Osorio Chong y otros priistas buscaron a AMLO en 2006, querían acuerdo; Ándres Manuel los rechazó: Bejarano

RobertoPericles y Lori carraspean y chiflan con insistencia en la oficina de René Juvenal Bejarano Martínez, dispuesta en una casa de la Delegación Benito Juárez en el Distrito Federal, la única que su partido, el de la Revolución Democrática (PRD), nunca ha ganado en las elecciones. Los tres loros del dirigente político viven en una jaula cuya puerta abierta les permite entrar y salir a voluntad. Deambulan por un barandal que guía la escalera de la casa. Los pájaros del tamaño de un pollo mediano y verde reluciente chiflan y remedan algunas palabras.

–¿Y si esos loros hablaran todo lo que han escuchado aquí?– se le pregunta a Bejarano.

René sonríe.

Han pasado poco más de nueve años desde el día en que René Bejarano, vestido con un lustroso traje negro y suéter rojo con cuello de tortuga, pidió a los reporteros salir de su casa, a media cuadra de aquí, en la colonia Niños Héroes de la Delegación Benito Juárez.

“Me quiero despedir de mi esposa e hijas”, explicó midiendo cada rendija por la que se le pudiera desbordar la emoción.

Salió una hora después o menos. Ya vestía de beige, el color reglamentario de los reos procesados en las cárceles de la Ciudad de México. Fue subido a un vehículo y tomó camino hacia el Reclusorio Sur con un avispero de fotógrafos y camarógrafos revoloteando a su alrededor.

Pasó ocho meses en la cárcel. “No hay hombre que no llore en el encierro”, comparte. “Se me subieron las chinches”, suelta. “Pero nunca fui un soplón”, se enorgullece.

Tras su libertad, debió llevar encima una especie de destierro público, una suerte de orden de restricción política para acercarse al político que más ha admirado y a quien ayudó a construir, Andrés Manuel López Obrador.

“Nunca me fui”, dice ahora. Viste un saco de piel café, pantalón de vestir beige, camisa amarillas y botas vaqueras.

“Mi estrategia fue la del viento: el viento se siente, pero no se ve”, suelta en la sede del Movimiento Nacional por la Esperanza, la organización social en que se vierten los simpatizantes de su corriente política, la Izquierda Democrática Nacional (IDN).

–¿Pudo usted ser Jefe de Gobierno?– se le pregunta a Bejarano en entrevista conSinEmbargo.

–Era una posibilidad.

–¿Quería usted ser Jefe de Gobierno?

–No me lo había propuesto. Si Andrés Manuel hubiera sido el candidato de una gran coalición, quizá el candidato a la Jefatura de Gobierno debía ser un aliado. Claro que las cosas se dieron diferentes. Pero si Andrés Manuel hubiera construido una gran alianza con sectores democráticos del PRI, como algunos lo pensamos que era muy importante hacerlo para avanzarlo, pues a lo mejor ellos podían haber tomado esa candidatura y bien lo valía.

–¿Quién hubiera sido?

–En aquel entonces se tenían pláticas con gobernadores.

–¿Por ejemplo?

–Miguel Osorio Chong y otros que se acercaron. Hubo propuestas de gobernadores priistas que veían inminente el arribo de Andrés Manuel a la Presidencia y no querían que continuara el PAN; estaban dispuestos a hacer un acuerdo político.

Yo calculaba en ese entones que si la Presidencia de la República se podía logar y eso implicaba hacer un alianza con un personaje político equis que eventualmente pudiera ser Jefe de Gobierno bien lo valía.

–¿Hubiera sido Presidente Andrés Manuel en el 2006 si hubiera tomado qué otras decisiones?

–Quizá hubo un error de cálculo, se pensó que no era necesario hacer esa alianza, que era ya insuficiente, que la correlación no la exigía y que se podía ganar con la fuerza que ya se tenía.

–¿Por qué no cuajó la alianza con ese sector democrático del PRI si es que usted sigue considerando en esa bolsa a Miguel Ángel Osorio Chong, por ejemplo?

–Él ya después tomó otro camino, pero no cuajó porque hubo una definición política de no hacer alianzas con ellos.

–¿Andrés Manuel lo decidió?

–Yo no estaba entonces en esa burbuja, estaba en otra, allá en el campus sur– bromea con el nombre del Reclusorio Sur, a donde fue preso– tomando un diplomado de realidad, nada virtual, y no supe directamente.

–¿Se equivocó Andrés Manuel?

–Pues se puede decir que sí o no, pero no fue Presidente, aunque ganó.

