Amante del lujo, el poder y los escándalos, Onésimo Cepeda Silva fue parte de la generación de religiosos que se mimetizaron con la clase política y empresarial de México al grado de ser llamado el “Obispo de las élites”. No obstante, su vocación religiosa fue tardía, a los 33 años se ordenó luego de una desenfrenada vida como rockero, parrandero, banquero y promotor de la tauromaquia. “Se dejó consentir por el priismo y el panismo”, recordó Bernardo Barranco, sociólogo especializado en creencias religiosas y cultura.
Onésimo Cepeda falleció la noche del lunes 31 de enero a los 84 años de edad. Si bien no se precisó la causa, el pasado 9 de enero se informó que el Obispo emérito de Ecatepec había sido internado en un hospital para ser intubado luego de complicaciones por la COVID-19.
Su forma de hablar y actuar, poco propias de un clérigo, convirtieron al Obispo emérito de Ecatepec en una de las figuras religiosas más polémicas en el país. El doctor Bernardo Barranco refiere que Onésimo formó parte del llamado Club de Roma, un grupo de poder paralelo a la estructura de la Iglesia Católica muy influyente que acaparó la interlocución tanto del Vaticano como de la clase política y empresarial de México.
“El Club de Roma estuvo integrado por Girolamo Prigione, Marcial Maciel, Norberto Rivera, Emilio Berlié, Juan Jesús Posadas Ocampo y varios más. Fue un grupo de presión al interior de la Iglesia que jugó de manera paralela a la estructura del Episcopado, mimetizándose con la clase política, primero con el PRI y luego con el PAN”, explicó el experto en religión. “Onésimo es de los últimos de aquella generación de obispos que fueron amantes del poder, que creyeron que al confabularse con la clase política y empresarial del país iban a preservar o incrementar la agenda política, social y religiosa de la Iglesia Católica”.
Su vida religiosa dio varios giros dentro de la Iglesia Católica hasta convertirse, en 1995, en el Primer Obispo de la recién creada Diócesis de Ecatepec. Fue precisamente en ese lugar donde se ganó el título de “Obispo de las élites” debido a que solo atendía a gente rica y sus amigos con poder. También fue el centro de varias polémicas y llegó a tener confrontaciones con figuras de la izquierda mexicana como el actual Presidente Andrés Manuel López Obrador.
Onésimo Cepeda fue el arquetipo del “Obispo mundano”, mencionó Bernardo Barranco. “Le gustaba vivir con el refinamiento de la abundancia y se apoya en una red de relaciones de personas con altos recursos para financiarse”.
“Fue un obispo muy mundano, obsceno en algunos momentos, usaba expresiones y palabras poco propias de un representante de la Iglesia. Por ejemplo, cuando critica a los exlegionarios que denunciaban a Maciel, su amigo, les preguntó por qué tardaron tanto en la denuncia, ‘a mi se me hace que a ellos les gustaba’, dijo. Él tenía ese tipo de expresiones soeces”, detalló Bernardo Barranco.
Pero antes de dedicarse a la vida religiosa y de intentar, sin éxito, obtener una candidatura para una diputación por el partido Fuerza Por México, ya en el final de sus días, Onésimo Cepeda ocupó cargos en empresas importantes y en su currículum está el haber sido cofundador, junto con el empresario Carlos Slim Helú, de la Bolsa Inversora Bursátil, empresa que hoy conocemos como Grupo Financiero Inbursa.
“Hay varios saltos de este personaje, primero un joven reventado, rockero de los años 50 y parte de los 60. Después un empresario bursátil, ambicioso. Luego le entra al tema de la Teología y la Liberación. De ahí salta al grupo de ‘Los Carismáticos’ dentro de la Iglesia Católica, luego tuvo un nuevo reacomodo entre las élites conservadoras y participó en la Guerra Fría eclesiástica. Se alió con Marcial Maciel, Norberto Rivera, Emilio Berlié y conformó el poderoso Club de Roma y ahí se quedó, como un Obispo amante de las élites”, dijo Bernardo Barranco, autor de libros como Norberto Rivera: el pastor del poder (Grijalbo, 2017) y Las batallas del Estado laico: La reforma a la libertad religiosa (Grijalbo, 2016).
