En diciembre del año pasado en Newtown, Connecticut, un joven de 20 años asesino a su madre, 20 compañeros de su escuela, 6 profesores y, finalmente, se suicidó. 28 personas murieron en total. Éste se sumó a una considerable lista de eventos similares. Nada más en esta década, han sufrido ya 10 acontecimientos de este tipo.
En respuesta a tal incidente, el presidente Barak Obama impulsó la enmienda que, infructuosamente, se votó el miércoles pasado en el senado. Ese proyecto de ley proponía que aquellas personas que pretendieran adquirir un arma de fuego, fueran sometidas a una revisión extensiva de antecedentes, para determinar si son aptos o no para portarla.
La NRA (Asociación Nacional del Rifle), organización con 4.5 millones de miembros, presupuesto de cientos de millones y representantes del peso de Sarah Palin, objetó.
Fundamentándose en la segunda enmienda de la constitución norteamericana –que garantiza el derecho de los ciudadanos de tener y portar armas—la NRA es y ha sido el elemento más pesado en el lobbying referente a la política de control de armas en el vecino del norte.
En contra de esta propuesta, la NRA argumentaba que con ello se criminalizarían transferencias privadas de armas entre ciudadanos inocentes; que, en cierta forma, sería como tener que pedir permiso al gobierno federal para ejercer un derecho fundamental y que de ninguna manera reduciría el número de crímenes ni mantendría a salvo a los niños en las escuelas.
La enmienda votada topó con pared. Barack Obama, visiblemente afligido acusó a la NRA de haber mentido deliberadamente para frenar su propuesta. Dijo que los senadores simplemente cedieron ante la presión. En efecto, pues la NRA fue muy clara cuando abiertamente dijo antes de la votación que recordarían el resultado cuando venga el tiempo de reelecciones.
Partiendo de la base de que la propia constitución de ese país, permite el uso y portación de armas, el asunto se puede condensar en dos aspectos: el derecho fundamental de los ciudadanos y el interés de la sociedad en mantener la seguridad pública.
¿Tiene el gobierno la autoridad para regular el comercio de armas? De ser así, ¿es realmente efectiva esa regulación? En cuanto a lo primero, no veo cómo la regulación del comercio de armas, pueda considerarse una transgresión al derecho que contiene la segunda enmienda, pues no se trata de una privación total, sino únicamente de la verificación de ciertos requisitos.
En cuanto a los segundo, resulta interesante lo que los números nos dicen. Únicamente como referencia, Estados Unidos de América es el país número uno a nivel mundial en posesión de armas, pero también el número ciento tres en índice de homicidios intencionales, lo cual, junto con estadísticas de otros países en los mismos indicadores, revela una correlación negativa entre los índices de posesión de armas y crímenes violentos.
Otro dato, todos los homicidios en masa ocurridos desde 1950, han sido en estados con políticas estrictas en cuanto a posesión de armas.
Los anteriores datos indican que una política prohibicionista trae el efecto contrario, sin embargo, la propuesta del presidente Obama de revisiones extensivas de antecedentes, no creo que pudiera considerarse como política prohibicionista, pues únicamente busca la regulación del comercio. A fin de cuentas, el derecho a portar armas permanecería.
Tan es así, que curiosamente en una encuesta realizada en enero de este año a miembros de la NRA –después de que salió a la luz el proyecto de Obama—indicó que el 91% de los miembros de esa asociación no tenían ningún problema en someterse a la revisión.
La NRA argumentó que ciudadanos honestos se verían limitados en su derecho de portación y posesión de armas. Bueno, si se trata de ciudadanos honestos, ¿por qué habría de preocuparles una revisión? Quienes se verían afectados en tal caso, quienes no podrían adquirir un arma, sería aquellos que tuvieran antecedentes criminales, por ejemplo. Es decir, un ciudadano no tan honesto.
El presidente norteamericano indicó que no pararía su esfuerzo por crear una política armamentista más responsable. A nosotros no debería de parecernos indiferente el tema, después de todo, el enorme problema de delincuencia organizada que afecta nuestro país, tiene como uno de sus protagonistas a los cárteles de drogas que, como ya es por demás sabido, se surte a destajo de armas norteamericanas. No es nada más bronca del vecino.
Fernando Salazar
Twitter: @Fernand0Salazar