–¿Se equivocó?

–Pudo haber hecho ese acuerdo y pudo haber sido presidente y la mayoría de la gente lo hubiera disfrutado y estaría mejor.

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La IDN es una vertiente perredista codirigida Bejarano y su esposa, la Senadora Dolores Padierna, una de las más duras críticas de Nueva Izquierda, la tribu que se ha hecho del control del Comité Ejecutivo Nacional del PRD desde hace dos periodos. “Los Chuchos”, como también se les conoce, están nuevamente bajo fuego por el resto del partido por su adherencia al Pacto por México y su cercanía con el gobierno priista de Enrique Peña Nieto.

No es que las refriegas entre bejaranistas y “Chuchos” sean nuevas. Cada que han competido por la dirección del PRD, desde que este existe, se han infringido entre sí todas las chapucerías de las que tanto se quejan cuando se las hace el Partido Revolucionario Institucional.

Y Nueva Izquierda tiró a matar hacia Bejarano cuando el profesor fue exhibido el 3 de marzo de 2003 por Televisa recibiendo fajos de billetes del empresario Carlos Ahumada. “El hombre de las ligas”, se le apodó pues hasta los hules que sujetaban el dinero se embolsó.

–¿Caben bajo el mismo techo del PRD todos esos pedazos llamados tribus y las figuras tan opuestas entre sí?– se le pregunta.

–La izquierda es una corriente del pensamiento amplia y diversa. La izquierda mexicana siempre ha tenido muchos polos de definición, tanto al interior como al exterior de sus partidos. Existe un complejo proceso de reincorporación o de acomodamiento de la izquierda, alguna dentro del PRD y otra afuera, pero sí, sí van a convivir la mayoría de ellas– responde el profesor Bejarano antes de dar cátedra de las múltiples fracturas de la izquierda mexicana.

–Pero en situaciones en que el antagonismo parece tan polarizado, por ejemplo, entre ustedes, la Izquierda Democrática Nacional, y Nueva Izquierda– se le repone.

–Existe competencia por las ideas y los espacios dentro y fuera del PRD, pero a final de cuentas no es la izquierda, son las izquierdas con ámbitos de influencia y para la sobrevivencia se tendrán que unificar tanto al interior del partido como con otros partidos.

–¿Y es dable ese propósito?

–Sí. Es un proyecto alternativo de nación– evoca la frase que funcionó como escalera de López Obrador en 2006. –No olvidemos que la izquierda en su conjunto ya ganó dos veces la elección presidencial: en 1988 y en 2006. Y en la más reciente elección tuvo más votos que en la de 2006. Y si bien tiene sus altibajos, sigue siendo en México y América Latina una expresión muy viva y fuerte con condiciones para crecer.

–La historia de la izquierda en América Latina es de confrontaciones. Es así como si alguien dijera: “si se quiere dividir a la izquierda sólo falta esperar que antes esté unida”.

–Un viejo chiste decía que las células del Partido Comunista se reproducían por bipartición. Pero yo veo diferente a la izquierda, la veo camino al poder. Cuando se formó el Foro de Sao Paolo (en 1990), por ejemplo, el único país gobernado por la izquierda en América Latina era Cuba. Actualmente, en América Latina, hay o ha habido gobiernos de izquierda en Uruguay, Paraguay, Chile, Argentina, Ecuador, Bolivia, Panamá, Brasil, Venezuela, Nicaragua (aquí la Revolución Sandinista venció en 1979) y El Salvador. Y en México la izquierda ha evolucionado muchísimo. No deja de tener grandes contradicciones, pero tiene posibilidades de acceder al poder.

–Si vemos las fotografías y los discursos de la fundación del partido en 1989 y los comparamos con los actuales pareciera que hablamos de conjuntos distintos.

–Estamos hablando de tiempos muy diferentes. El partido se fundó el 5 de mayo de 1989. En ese entonces no había un solo gobierno diferente al PRI en ningún estado de la República. El Distrito Federal estaba hegemonizado de manera absoluta por el PRI. Ni siquiera se elegía a los delegados. Y se creó la Asamblea de Representantes con la única facultad de emitir bandos y ordenarse y había siete representantes de la Asamblea en la oposición.

El sistema de partido de Estado, no sin fisuras, se mantenía hegemónico en toda la República y la vieja forma de hacer política se mantenía. De entonces a la fecha, el país y el sistema político mexicano ha evolucionado mucho, de manera muy contradictoria, pero los elementos de transformación democrática que ahora tenemos eran impensables. Lo mismo que la descomposición del tejido social y muchas cosas que ahora vemos…

–De la propia izquierda…

–La propia izquierda ha cambiado, ha crecido, se ha transformado.

