
Semáforo Rojo hace más aciago el adiós
Pensamos estar en el último momento, extender un poco más su presencia, recordarla con esa fotografía que perduró su sonrisa, no nos imaginamos que la despedida de nuestro ser más amado será con el tiempo contado, bajo la vigilancia y las reglas de un estricto protocolo. Los funerales en tiempos de pandemia son más tristes, coinciden los deudos de una mujer que no pudo tener su velorio como lo había pedido en un momento de lucidez.
Los mexicanos festejamos a la muerte, la rememoramos y la lloramos, por eso tal vez es más complicado asimilar un adiós tan frío y tan desolador; en este Semáforo Rojo ni pensar en un velorio que se acompañe de toda una noche de rezos, alabanzas, y anécdotas, apenas tres personas pueden ingresar a la sala de velación que albergó al cuerpo en solitario, que fue amado por toda una vida.
No hay plegarias para acompañar el difunto
Sin importar la cercanía, los familiares no pueden ingresar a la sala en ningún momento, las flores que le podrán llevar, serán contadas, un consuelo más de los vivos ha quedado sepultado: Ver en el ataúd las suficientes flores que den a ver lo querida que fue su madre, abuela, hermana, tía o vecina.
La promesa será que en la misa de cuerpo presente habrá oportunidad de por fin una breve despedida, ahí la familia podría reunirse, aunque sin abrazos y sin los sollozos compartidos.
En la creencia católica las misas de los difuntos llevan un sentido protocolo, en este Semáforo Rojo se le suma el del cubrebocas, en ningún momento se debe retirar; el acto de paz queda en una ya normalizada reverencia y un escueto intercambio de miradas que revelan la tristeza del momento.
Solo 15 personas podrán despedirlo en el panteón
Concluyó la misa, lo más cercano a un “funeral normal”, el tiempo para ver por última ocasión será contado, con la advertencia de que no podrán asistir al sepelio. Si gustan pueden ir en caravana, es la propuesta.
Apenas 15 personas pueden ingresar al panteón, y eso porque no es difunto de COVID, y es ahí donde los murmullos coinciden en una misma pregunta ¿Y ahora con los enfermos por coronavirus?
La ausencia es más profunda, el cansancio tras una muerte es más agotador, el miedo de morir se incrementa, más si será así el último adiós.
El Protocolo
En Semáforo Naranja los velorios pudieron llevarse de una manera más afectiva, las restricciones aplicaban solo para los enfermos COVID, esto terminó con la semaforización roja, según explican los trabajadores de la funeraria. Durante las seis semanas de Nueva Normalidad se formaban bloques de visitas con una duración más prolongada para los deudos, se recibía un poco más de flores, y se trataba de dar un servicio que fuera más apegado a la tradición.
Enterradores viven el miedo a contagiarse
El trabajo, que para la mayoría no es envidiable, ahora también es estresante, con un overol de máxima eficiencia, botas de hule y una máscara de gas, para evitar cualquier contagio que pudiera dar del fallecido por coronavirus, la temperatura para estos trabajadores puede incrementar hasta cinco grados, y esto en plena canícula.
De acuerdo al protocolo del panteón, puede entrar de una a dos personas acompañando al difunto en un solo vehículo.
Así, el COVID ha cambiado la vida y también la muerte.
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