Un juego de números que derivó en presencias y ausencias, así se concibió Superposiciones: arte latinoamericano en colecciones mexicanas, exposición que reúne 56 obras, entre pintura y escultura de 12 artistas, con curaduría de James Oles (Connecticut, 1962).
La muestra se abrirá este sábado en el Museo Tamayo Arte Contemporáneo (Reforma y Gandhi, Bosque de Chapultepec).
Desde que se le invitó a hacer la muestra el año pasado, explica Oles a La Jornada,quiso trabajar con la colección de arte latinoamericano del Tamayo que, no obstante sus 188 obras, cuenta con joyas, hoyos y faltas
.
Tampoco quería, dice, hacer la típica exposición monográfica, retrospectiva, temática, de obras maestras, sino jugar un poco
. Como sabía que el Museo de Arte Moderno (MAM) también posee una colección de arte latinoamericano, empezó a ver qué correspondencias había entre ambos acervos.
Sin embargo, en la medida que en México hay cuatro colecciones relevantes de arte moderno latinoamericano, las dos públicas ya mencionadas y las particulares Femsa y de José Antonio Pérez Simón, Oles, quien pensaba más bien en obras desde los años 30 hasta los 70 y 80 del siglo pasado, quiso saber qué artistas estaban representados en por lo menos dos de ellas, con un mínimo de cuatro obras.
La lista es: Marcelo Bonevardi, Julio Le Parc y Rogelio Polesello (Argentina); Claudio Bravo y Roberto Matta (Chile); Sergio de Camargo y Arcangelo Ianelli (Brasil); Wifredo Lam (Cuba); Armando Morales (Nicaragua); Omar Rayo (Colombia); Jesús Rafael Soto (Venezuela), y Joaquín Torres García (Uruguay).
Ningún artista está en las cuatro colecciones y si no se incluyen mujeres es porque su presencia en esos acervos es escasa. Sin embargo, Oles menciona a Mira Schendel (Brasil), en Femsa; Raquel Forner (Argentina), Marina Núñez del Prado (Bolivia) y Fanny Sanín (Colombia), MAM; Martha Boto (Argentina) y María Leontina (Brasil), Tamayo, y Liliana Porter (Argentina/Estados Unidos), Tamayo y Femsa.
Ningún mexicano en la muestra
Para esta exhibición, en la que no imperó el gusto del curador, tampoco se incluyeron mexicanos, con la finalidad de resaltar el coleccionismo de artistas de otras tierras. Quedaron fuera el guatemalteco Carlos Mérida y el alemán-mexicano Mathias Goeritz, quienes hicieron sus carreras aquí.
Oles reconoce que es extraño incluir cinco obras de Ianelli y ninguna de Fernando Botero, pero sólo había dos del colombiano entre las cuatro colecciones. Por eso tampoco figura Carlos Cruz-Diez. Las piezas son representativas del constructivismo, la abstracción geométrica, el cinetismo, el hiperrealismo y el surrealismo.
Superposiciones… también juega con el término y concepto de arte latinoamericano que, a final de cuentas, es una “construcción, un invento, con múltiples definiciones. En el contexto de una casa subastadora significa una cosa y en el de un coleccionista, otra. Luego, hay artistas como Claudio Bravo, quien negaba ser latinoamericano. Nacido en Chile, hizo su carrera en España y Marruecos, y no quería afiliarse con Latinoamérica.
Por otro lado, Torres García fue aferrado con la idea de Latinoamérica. Formó parte de su concepto de ser americano del sur. Invertir el mapa, entonces, es el más latinoamericano de los latinoamericanos porque le importaba
.
Fuente: La Jornada