–Pero en algunos aspectos también se ha descompuesto.

–Son fenómenos que no son nuevos. En 1989 era el Partido del Frente Cardenista, el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana, el Partido Popular Socialista y el naciente PRD, heredero del Partido Mexicano Socialista (PMS). Ahora, con vertientes diferentes, existen fenómenos similares; no existía el PT ni el Movimiento Ciudadano. En el PRD han evolucionado las posiciones políticas como consecuencia de ello. No hablaría de una descomposición, sino de un viejo debate: lo que ahora se denomina la “sedicente izquierda responsable” en tiempos de López Mateos se llamaba “izquierda atinada”.

–Hay quien ahora le dice “izquierda responsable”.

–Es lo mismo, bueno no es lo mismo pero es parecido. Como dijera Silvio Rodríguez: “no es lo mismo, pero no es igual”. Ese debate siempre ha existido, el de la relación y la cercanía con el poder. El gran debate en el Partido Popular Socialista (PPS) al término del gobierno de Luis Echeverría en 1976 era si el PPS apoyaba o no a José López Portillo para la candidatura presidencial. Había muerto ya Vicente Lombardo y su heredero Jorge Cruickshank propuso a la asamblea nacional que el PPS, para enfrentar al imperialismo, se aliara con López Portillo.

Fue la gota que derramó el vaso y llevó a Alejandro Gascón Mercado, ex Presidente Municipal de Tepic y candidato ganador (pero defraudado) a la gubernatura de Nayarit en 1975, se escindiera y formara el Partido el Pueblo Mexicano (PPM). Luego, cinco años más tarde, el PPM con el Partido Socialista Revolucionario, con el Movimiento de Acción y Unidad Socialista, con el Partido Comunista, con una parte del PMT y con el Movimiento de Acción Popular, formaron, formamos, el Partido Socialista Unificado de México (PSUM).

Y en el PSUM también se dio ese debate. Y lo mismo en el PMS. Y ahora en sus diversos momentos, en el PRD. Al principio, “Los Chuchos” que no se llamaban “Los Chuchos”, sino que eran los “dialoguistas”, hablaban de la transición pactada. Esto del Pacto por México tampoco es nuevo. Cuauhtémoc Cárdenas se opuso a la transición pactada y acuñó la frase contradictoria de “la intransigencia democrática”, que era la negativa a negociar con Salinas. Y así ha sido. A veces las líneas que se corren al centro son correctas y otras terminan suicidándose. Depende de las condiciones.

–¿En la actuales?

–La cercanía exagerada con el proyecto de Peña Nieto es un suicidio para la izquierda. Tampoco se trata de un radicalismo atroz que te lleva al autoconsumo y que es otra forma de suicidarse. Es un exceso lo que sucede con relación al Pacto y el gran beneficiario de eso es el PRI y la restauración del viejo régimen recargado.

–¿La izquierda sedicente?

–Sí.

–¿La izquierda sedicente reloaded?

–Recargada.

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René es uno de los mayores operadores del PRD. El profesor Bejarano es dueño de una de esas memorias que le permiten atraer el presente la disección de una elección pasada: por quién se votó y por qué en una determinada sección electoral.

Bejarano fue uno de los principales zurcidores de barrios, colonias y pueblos tradicionales del DF para que Andrés Manuel López Obrador ganara la Ciudad de México por una nariz a Santiago Creel, subido en la cresta del efecto Fox. Antes lo hizo a favor de Cuauhtémoc Cáredenas, luego lo hizo para Marcelo Ebrard Casaubón y Miguel Ángel Mancera.

Por eso Bejarano sabe de qué habla cuando revisa los estudios de intención de voto para los próximos 14 comicios estatales que cruza con la consistencia de candidatos, las polarizaciones internas y externas de los partidos, la fortaleza de las coaliciones logradas entre el PAN y el PRD y la popularidad de Peña Nieto.

Aquí aparece una primera desavenencia con López Obrador, opositor de las alianzas con el PAN: Bejarano sí está de acuerdo en la unión de los logotipos en las boletas.

–¿Qué pierde el PRD y qué ganan “Los Chuchos” dentro del Pacto por México?

–“Los Chuchos” forman parte del PRD y yo creo que más bien el riesgo para la izquierda es que pierda espacios de poder, vamos a ver cómo nos va en las elecciones de julio de este año.

–Ahí están las encuestas.

