa María Alcalde, la dirigente nacional de MORENA a San Luis al ser cuestionada dijo contundente: “Vamos a tener un espacio de diálogo con el Partido Verde, con el Partido del Trabajo y en ese momento vamos a definir la posibilidad de una coalición o si esa coalición no se construye, pues entonces cada quien con sus candidatos. Pero no es una decisión que hayamos tomado todavía”, apuntó.

En un estado con una dinámica política compleja, donde las fuerzas regionales y el poder estatal juegan con sus propias reglas, MORENA debería ser el contrapeso natural: un partido organizado, con voceros preparados, con una narrativa sólida y con presencia en cada municipio. No basta con esperar que la popularidad de Sheinbaum y el recuerdo de AMLO se traduzcan automáticamente en votos o influencia. El poder de convocatoria es un músculo: si no se ejercita, se atrofia.

La pregunta es si los liderazgos locales de MORENA están dispuestos a ocupar el lugar que la ciudadanía ya les tiene reservado. Porque el momento es ahora: con la aprobación presidencial en lo alto, con la maquinaria federal activa y con una oposición que busca fragmentar el escenario, la oportunidad de construir un liderazgo real no se repetirá muchas veces.

MORENA tiene en San Luis Potosí el poder, la simpatía y los recursos. Lo único que falta es decidirse a usarlos.

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