Obituario al Mtro. Juan Manuel Ramírez Delgado

“Al morir, cada cual es definitivamente él mismo y nadie más.
Lo mismo que al nacer traemos al mundo lo que nunca antes había sido,
Al morir nos llevamos lo que nunca volverá a ser”.

Fernando Savater

A finales de la semana pasada ha fallecido Don Juan Manuel Ramírez Delgado profesor investigador de la Facultad “Abogado Ponciano Arriaga Leija” de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, en México. Acudiendo a su despedida religiosa el sábado, surge una pregunta: ¿A quién pertenece el hombre? Quiero decir, al cabo de ochenta y tantos años andando sobre el mundo podríamos detenernos a mirar los frutos de una trayectoria no menor, porque curiosamente esta tierra, San Luis Potosí, como tal, se caracteriza porque sus vicisitudes, repercuten más fuera que dentro y sé es lento en reaccionar, en dimensionar adecuadamente lo perdido.

Pensando en lo que el hombre planta, el profesor dedicó su vida al estudio de la Política Criminal, la Penología, pero también a la investigación de carácter histórico para responder al qué y cómo se ha ejercido el Derecho Penal en el Estado.

De acuerdo a la trayectoria descrita en el boletín número 75 de la Sociedad Mexicana de Criminología de julio de 2004, que le hizo acreedor a la medalla al mérito criminológico “Alfonso Quiroz Cuarón” otorgada para quien se haya distinguido en la labor académica y la enseñanza; hasta ese momento ya era maestro en Criminología por el Instituto de Formación Profesional de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal y había fungido como Subdirector de Tránsito y Director de Prevención y Readaptación del Estado.

Respecto de la propia Sociedad que le reconoció, presidió la Filial Potosina y fue vicepresidente de la misma entre 1988 y 1994. De esa gestión, en febrero de 1989, organizó el III Congreso Nacional de Criminología junto con la Facultad de Derecho, con 589 participantes, 72 ponencias en varias mesas de trabajo destinadas al abordaje de la Victimología, de acuerdo al boletín 34 de abril de ese mismo año, hubo representaciones de todos los Estados del país, de observadores extranjeros y catedráticos.

Allí se propuso vindicar la dignidad de las víctimas, preparar adecuadamente a las áreas periciales y buscar una coordinación eficaz en la investigación policial a nivel nacional, así como la unificación del texto legal en materia de tortura.

En cuanto a las mujeres, se dijo que era necesario que quienes tratasen con víctimas de delitos sexuales tuvieran presente que se lesionaba su integridad biopsicosocial y no sólo su sexualidad, que debía promoverse un cambio de actitudes colectivas para el trato, modificar modelos arcaicos, desmitificando y revalorizando su significación social, además de proteger a niños y niñas y personas mayores mediante la profesionalización especializada, la reparación del daño integral, un fideicomiso destinado a proveerles de apoyos además de pensar el Derecho Penal y revisar la legislación vigente antes de proponer más normatividad.

Esto marcó un hito en la posición de las víctimas en México, no lo digo yo, sino la propia referencia a su persona cuando fue honrado, y es que allí se miran las primeras perspectivas que al paso de los años están presentes en la legislación nacional, en los principios integrados a la Constitución en el artículo 20, en el Código Nacional de Procedimientos Penales y en diversos protocolos especializados.

Esta vena del maestro de ir a por saberes allí donde los hubiere, dieron también con la creación de la Maestría en Política Criminal del posgrado de Derecho, enraizándole con fuerza, como debe ser, en el estudio de las Ciencias Penales, nosotros, hombres y mujeres egresados desde las primeras generaciones, sabemos a quién se debe el nivel de exigencia, por entonces requerido

Además, el maestro escribió con la intención y cito: “De ofrecer e inquietar a mis alumnos en el hermoso y difícil quehacer del Derecho Penal, ya que ellos representan la esperanza jurídica y legislativa de nuestro estado”, deja tras de sí varias obras, entre las que destacan: “Derecho Penal Especial (Delitos Especiales en el Ámbito Federal)”, “Antecedentes Legislativos a Nuestro Código Penal del Estado (1824 – 1985)”, “Penología”, “Derecho Penitenciario Potosino”, “Los Delitos Graves y sus consecuencias”, además de artículos y colaboraciones propias de la vida académica que le hicieran ganador del Premio Nacional a la Docencia Jurídica en 2003.

Sus alumnos y alumnas, a quienes abrigó, en quienes empeñó aquellos esfuerzos, querríamos creer que el hombre es un poco nuestro o que de algún modo es posible contarse como parte de sus frutos, pero en la reflexión de este sábado, en las anécdotas suyas como compañero de generación, amigo, mentor, padre y devoto esposo, al final de su camino el hombre perseveró siempre en sencillez y humildad, a conciencia de ser amado por Dios se ha despedido, sabiéndose simplemente humano.

Salimos sin él, a la tarde florida de jacarandas, a volvernos nosotros los mayores. A más ver.

Claudia Espinosa Almaguer

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