–No son muy halagüeñas, pero el sistema está operando. Se pudieron hacer las coaliciones donde el PRI no se metió a impedirlas, pero las impidió en Veracruz y en Quintana Roo. Van a operar para imponerse y el PRI está bien posicionado en las encuestas, el PAN y el PRD pueden competir pero no en las mejores condiciones.

–¿Se mejoran esas condiciones si van en alianza?

–Sí, por eso el PRI las ataca, sin duda. Creo que como en Oaxaca, en Puebla, menos en Zacatecas, pero sí en Baja California, en Sinaloa y en Aguacalientes que se pudieron cuajar se avanzará.

Yo pienso que las alianzas sin política no tienen futuro, y la política sin alianzas es un contrasentido. En la sucesión presidencial del 2000, Cuauhtémoc era el candidato de las izquierdas y propuso la Alianza por México, que no cuajó para aliarse con el PAN que traía a Fox de candidato. Y en ese entonces Andrés Manuel era el candidato a Jefe de Gobierno”.

–Y Fox le pidió a Cuauhtémoc que declinara a favor suyo en aquel momento.

–Sí, pero no se pusieron de acuerdo, porque Fox proponía una encuesta, que era lo que más le convenía, y Cuauhtémoc lo puso en elección interna y ambos calcularon sus beneficios. Intentaron una alianza que, sin duda, tenía posibilidad.

–¿Hubiera sido mejor para el país?

–Yo pienso que sí, porque a lo mejor Fox no hubiera sido Presidente.

–Y Fox pensó en colocar como Secretaria de Desarrollo Social a Rosario Robles…

–Pues sí, los ciclos se van cumpliendo. Los destinos se van entrecruzando. Rosario, como dijera el poeta, es ahora o representa ahora todo lo que combatió cuando tenía 20 años.

–Usted la conoció por ahí ¿no? Por aquel entonces…

–Yo fundé cuatro partidos. Inicié muy joven mi vida política en la izquierda, en la Escuela Normal. Tenía 15 años y no la he dejado. Ahora tengo 56, o sea que ya llevo algunos años. Ella venía de los círculos maoístas, de las izquierdas radicales, de las organizaciones que revolucionaran la línea de masas, anti electorales y mira ahora que es operadora electoral del PRI.

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“Yo fui fundador del PMT, del PSUM, del Partido de la Revolución Socialista, del PRD. Siempre he estado en la izquierda”, resume su currículum.

–Pero no participó en la fundación del nuevo partido, bueno del próximo nuevo partido de izquierda, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena, de Andrés Manuel López Obrador).

–No era lo más conveniente dispersar y atomizar a la izquierda con un nuevo partido que no era un reclamo como se está viendo ahora. Lo entiendo para Andrés Manuel por su proyecto personal y sus seguidores. Para la izquierda no necesariamente era el mejor camino. Él se alejó de la agenda política nacional y está muy metido en la organización del partido calculando que dentro de cinco años vuelva a ser candidato. Es legítimo, pero ahí está el debate y el movimiento que ahora encabeza no tiene la fuerza que tuvo en las elecciones de 2006.

–Ni de 2012. Nadie obtendría los 15.8 millones de votos de 2012.

–No. La izquierda junta tiene muchas potencialidades, se ha visto en muchos lugares del país. La izquierda ha tenido capacidad para ser mayoría en las elecciones cuando sabe organizarse en Puebla, Veracruz, Oaxaca, Baja California, Zacatecas, Michoacán, Chiapas…

–¿En Chiapas? ¿Estamos hablando de Juan Sabines?

–Fue una tragedia lo que le pasó a Chiapas con el gobierno de Juan Sabines, pero al final de cuentas esa fue la apuesta que se hizo. La izquierda ha logrado triunfos muy importantes en muchos lados. Si hacemos el recuento es muy grande la implantación territorial.

–El debate está entre quien argumenta que el daño hecho a la izquierda es por la escisión de Andrés Manuel y el movimiento social del partido o en “la izquierda sedicente” a la que usted se refirió. ¿En dónde lo encuentra usted?

–Se necesita construir un polo unitario de todas las izquierdas para volverse nuevamente alternativa al modelo que estuvo imponiendo el peñanietismo y con las alianzas de facto que tiene con una parte del PAN y otros actores políticos. Las izquierdas tendrán o tendremos que reencontrarnos con los partidos, con todos los líderes y con todas las organizaciones de las izquierdas en torno a un programa.

–¿Ha habido algo que usted pueda decir que admira, respeta o reconoce de Jesús Ortega (líder de “Los Chuchos”)?

