El próximo 20 de enero, con la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, se espera que inicie una radical ofensiva contra la migración, que podría culminar en deportaciones masivas de entre 15 y 20 millones de migrantes, superando las estimaciones actuales de 11 millones, según el Centro de Investigaciones Pew.
Trump pretende aplicar una ley de hace tres siglos que le permitiría emplear tropas militares en la detención de migrantes, argumentando que “no son civiles”. Con esta medida, podría evitar el impedimento de la Ley Posse Comitatus de 1878, que prohíbe a las fuerzas armadas intervenir en asuntos civiles.
Durante su campaña, Trump defendió esta postura al referirse a los migrantes que buscan asilo como personas “indeseables” y fugitivos. Además, ha vinculado la migración con el narcotráfico y el tráfico de personas, proponiendo una política de “tolerancia cero”.
El presidente electo busca apoyo de los estados republicanos para desplegar cuerpos de seguridad locales y estatales, así como la Guardia Nacional, como refuerzos en su plan migratorio. En estados demócratas, en caso de resistencia, se prevé la retención de fondos federales.
Este proyecto migratorio radical ha sido impulsado por Stephen Miller, exasesor de Trump, quien confirmó que las deportaciones masivas empezarían desde el primer día del nuevo mandato, con un objetivo de un millón de personas deportadas inicialmente. Se estima que, en el transcurso de este periodo, el número de deportaciones alcance los 11 millones.