DE LA UNAM A SER SOCIO DE SLIM
Nacido en 1937 en la Ciudad de México bajo el seno de una familia de clase media-alta, Onésimo Cepeda estudió leyes en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Fue un joven rebelde, amante del rock, la tauromaquia, los deportes de contacto físico, parrandero y hasta mujeriego, según señalan quienes lo conocieron.
“Onésimo tiene una trayectoria muy atípica, tiene varias metamorfosis, una primera es la de un joven de clase media-alta que estudia derecho en la UNAM, que hace desmadres en su vida juvenil, le gustaban los toros, el rock, manejar motos, los deportes de contacto físico, él era parrandero y hasta mujeriego, pero de repente algo pasa que no sabemos bien”, contó el doctor Bernardo Barranco.
Al ingresar al mundo laboral supo colocarse con empresarios poderosos. En su biografía oficial, publicada en la página de la Diócesis de Ecatepec, refiere que fue el gerente más joven en la banca privada al ocupar a los 21 años ese cargo en el Fiduciario Banco de Londres.
Después trabajó con Carlos Trouyet, uno de los hombres más ricos del país, al mismo tiempo que estudiaba Filosofía.
En 1964, con tan solo 26 años de edad, fundó junto con el empresario Carlos Slim Helú la Bolsa Inversora Bursátil, que con los años se convirtió en Grupo Financiero Inbursa.
También trabajó en empresas importantes como Grupo Financiero Banamex, Banamex-Citygroup, Ingenieros Civiles Asociados (ICA) y Televisa.
Sin embargo, un día decidió poner fin a su vida empresarial y dedicarse a la religión, un camino completamente opuesto a lo que venía haciendo, o al menos eso parecía al principio porque nunca dejó de ser cercano a la élite.
“Yo le dije a Carlos (Slim): ‘Aquí están mis acciones, te las vendo en el mismo precio en que las pusimos con una condición, que si yo no la hago de cura, entonces vuelvo aquí y me vuelves a dar todas mis acciones’. Él contestó: ‘Va. Que tengas suerte’”, dijo Onésimo Cepeda en una entrevista realizada en 2017 para el programa “El Financiero Bloomberg”, conducido por la periodista Adela Micha.
DE SACERDOTE A OBISPO DE ECATEPEC
Aunque la vocación religiosa de Onésimo Cepeda llegó tarde a su vida, sería esto a lo que se dedicaría hasta jubilarse.
Estudió Filosofía en el Seminario de los Misioneros de Guadalupe (1961-1964) y Teología en la Universidad de Friburgo en Alemania (1966-1970). Posteriormente se ordenó como sacerdote a los 33 años.
De acuerdo con el especialista Bernardo Barranco, en sus primeros años sacerdotales se amparó bajo el signo de progresismo católico de la Teología de la Liberación “que en los años 70 estaba muy de moda”. Por ello se asentó en la avanzada diócesis de Cuernavaca (Morelos) bajo el cobijo de Sergio Méndez Arceo, quien lo ordenó sacerdote en 1970 y se convirtió a la Teología de los Pobres.
Pero después Onésimo le dio la espalda a Méndez Arceo y con el tiempo se convirtió en un personaje clave para desmantelar la labor del Obispo.
En 1983 apoyó la persecución contra las comunidades de base de la Diócesis de Cuernavaca encabezada por los obispos sucesores de Méndez Arceo: Juan Jesús Posadas Ocampo y Luis Reynoso Cervantes.
Ese apoyo le significó un avance dentro de la élite católica. Fue prosecretario de la mitra, rector del seminario de Cuernavaca y dirigente nacional del Movimiento de Renovación Carismática, organización que utilizó Posadas para desmantelar la labor de Arceo.