–Bueno todos los dirigentes de la izquierda tienen un valor…

–Pero de Jesús Ortega en particular– se le insiste y entonces muestra otra discrepancia con López Obrador:

“Jesús Ortega ha sido un dirigente moderado de la izquierda durante toda su vida y ha contribuido y actuado en el ámbito de sus competencias y con sus convicciones para que la izquierda crezca. Como es lógico, hay diferencias, pero es un personaje que ha contribuido como otros muchos en la vida política del país y ha desarrollado a la izquierda y es el líder de un sector importante de la izquierda mexicana y no se le puede desconocer eso y se le debe respetar y considerar por lo mismo”.

–Existe una imagen en que se observa en primer plano a Enrique Peña Nieto y atrás de él a Guadalupe Acosta Naranjo (también de Nueva Izquierda), y está riendo, se ve feliz, se le ve cómodo ahí. ¿Qué le dice a usted esa imagen?

–Guadalupe está convencido de ese Plan (por México), pero quienes lo conocemos sabemos que es muy simpatizante de las alianzas con el PAN, aunque fue contradictoria su candidatura en Nayarit, pues rompió la alianza porque no sería el candidato si la alianza se hubiera consolidado. En esta etapa, él era y es el  operador principal de esta corriente para fraguar las alianzas con el PAN. No deja de ser contradictorio. Ahora, él es risueño de por sí, es su característica fisonómica, es su lenguaje no verbal– Bejarano sonríe.

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Hacia el final de su gobierno, Ebrard se desplazó hacia Nueva Izquierda, pero Bejarano nuevamente se plegó a la disposición de que el delfín de Marcelo sería Miguel Ángel Mancera y se movilizó a favor suyo.

Sin embargo, Mancera ha mostrado más cercanía con el gobierno federal que cualquiera de sus predecesores y, a la vez, mayor distancia con las corrientes internas del PRD a las que no ha cedido carteras de relevancia. Como todos sus predecesores, pero antes que cualquier otro, Miguel Ángel ha dicho claro que la Presidencia.

Ataja René Bejarano, recientemente vencido por Mancera en la competencia por la dirigencia capitalina del PRD:

“Es muy temprano para decirlo. Cuando se acerquen las elecciones quién sabe cómo se pongan las cosas. Puede haber una recomposición. Ahora, si Mancera es candidato quién sabe de qué fuerza política lo sea, porque él no es un hombre de izquierda, ni milita en la izquierda ni ha militado y no necesariamente militará en la misma”.

–Usted habla de fisonomías. En otra imagen, Miguel Ángel Mancera aparece sonriente, pero no ríe como Guadalupe Acosta; incluso se le ve ingenuo y a su derecha lo mira de reojo Miguel Ángel Osorio Chong (Secretario de Gobernación).

–Son imágenes construidas en función de la formación política. En la actualidad las imágenes se convierten en más mensaje que las palabras. Ya veremos.

–¿Qué veremos?

–Pues cómo se mueven los actores políticos. La política es muy dinámica y la realidad es testaruda y colocará a cada quien en su lugar.

–¿A cada quien en su lugar? ¿La realidad se llama Izquierda Democrática Nacional?

–Bueno, es una parte de la realidad. Nosotros no somos el ombligo de la izquierda ni del mundo, pero formamos parte de la realidad y modestamente contribuimos con nuestra fuerza y aporte en los cambios sociales y políticos en México y América Latina donde tenemos iniciativas muy importantes.

–Permítame insistirle sobre la condición, la capacidad política de Miguel Ángel Manera ante el PRI que vuelve.

–Bueno, sí, el Jefe de Gobierno Miguel Ángel Manera es un político reciente, un ciudadano más vinculado a la vida institucional que a los modelos de confrontación política y de ahí su predilección por el respeto a las formas institucionales y a la cercanía con el poder presidencial. Es una forma de hacer política; ya veremos los resultados.

–¿Existe cercanía en un sentido y alejamiento hacia el otro?

–Pues sí. Si revisamos a los gobiernos democráticos y de izquierda en la Ciudad de México hay de todo. El gobierno del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas tuvo un nivel de confrontación por razones lógicas y por ser precandidato presidencial; prácticamente fue un gobierno de dos años y eso implicó una polarización inicial. El estilo de Andrés Manuel es de polarización bipartidista; él mismo dice que hay dos proyectos y eso hizo que la relación con Fox fuera tormentosa. La relación de Marcelo fue equilibrada en ese ámbito; sí polarizó pero también pactó y negoció.

