No ha pasado aún un año desde que el pasado 26 de septiembre desaparecieron 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa(México).
La semana anterior, murió asesinado el activista Miguel Ángel Jiménez Blanco, coordinador de la búsqueda de los chicos. A medida que pasan los meses, todo alrededor de la investigación se vuelve aún más turbio y complejo.
Aquel día, un grupo de estudiantes de esa escuela, en cuyas aulas se ha consolidado una tradición histórica de activismo de izquierdas, desarrollaba actividades de “boteo”: trataban de conseguir recursos para desplazarse a la marcha del 2 de octubre en Ciudad de México que conmemora la masacre de Tlatelolco en 1968, en la que murieron 34 estudiantes en protestas universitarias.
Según las autoridades, los estudiantes se dedicaban a robar autobuses y gasolina de diferentes estaciones de servicio para ir a las manifestaciones.Aquel día volvían de la ciudad de Iguala, al norte, cuando fueron detenidos por la policía municipal, en uno de sus múltiples forcejeos. Sin embargo, esta vez, los policías abrieron fuego. Cuando se iniciaron los disparos, los que pudieron huyeron en desbandada. No se ha vuelto a saber de ellos.
Entre estos desaparecidos se encontraba Jorge Antonio Tizapa Legideño, de 21 años.
Su madre, Hilda Legideño, se encuentra en Tixtla, la pequeña localidad en la que reside y en la que está la escuela. Después de la reunión diaria de las 10 de la mañana en la escuela con los demás familiares de los desaparecidos, se dirige a su casa y atiende mi llamada.
Pregunta: ¿Qué hacía su hijo aquel 26 de septiembre?
Respuesta: Mi hijo había ido con un grupo de la Normal a Iguala para actividades de “boteo”. Regresaron un poco tarde. Como nos contaron los chicos que fueron heridos, la policía los paró en la carretera y los atacaron.Creemos que la policía se los llevó al cuartel del 27 batallón de Iguala, que estaba a apenas 20 minutos del lugar de los hechos.
P: Hubo dos ataques…
R: Sí, de hecho, nos contaron que la policía fue hasta los hospitales donde se atendía a los heridos del primer ataque para llevárselos de ahí…
Yo desconocía totalmente cómo funcionaba la escuela
P: ¿Por qué querría la policía atacar y secuestrar a unos estudiantes?
R: Al Gobierno no le interesa que se manifiesten. Quieren callar las voces e intimidar a los demás chicos para que no protesten.
P: Cuando su hijo Jorge entró en la escuela dos meses antes del suceso, ¿usted sabía algo de la normal de Ayotzinapa?
R: Yo desconocía totalmente cómo funcionaba la escuela. Ahora, como estoy participando en las actividades de búsqueda y difusión, me he dado cuenta de todas las actividades que se hacen. Muchas veces se manifestaban para apoyar a las comunidades indígenas a las que el Gobierno quería expulsar de sus tierras… Al Gobierno no le gusta que le digan las verdades…
P: Pero las autoridades dicen que los cadáveres han sido encontrados y que han sido víctimas del crimen organizado…
R: A los pocos días dijeron que ya habían encontrado a nuestros hijos. Pero nada de lo que han dicho se ha podido comprobar: primero dijeron que estaban en una fosa. Nosotros no pudimos ver los cuerpos. Los vimos por Internet. Luego enviamos a unas peritos argentinas independientes que hicieron las pruebas de ADN y descartaron que fueran nuestros hijos.Nuestros hijos iban rapados y esos cuerpos tenían pelo.
Más tarde dijeron que nuestros hijos fueron incinerados en Cohauila, pero una vez más, esa versión se contradice: en ese lugar encontraron dentaduras postizas y huesos de pollo… ¿Cómo es posible que un hueso humano se haya podido quemar antes que un hueso de pollo?
P: ¿Confía en que su hijo esté todavía con vida?
R: Mi hijo está vivo y yo lo voy a continuar buscando. Ningún padre aceptaría que le digan que su hijo está muerto. El Gobierno se está basando en la declaración de los que supuestamente son culpables. Pero los que están capturados fueron torturados para declararse culpables. Continuamos con la fe. Soy madre y no acepto que está muerto. No hay pruebas científicas.
P: ¿Dónde cree que está?
R: Creemos que se encuentra bajo custodia de la policía en una cárcel clandestina… [Se emociona] Queremos a nuestros hijos de vuelta y vamos a hacer lo que sea… No están muertos, fueron llevados al cuartel militar de Iguala… Si estuvieran muertos ya los habrían encontrado.
P: ¿Cómo ha cambiado su vida desde aquel día?
R: Ha sido muy difícil todo esto, hemos tenido que dejarlo todo, casa e hijos. He recorrido toda la República. He viajado hasta Canadá, he declarado ante el Comité de Desapariciones Forzadas, he viajado por todo el Cono Sur en una caravana para dar a conocer al mundo lo que ha ocurrido aquí… He tenido que dejar de trabajar para dedicarme exclusivamente a esto.
