Obsidiana mexicana en peligro: denuncian falsificaciones en Teotihuacán

El tradicional arte del tallado en obsidiana, orgullo de Teotihuacán y símbolo de la herencia prehispánica mexicana, enfrenta una amenaza que pone en riesgo su autenticidad: la llegada de piezas falsas, presuntamente elaboradas por empresas chinas, que se venden como si fueran originales.

En las inmediaciones de las pirámides del Sol y de la Luna, los artesanos locales han detectado figuras de Tláloc, Quetzalcóatl y mascarillas hechas de vidrio industrial que imitan el aspecto de la obsidiana, pero sin tener el mismo valor cultural ni artesanal. Estas falsificaciones han invadido el mercado, afectando gravemente la economía de los creadores nativos.

Daniel Juárez, artesano originario de San Martín de las Pirámides, lamenta que el oficio heredado de su padre esté siendo desplazado por la producción masiva. En su pequeño taller, “Artesanías Librado”, todavía elabora piezas únicas inspiradas en las culturas prehispánicas. “Metieron piezas chinas desde hace años. Ellos vienen, sustraen la piedra y la trabajan de manera industrial, mientras que nosotros lo hacemos a mano”, explicó.

Las autoridades municipales reconocen que la situación se ha convertido en una competencia desleal. Andrea Sánchez, directora de Turismo de Teotihuacán, señaló que las empresas extranjeras compran grandes cantidades de piedra por tonelada, la elaboran fuera del país y luego la venden más barata. “Los artesanos no pueden competir con esos precios ni con ese nivel de producción”, aseguró.

El impacto económico ha sido devastador: las ventas de piezas auténticas han caído hasta un 70% en el último año, mientras que los costos de la materia prima se han duplicado. Por ejemplo, una unidad de obsidiana dorada que costaba 25 pesos ahora supera los 50, debido al acaparamiento de las minas.

Turistas nacionales y extranjeros también han notado la diferencia. Algunos comentan que las artesanías ya no parecen genuinas por su bajo costo y su aspecto repetitivo. “Ya no sabes si lo que compras es mexicano o chino. Hay cosas muy baratas, pero se pierde la esencia”, dijo una visitante.

Para los artesanos locales, esta invasión industrial ha provocado no solo pérdidas económicas, sino también un daño cultural. “Cada pieza auténtica tiene algo único; las fabricadas en serie son todas iguales. Lo nuestro tiene alma, historia y tradición”, explica Daniel Meza, otro creador del Valle de Teotihuacán.

Aun así, la esperanza se mantiene viva. En los talleres familiares, los artesanos siguen trabajando con dedicación, preservando un oficio que ha pasado de generación en generación. Daniel Juárez, con más de 30 años en el arte del tallado, combina creatividad y técnica para mantener viva la herencia de su padre. “Innovar es la clave. Aunque haya competencia, siempre hay algo especial en lo hecho a mano”, afirma.

Con la vista puesta en el Mundial de Futbol 2026, las autoridades y los artesanos confían en que el aumento del turismo reactive la economía local. El gobierno municipal planea festivales, tianguis artesanales y hoteles móviles para recibir a miles de visitantes que llegarán a las Pirámides del Sol y la Luna. Se espera que esta exposición internacional sirva para mostrar al mundo el valor de las auténticas piezas mexicanas.

Teotihuacán, la segunda zona arqueológica más visitada de México después de Chichén Itzá, recibió cerca de un millón de turistas durante los primeros meses del año. Y aunque la competencia extranjera ha intentado opacar la autenticidad de sus artesanos, ellos siguen firmes, tallando piedra por piedra, convencidos de que ninguna máquina podrá igualar la historia que lleva cada una de sus obras.

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