–No hubo foto…

–Sí hubo fotos al final, pero cuidó formas. No fue tan estridente y tan chocante como Andrés Manuel, pero tampoco se acercó tanto a las faramallas del poder.

–¿Como Mancera?

–Y ahora hay un nuevo estilo y es una realidad diferente. Depende hacia dónde vas y qué quieras y cómo se cuaje la izquierda. La gente no ve mal que los políticos se pongan de acuerdo y que se traten bien, pero en política no puede actuar uno con ingenuidad, vamos a ver al final quien capitaliza más eso. Ahora, el Jefe de Gobierno no es candidato (a la Presidencia de la República) todavía. Todos (los ex jefes de Gobierno) tienen, excepto Rosario Robles y Alejandro Encinas que tuvieron un origen de izquierda y un interinato, el gen priísta. Eso no es destino, pero implica una manera de hacer política.

–Y también tienen como coincidencia que todos han querido ser presidentes de la República.

–Pues sí.

–¿Eso ha dañado la conducción de la política de la izquierda?

–Ha influido para bien y para mal, porque también se han esforzado y han dado muy buenos resultados. Las acciones de Marcelo, de Andrés Manuel, que son los gobiernos más completos, han marcado diferencias en la política mexicana. No solo han seguido inercias y eso ha hecho que la ciudad esté muy diferente a otros lugares del país.

Bejarano vuelve al tema de las alianzas: “La política no es dogmática ni rígida ni estática. Sin abandonar el programa ni los principios, pero tampoco puedes volverte fundamentalista o sectario”.

–Eso es lo que podría decir Rosario Robles a todo esto.

–También hay límites y fronteras y coartadas personales. Las coartadas son justificaciones y no tienen nada que ver con lo que realmente se defiende. Eso ya es el extremo. Muchos dijeron que cambiarían el sistema metiéndose al sistema. Hay  oportunismo de toda laya en la historia de la izquierda. Y así ha sido siempre. Y así será. Siempre hay eso, pero como dijera Martí: “Cuando hay muchos hombres sin decoro, siempre hay hombres que tienen el decoro de muchos”.

–¿José Martí o Martí Batres (Presidente de Morena)?

–José Martí. A Martí Batres no le conozco una frase tan lograda como esa.

–Regresando al asunto del jefe de gobierno, algunos integrantes de Izquierda Democrática Nacional, su corriente, dicen que al doctor Manera se le olvida por quién llegó, cómo llegó y por qué llegó.

–Son apuestas políticas que cada quién hace. Yo pienso que el jefe de gobierno fue electo por la mayoría de los ciudadanos y a los que tiene que responder es a los ciudadanos y si hace un buen gobierno estará cumpliendo, si actúa en contra del interés general de los ciudadanos estará traicionando el voto que la mayoría de la gente le dio. Hemos tenido acuerdos y desacuerdos, la mayoría de acuerdos en su política.

–Pero lo que sí logró fue hacerse del partido.

–Es un mito esto de que la IDN siempre ha sido dirigente. Ahora que se dio el cambio de la dirigencia hubo discordia, pues se dio un compromiso que no se cumplió…

–¿Qué fue?

–Si nosotros apoyábamos a Manuel Granados para la Presidencia de la Asamblea, IDN tendría Presidencia del partido. No se cumplió. Tampoco es una tragedia.

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–Nunca hemos votado por él para la dirigencia.

–Votaron para la Jefatura de Gobierno.

–Exacto. Es un cargo diferente. Para la Presidencia del partido debiera construirse un gran acuerdo de unidad con un presidente partidista que represente a todos los equipos y que conduzca al PRD a una nueva circunstancia para las elecciones intermedias del 2015. Regresar a un esquema de una confrontación fraticida similar a la que hubo entre Amalia García y Ortega o entre Alejandro Encinas y Ortega también es un grave error.

–¿Es Marcelo?

–Puede ser él o cualquier otro.

–¿Por ejemplo?

–Marcelo propuso a Lázaro Cárdenas como opción, pero no quiso y tenemos que encontrar a algún dirigente. Ojalá lo encontremos en una figura que…

–¿Cómo usted?

–No, yo no. Yo de cargos, tengo un solo cargo de conciencia.

–¿Y sí lo tiene?

–¡Sí, pues cómo no! Claro que sí.

–¿Estuvo usted en la banca?

–Pues es una forma metafórica de decir que uno está como en la reserva. Más bien yo estuve en un reflujo político sin dejar de participar nunca.

–¿Nunca? ¿Ni en el Reclusorio?

