El pasado 7 de febrero una menor de 7 años murió en menos de 72 horas tras haber dado positivo para COVID-19 en Estados Unidos.
“Era simplemente un alma feliz, saludable, normal y hermosa”, dijo Jennifer Graviss, madre de la niña a ABC News, “Ella era tan dulce, una niña increíble“.
Jennifer y su esposo, Adam Graviss, relataron que todo comenzó el 4 de febrero pasado, cuando la niña les dijo que se sentía mal y afiebrada. Tras esto, Jennifer le tomó la temperatura y le hicieron un test rápido, el cual dio positivo.
Tras haber dado positivo, los padre de Adalyn decidieron no enviarla al colegio. Si bien en un principio parecía sentirse bien, el panorama cambió al día siguiente, cuando presentó dificultad para caminar y hablar.
“Fue alrededor de las nueve en punto cuando notamos que su habla casi se había ido, aunque todavía nos estaba respondiendo”, comentó su padre. “A las 10 en punto, estaba en la sala de emergencias y ella no respondía”, añadió.
Adam señalo que, “fue tan rápido (…) Horas antes de ir al hospital, ella estaba corriendo en el patio delantero”.
Adalyn fue trasladada a un centro asistencial en Nashville donde fue conectada a un ventilador mecánico. Sin embargo, los médicos le diagnosticaran miocarditis grave (inflamación en el corazón) y encefalomielitis aguda diseminada (inflamación del cerebro y la médula espinal).
No estaba vacunada
Adalyn de 7 años todavía no había sido vacunada contra el COVID-19 y podría haberlo estado desde noviembre, pero sus padres todavía estaban considerando la opción.
Por otro lado, Jennifer había dado a luz el pasado 28 de enero, por lo que todos en la familia estaban en cuarentena, menos la niña que aún seguía asistiendo a la primaria.
En tanto, la madre de Adalyn explicó que “ella esperó durante años para ser una hermana mayor” y agrego que, “ella era muy divertida y la llevábamos a todas partes. Eso es lo que lo hace tan difícil. Era nuestra mejor amiga”, cerró.
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