El presidente salvadoreño, Nayib Bukele, subió a su cuenta de Twitter un encendido discurso donde defendió una de sus medidas más polémicas, la destrucción de tumbas de pandilleros, y justificó su decisión comparándola con la desnazificación de Alemania.
El polémico mandatario, cuya vigorosa e indiscriminada lucha contra el crimen organizado de las “maras” despertó críticas internacionales, recurrió así al ejemplo alemán para defender la orden en vigor desde noviembre.
La orden que Bukele lanzó en noviembre señalaba además que fueran presos comunes quienes debían ocuparse de la tarea, tomando las mazas y destruyendo las lápidas de los miembros caídos del crimen organizado salvadoreño, lo cual se reflejó luego en un video subido por las autoridades.
En su nuevo video, Bukele reafirmó el acierto de su decisión como una medida necesaria, pero se quejó porque “saltaron algunas organizaciones internacionales y de derechos humanos” acusándolo de “violar los derechos de los pandilleros y de sus familiares” que visitan el cementerio.
“No estamos prohibiendo que los pandilleros tengan tumba, lo que prohibimos es que la tumba diga: Mara Salvatrucha, pandilla Barrio 18, porque en El Salvador están prohibidos esos símbolos. No se pueden tener en ningún lado, ni como grafitis, ni en la casa, ni en la puerta, ni en la tumba”, dijo.
Bukele comparó la destrucción de las tumbas con el proceso de desnazificación en Alemania
Bukele comparó la destrucción de las tumbas a martillazos con el proceso de desnazificación en Alemania, donde se borraron y prohibieron símbolos vinculados el Tercer Reich para dejar atrás ese pasado lúgubre.
“Me parece excelente lo que hicieron, pero como dije una vez, si queremos ser como los países desarrollados tenemos que hacer lo que ellos han hecho y no lo que ellos nos dicen que hagamos”, señaló en una crítica por elevación a las voces que cuestionan desde el exterior sus draconianas estrategias para combatir la delincuencia.
“Para desnazificar Alemania se implementaron varias estrategias fuertes que siguen vigentes. Una de ellas es que no se puede tener una esvástica, ni ninguna simbología nazi. Están prohibidos”, señaló.
“No solo las prohibieron [las esvásticas] en papel, fueron a destruir toda la simbología nazi que había en el país, edificios públicos, estampillas, cartas, papel membretado, rótulos, banderas, vehículos. Todo, incluyendo las tumbas”, insistió el mandatario, cuya rigurosa visión del combate al delito subió su nivel de popularidad dentro de su país.
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La nueva megacarcel salvadoreña. Agencia AFP – Salvadorean Presidency
“Para romper algo que estaba tan unido a la sociedad, no solo bastaba con capturar a los líderes de los nazis y matarlos, como hicieron ellos, había que borrar toda la ideología nazi de la sociedad”, dijo Bukele.
Ya en noviembre, tras sorprender con el anuncio, había dicho que “destruir a las pandillas que estaban tan enraizadas en la sociedad salvadoreña no es un trabajo fácil; de hecho, siempre se creyó que era imposible”.
Una de las maneras para lograrlo, agregó, era destruyendo su “sentido de pertenencia y memoria” destrozando tumbas de antiguos pandilleros o borrando las pintadas de las calles.
A fines de febrero Bukele implementó otra medida de gran espectacularidad, como es su estilo, estrenando una megacarcel con el traslado desde otros centros penales de los primeros 2000 prisioneros, todos antiguos miembros de pandillas, de la cual prometió que no saldrían nunca.
La gigantesca prisión, con capacidad para 40.000 prisioneros y dotada de alta tecnología para la vigilancia, fue construida en un valle rural en las afueras de la ciudad de Tecoluca, a 74 kilómetros de la capital.
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