–No, en todos lados…

–¿Había que hacerlo más?

–En condiciones completamente diferentes. Yo nunca he dejado de hacer política desde que empecé los 15 años de edad y en esas condiciones tuve que hacer más, porque me enfrenté al reto de sobrevivir, primero, y resurgir después. Eso implicaba mucha más política en condiciones no ortodoxas.

–¿Y resurgió?

–Pues de alguna manera sí.

–Sin los videoescándalos, ¿hubiera sido usted Jefe de Gobierno?

–El otro día me dijeron un chiste sobre que el hubiera no existe y me dijeron que elhubiera sí existe, porque así se llama una muchacha: “Elhubiera”.

–Esa es una salida. ¿Tenía usted posibilidades?

–La política es un sendero lleno de incertidumbres y lo más seguro es lo incierto y nunca se sabe realmente que puede suceder.

–¿Pudo usted ser Jefe de Gobierno?

–Era una posibilidad.

–¿Quería usted ser Jefe de Gobierno?

–No me lo había propuesto. Si Andrés Manuel hubiera sido el candidato de una gran coalición, quizá el candidato a la Jefatura de Gobierno debía ser un aliado. Claro que las cosas se dieron diferentes. Pero si Andrés Manuel hubiera construido una gran alianza con sectores democráticos del PRI, como algunos lo pensamos que era muy importante hacerlo para avanzarlo, pues a lo mejor ellos podían haber tomado esa candidatura y bien lo valía.

–¿Quién hubiera sido?

–En aquel entonces se tenían pláticas con gobernadores.

–¿Por ejemplo?

–Miguel Osorio Chong (entonces Gobernador de Hidalgo) y otros que se acercaron. Hubo propuestas de gobernadores priistas que veían inminente el arribo de Andrés Manuel a la Presidencia y no querían que continuara el PAN. Estaban dispuestos a hacer un acuerdo político.

Yo calculaba en ese entones que si la Presidencia de la República se podía lograr y eso implicaba hacer un alianza con un personaje político equis que eventualmente pudiera ser Jefe de Gobierno, bien lo valía. Uno se debe preparar para ser candidato, pero es más importante prepararse para no serlo y es lo que muchos políticos no entienden, por eso se hunden, porque se obsesionan, les crece el ego, pierden la perspectiva y se hunden.

Si uno está preparado en su realidad y conoce sus limitaciones y se adapta, los cargos nos son destino para nadie, son circunstancias, son accidentes en el camino. Yo estoy seguro que Miguel Ángel Mancera al principio del gobierno de Marcelo no tenía la menor idea de que iba a ser Jefe de Gobierno. Y otros que trabajaron y se desvivieron y se aplicaron no lo fueron ni lo serán”.

–¿Está hablando de Joel Ortega (primer jefe de la Policía con Marcelo Ebrard?

–Por ejemplo… Joel es un… él es amigo mío, lo respeto, le tengo aprecio. Ocurrió lo del News Divine (la discoteca en que murieron nueve personas durante un operativo mal llevado por la Policía del DF) y así es la política. O uno comete errores, en fin.

–¿El News Divine tuvo como resultado la Jefatura de Gobierno de Mancera?

–No– mete el freno a fondo. –Influyó. No a ese nivel, pero dejó libre el camino para que se llenara un vacío. Ahí estuvo muy cerca Alejandra Barrales; le faltó muy poco. No creció Mario Delgado, igual pudo haber sido.

No puedes suponer, no puedes ser autocomplaciente, tienes que ser muy estricto en una definición. Vimos que un candidato ciudadano con las potencialidades de Mancera era mejor y no nos equivocamos. Fue lo mejor políticamente hablando para la izquierda. La política se mide por los resultados y no por las ambiciones o deseos de las personas. Sí influyen, pero no es lo que determina.

–Quisiéramos pensar que también se mide por la influencia de las ideas en los hechos de gobierno.

–Sí, claro y por las coyunturas, los programas, los imponderables, las determinaciones de los pueblos, las acciones, los errores y los aciertos de los adversarios.

–¿Hubiera sido Presidente Andrés Manuel en el 2006 si hubiera tomado qué otras decisiones?

–Quizá hubo un error de cálculo. Se pensó que no era necesario hacer esa alianza, que era ya insuficiente, que la correlación no la exigía y que se podía ganar con la fuerza que ya se tenía.

–Hablaba usted del ego.

–No quiero personalizarlo y mucho menos en la figura de Andrés Manuel. No quiero aparecer ahora como un disidente de Andrés Manuel. No es leal actuar así. Nunca he sido así y no lo seré. Ya el balance político está hecho. Andrés Manuel ganó, pero para lograr que les respetaran el triunfo debía ganar con mayor ventaja.

