Hernán Quezada, sacerdote jesuita y delegado de la formación de los jesuitas en México, confirmó que los sacerdotes Javier Campos Morales y Joaquín César Mora Salazar, fueron asesinados el lunes en el templo de Cerocahui, municipio de Urique, Chihuahua, cuando una persona ingresó a la iglesia a refugiarse.
Agregó que los presuntos delincuentes se llevaron los cuerpos.
Lo que nosotros sabemos, coincidimos, es que una persona era perseguida y entró a la iglesia a refugiarse, la comunidad de los jesuitas está junto al templo, escucharon una situación y salieron a ver qué estaba pasando y ayudar a esta persona que buscaba refugio en el templo y los mataron a los tres. Esa es la información que tenemos y que se llevaron los cuerpos”.
En entrevista para la Primera Emisión de Imagen Informativa, el teólogo moral y médico dijo que un grupo de personas fueron los que cometieron los delitos porque se llevaron los tres cuerpos.
Aclaró que no tenía bases para asegurar que cuando se llevaron los cuerpos ya estuvieran muertos.
No podemos porque no había alguien que pudiera confirmar esa situación, pero creo que uno de los jesuitas pudo ver cuando aventaban los cuerpos a algunos o a un vehículo, entonces era claramente una escena de que echaban un cuerpo y no una persona herida”.
Comentó que la iglesia donde ocurrieron los hechos en Cerocahui, es un punto turístico, ubicado a 20 minutos de la Estación Bahuichivo del tren Chepe, zona “donde se ha agudizado la violencia”, pero creían que había cierto respeto a la iglesia.
No es que estábamos en un extremo de la Sierra Tarahumara perdido. Es cierto que toda esta región es muy complicada, que estamos ahí sabiendo de las presiones, los riesgos que tiene nuestra presencia, pero es una presencia histórica. Nosotros hemos estado en la Sierra Tarahumara desde hace siglos, para nosotros es un centro misional importantísimo. Vemos como se ha agudizado la situación de inseguridad, violencia en toda la región, somos conscientes de esta crisis, pero hasta este momento, de alguna manera, se mantenía una especie de respeto, si lo podemos llamar así, a la iglesia y los padres Javier y Joaquín tenían su vida ahí, estaban activos, eran muy conocidos y queridos”.
Afirmó que pese a los hechos, la comunidad jesuita permanecerá en la zona, “ha decidido no moverse, quedarse con la gente”, por lo que solicitó a las autoridades de los tres niveles de gobierno, con lo que han tenido contacto “asegurar que nuestros hermanos y hermanas estén bien, que no les vaya a pasar nada”.
El sacerdote jesuita Hernán Quezada dijo que ahora le tocó a la comunidad jesuita en la Sierra Tarahumara vivir una situación de “mucha tristeza, de dolor, de preocupación” y confió en que “la sangre de nuestros hermanos sea un fermento para que se establezca la paz y la justicia que tanta falta nos hacen en México”.
Dijo que los más seguro es que el Papa Francisco ya tenga conocimiento de los hechos, porque “inmediatamente después que sucedieron los hechos nosotros informamos al padre general que está en Roma, y los jesuitas que están allí ya le habrán informado”.
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