“Fue ecónomo, director de seminario, estaba muy enrolado en esa perspectiva, pero algo pasa y se convierte a los llamados grupos carismáticos, que son aquellos que son más espiritualistas, que cantan, son emotivos, ven a Dios, hablan lenguas, sanan, un poco como los pentecostales. Ayuda al desmantelamiento de todo lo que había hecho Méndez Arceo, ayuda a Posadas Ocampo y a Luis Reynoso”, refirió Bernardo Barranco, especialista en religión.
Fue en estos tiempos cuando Cepeda se unió a la élite conservadora de la iglesia Católica.
“Onésimo Cepeda tuvo un nuevo reacomodo entre las élites conservadoras de la Iglesia Católica y participó en la Guerra Fría eclesiástica. Se alió con Marcial Maciel, Norberto Rivera, Emilio Berlié”, mencionó Barranco.
En 1995 el Papa Juan Pablo II lo designó como el primer Obispo de la recién creada Diócesis de Ecatepec. Como Obispo, presidió la comisión para las Comunicaciones Sociales de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) y fue asesor legal de ese organismo entre 1997 y 2000.
En 2012, al cumplir 75 años, presentó su renuncia al Papa Benedicto XVI, quien se tardó 44 días en aceptarla.
CERCANO AL MEJOR POSTOR: PRI O PAN
Amante de la notoriedad, su paso por la Diócesis de Ecatepec le sirvió para acercarse más al poder y al escándalo.
Onésimo Cepeda se dejó consentir por el priismo mexiquense, en especial estrechó lazos con el Grupo Atlacomulco. De ahí que en tiempo récord construyera una suntuosa catedral en la franja pobre de Ecatepec.
“Era un Obispo dinerero, tanto que construyó la Catedral en Ecatepec en un año, dos meses, reuniendo millones de pesos recaudados en poco tiempo, esto mostraba la penetración que tenía Onésimo en las élites económicas y políticas”, dijo el doctor Barranco al recordar el día de la inauguración de la catedral: 25 de abril de 1999.
De acuerdo con las crónicas periodísticas de aquella época, los alrededores de la catedral estaban llenos de guardias del Estado Mayor Presidencial, pues el entonces Presidente Ernesto Zedillo asistió al evento y el Partido Revolucionario Institucional (PRI) le llevó varios autobuses de acarreados.
Cepeda también fue gran amigo de la familia Hank González, de Arturo Montiel y de los Golden Boys. De hecho, se convirtió en padrino político de personajes como el expresidente Enrique Peña Nieto y el exgobernador Eruviel Ávila, explicó Barranco.
Sin embargo, su cercanía con el PRI no sería exclusiva. Si bien en el año 2000 apoyó la campaña del candidato presidencial priista Francisco Labastida Ochoa, cuando éste perdió la elección el jerarca católico se acercó al panista Vicente Fox Quesada cuando llegó a Los Pinos.
“Apoyó a Labastida, pero cuando gana Fox inmediatamente se va a la sede del PAN a felicitarlo, le lleva una botella de buen vino para descorcharlo, se vincula con la esposa de Fox, le anula para la cuestión de su matrimonio, es decir, fue de esos obispos funcionales a las élites del poder y esto molestaba a sectores del PAN que en diferentes ocaciones lo denunciaron”, detalló el doctor Barranco.
Esa funcionalidad con la que se movía Onésimo Cepeda, congraciándose con quien estuviera en el poder, fue notoria para el Subcomandante Marcos, quien en una entrevista con El Universal publicada en enero de 2001 declaró:
“De Onésimo Cepeda me da risa, porque inmediatamente exhibe cómo va cambiando. Era labastidista a morir, el 2 de julio se hizo foxista y a la hora en la que los zapatistas tengan éxito dirá, ‘yo siempre he sido zapatista, ¡vivan los pobres diablos!’”.