El 2012 es otra realidad. No nos alanzó. La izquierda creció mucho, la mejor campaña fue la de la izquierda por el crecimiento, el desarrollo, los votos. La peor campaña, la que más perdió fue la de Peña Nieto, sin duda, porque empezó con un hándicap altísimo, arriba del 50 por ciento y prácticamente se quedó en la raya de la diferencia por la operación de compra de votos y todo eso. No alcanzó el tiempo ni los recursos y los errores del pasado también pasaron su factura.

–Tal vez el error fue el candidato. ¿Era Ebrard?

–Pues sí y no. Es imposible saberlo. Los candidatos que son muy de centro o moderados son muy buenos candidatos en determinadas coyunturas como Mancera, pero también  han sido un desastre en otros momentos. No sabría yo decir si en el 2012 la izquierda se hubiera desdibujado con un candidato centrista o hubiera crecido como lo fue en la capital. Una hipótesis que dice que sí y otra dice que no.

–¿Y la suya?

–Yo no estoy seguro de que hubiera sucedido. No tengo certezas en ese ámbito porque conozco a ambos. Andrés Manuel, estoy convencido, logró y tiene aún un caudal de simpatías enorme que difícilmente se pueden transferir y un ejemplo es que él hace campaña por otros, pero la gente no vota por los otros en su campaña, vota por él.

–Se dice que el riesgo está no en que el PRD pierda la ciudad, sino en que la entregue.

–Por eso tenemos nuestra disidencia fundada y motivada como dicen los abogados en que si hay esa tentación podamos evitarlo.

–¿Y quién va a caer en la tentación?

–Pues el que tenga el corazón tricolor.

–¿Se llama Marcelo Ebrard?

–No yo creo que Marcelo rompió muy fuerte con el PRI, lo vivió y lo viví con él cuando murió Luis Donaldo Colosio y a ellos –incluye a Manuel Camacho– los segregaron y se fueron a la resistencia.

Toda su trayectoria la viví muy cerca de ellos, yo estando en la izquierda, ellos en su proyecto en el Partido del Centro Democrático. Marcelo quemó sus naves y sus puentes. Por eso Camacho y Marcelo y toda la gente de ellos se oponen al Pacto, porque saben que el Pacto sirve para recuperar al PRI y porque ellos lo hicieron. ¿Cómo crees que se llamó el programa que hizo Manuel Camacho para la reconstrucción de los sismos del 85? El Pacto de Concertación Social.

¿Cómo se llamó el programa que hizo Carlos Salinas?  El Pacto por la Estabilidad y el Crecimiento Económico. Si alguien sabe de pactos son ellos y saben que es una forma del PRI para integrar a sus opositores.

–Son distintos, pero iguales…

–Pues se la saben. Y son gladiadores que han competido con las herramientas, pues saben la llave y la contra llave, por eso no creo que Marcelo vaya a esa ruta.

–¿Y Cuauhtémoc?

–No. Cuauhtémoc menos.

–Ya solo queda uno.

–No y habrá otros. A nadie se le puede acusar de lo que no ha hecho, ¿no?

–Es que usted entra y luego se sale, Profesor.

–Sí, pero yo no puedo hacerme responsable de andar lanzando acusaciones.

–¿Andrés Manuel?

–Andrés Manuel cree legítimamente en una transformación política a largo plazo.

–Usted decía que no quería que se le tomara como un disidente de Andrés Manuel.

–No lo soy. Tengo un punto de vista diferente acerca de que creo que él no debió  haber convocado a formar Morena. Pero el 90% de las posiciones políticas que él tiene yo las comparto, por ejemplo la caracterización del Pacto.

–¿Es empecinado y arrogante? ¿Ahí hay un problema?

–Yo diría que es tenaz y persistente y que es como Trosky.

–¿El Pacto sí o el Pacto no?

–Yo creo que el Pacto es un instrumento de control político que beneficiará básicamente al PRI, que lo está beneficiando y que es muy nocivo para las oposiciones tanto de derecha como de izquierda y que visto como estratega de la izquierda es un error.

–Eso lo dicen todos menos quienes lo sostienen…

–Menos los que están en el Pacto. No hemos querido meter a fondo la discordia porque sería una ruptura y esa es parte de la manzana envenenada.

Osorio Chong y otros priistas buscaron a AMLO en 2006, querían acuerdo; Ándres Manuel los rechazó: Bejarano

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