Creo que mi hijo está en una cárcel clandestina
P: ¿De dónde saca las fuerzas para sobrellevar jornadas tan agotadoras sin apenas resultados?
R: Por mi hijo soy capaz de todo y a donde me manden y lo que tenga yo que hacer, lo hago. El amor a mi hijo es mi principal sustento. Si tuviera que dar la vida por mi hijo para que él regresara, yo la daría.
P: ¿Nunca se derrumba?
R: Es muy difícil… Al principio llorábamos y no sabíamos qué hacer, pero llorando no vamos a encontrar a nuestros hijos. Tenemos que hacer acciones y buscarlos.
P: ¿Quién es su principal apoyo aparte de la comunidad y las asociaciones?
R: Mi marido se fue a Estados Unidos hace 17 años. Él lleva su vida. Tengo una hija que ya está casada, Jorge, que está secuestrado, y el menor, que es el que me ayuda. En la comunidad de Ayotzinapa también nos apoyamos. Eso nos ha mantenido: un mismo objetivo. Algunas personas están enfermas, las personas mayores. Se las deja en la Normal y las demás van a las caravanas. Por los hijos se hace todo…
Soy madre y no acepto que esté muerto
P: Antes ha dicho que había dejado de trabajar, ¿cómo se mantiene ahora?
R: Las asociaciones y el pueblo nos ayudan y nos mantienen. No nos han faltado recursos tanto de México como del extranjero.
P: ¿A qué se dedicaba usted antes?
R: Yo hacía manualidades y artesanías que vendía en la calle. Con eso nos manteníamos y con algo de ayuda que me enviaba mi marido de Estados Unidos. Jorge comenzó a trabajar porque teníamos muchas carencias.
P: ¿Qué hacía él? ¿Cómo era?
R: Él trabajaba de chófer. Le gustan mucho las motocicletas. Además se había puesto a estudiar. Jorge es un chico muy alegre, baila mucho, le gusta la trova… Tiene una moto que se compró, pero tuvo tres accidentes e intenté vendérsela. Antes de que eso pasara fue a guardarla a casa de unos amigos para que no se la vendiera [se ríe].
P: ¿Cómo era con usted? ¿Vivía en casa?
R: Era responsable, padre de familia, no le hacía daño a nadie, quería estudiar para superarse y mantener a su familia. Y sí, vivía conmigo. Para mí, no verlo es fuerte porque nos comunicábamos todos los días, nos comunicábamos a la hora de comer… Es muy apegado a mí.
P: Me he fijado que habla en presente de él…
R: Sí, porque está vivo. Todas sus cosas están como él las dejó y sé que va a regresar. Es una desesperación, es una agonía no saber en qué condiciones esta mi hijo.
P: ¿Cómo se puede describir ese vacío que él ha dejado?
No puedo estar en casa porque se siente pesada la casa si no está mi hijo aquí. Por eso ando más en actividades buscando y difundiendo. Es una desesperación muy fuerte estar aquí.
Es una desesperación, es una agonía no saber en qué condiciones esta mi hijo.
P: Antes ha dicho que Jorge es padre de familia…
R: Tiene una hija de dos años que se llama Naomi. Vive con su madre. Se separaron. Por eso mi hijo decidió entrar a estudiar. No he tenido tiempo de que me permitan ver a la niña. No tengo tiempo de pedirle que me deje verla. No he podido tener comunicación con esa muchacha. Jorge me dijo que yo me hiciera cargo de la niña. Que lo apoyara. Él tenía que trabajar y estudiar al mismo tiempo… Cuando él regrese tiene que ver a su hija [se emociona otra vez].
P: ¿El día que Jorge vuelva, se irá de México?
R: Amo a mi país, me ha tocado ir a Canadá y a otros países y me puse a llorar porque no estaba mi hijo y porque imaginaba que mi hijo sí que estaría conmigo en un lugar seguro. A él sí que lo dejaría en otro país, pero yo me quedaría en México para seguir luchando porque tengo más familia aquí. Estamos luchando por nuestros hijos y por mucha otra gente.
P: ¿No tiene miedo de que por querer saber la verdad le pueda pasar algo como al activista Miguel Ángel Jiménez?
R: No tengo miedo porque es mi hijo a quien estoy buscando y por un hijo se hace todo. Cuando desaparecieron nuestros hijos, la comunidad indígena de Miguel Ángel Jiménez nos invitó y se ofrecieron a ayudarnos. Desgraciadamente, ellos buscaban a sus desaparecidos en fosas, nosotros los buscamos vivos. A este señor lo mataron por andar buscando las fosas. Este país está lleno de fosas…
[Imágenes de Montecruz foto]
Al Gobierno no le gusta que se digan las verdades