DE ESCÁNDALO EN ESCÁNDALO
Onésimo Cepeda también fue famoso por organizarse fiestas de cumpleaños donde asistía la élite política y empresarial de México. Por ejemplo, en su cumpleaños 70 años declaró que uno de sus amigos era el entonces candidato presidencial del PRI, Enrique Peña Nieto.
Tenía también gusto por la tauromaquia y una inclinación por los Diablos Rojos del Toluca, por lo que era frecuente encontrarlo en el palco del estadio departiendo con prominentes integrantes de la élite política mexiquense.
Pero no solo sus actos causaban polémica, también sus declaraciones.
En 2002 alertó a la feligresía católica por la exhibición de El Crimen del Padre Amaro, una película que retrata el amorío entre un cura con una adolescente. Según el Obispo, la cinta protagonizada por el actor Gael García podría generar violencia y llamó al Gobierno a tomar esto en cuenta.
En el año 2006 arremetió contra Andrés Manuel López Obrador y considero como “estupideces” sus declaraciones al desconocer los resultados del Instituto Federal Electoral (hoy INE). Ayer, en un breve mensaje al inicio de su conferencia matutina el ahora Presidente de la República expresó sus condolencias a la familia de Onésimo Cepeda.
En 2009, cuando la entonces Asamblea Legislativa del Distrito Federal aprobó la unión de parejas del mismo sexo y también la adopción, el Obispo arremetió contra la nueva legislación asegurando que era “una estupidez, no es un matrimonio sino se puede formar un hogar, sino se pueden tener hijos”.
En noviembre de 2010, Onésimo Cepeda fue acusado de fraude y lavado de dinero. Se le acusó de fraude por apropiarse de 42 pinturas de artistas locales y extranjeros incluidas en el testamento de Olga Azcárraga, quien murió en 2003. El Obispo siempre negó las acusaciones.
La denuncia fue interpuesta por la familia Azcárraga, heredera de las obras. Las pinturas reclamadas pertenecían a José Clemente Orozco, Diego Rivera, Rufino Tamayo,Fria Kahlo, Goya, Chagall, con un valor estimado de 130 millones de dólares.
“En un programa de televisión me invitaron a hablar de Onésimo Cepeda, yo no sabía que también lo habían invitado. No nos habían puesto juntos porque sabían que mi postura era crítica hacia él respecto al tema de las pinturas. Él estaba afuera viendo la entrevista y cuando terminó yo iba saliendo y casi me agarra a golpes, me dijo, ‘usted no sabe nada de mi, cómo se atreve, es un intruso’. Lo tuvieron que detener porque ya se me estaba echando encima”, recordó Barranco.
En 2011 el Obispo emérito también causó polémica debido a que manifestó su apoyo al exalcalde de Tijuana, Jorge Hank Rhon, luego de que fuera detenido y acusado del delito de acopio de armas.
La última polémica que protagonizó fue en abril del año pasado cuando anunció sus aspiraciones políticas arropado por Fuerza Por México. Lo hizo con una frase que pasará a la historia: “¿Ustedes se preguntarán que por qué acepto yo ser candidato? Estoy harto de tanto pendejo que gobierna”.
En medio de la polémica, Onésimo buscaba llegar al Congreso del Estado de México. Quería una diputación por el Distrito 21 en la entidad gobernada por Alfredo del Mazo Maza, pero bastó un tajante comunicado de la Conferencia del Episcopado Mexicano y una fuerte llamada del Nuncio Franco Coppola para retractarse de sus aspiraciones.
A principios de este año enfermó de COVID y la enfermedad se le complicó hasta llevarlo al hospital. Murió el 31 de enero a los 84 años. Debido a la pandemia será velado en una ceremonia con pocos asistentes en el panteón francés de la Ciudad de México, tal vez lejos de la notoriedad y los reflectores que siempre lo rodearon en vida.
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