La maternidad no solo se da en las mujeres, sino también en otras especies como las perritas y es doloroso también para ellas cuando sus cachorros sufren. Una perrita Pastor Alemán no podía con su dolor, aullaba y ladraba en su pesar, ya que al dar a luz únicamente a un canino, este murió, su corazón estaba de luto, sus gritos de angustia se escuchaban por doquier, pero unos rescatistas la ayudaron y sanaron su corazón para encontrar un nuevo motivo para ser feliz.
Perrita pasa por un triste duelo al ver morir a su cachorrito
La historia de rescate compartida por Hope For Paws llega hasta el corazón más duro. Una canina Pastor Alemán a la que nombraron como Kailani había dado a luz a un solamente cachorrito, pero este venía con deformaciones y en mal estado de salud por lo que no logró a sobrevivir, pero ella, como buena madre se negó a dejarlo, no lo dejaba de lamer con la esperanza que abriera los ojitos o respirara y estaba a la defensiva con cualquier persona que se acercara.
Los vecinos se percataron de la profunda tristeza de la canina y es donde decidieron hablarle a la organización animalista sin fin al lucro y los fundadores, Eldad y Audrey Hagar se hicieron presentes para poder ayudarla. Kailani estaba a la defensiva, no dejaba que le ayudaran e incluso se ponía a con el cadáver de su cachorro.
Trataron de darle un poco de comida para así convencerla de llevarla con ellos, sin embargo, ella seguía agresiva, así que no le quedó de otra al rescatista que utilizar un método poco usual que era utilizar un gancho. Una vez que se aseguraron de que no los mordería fueron a ver al pequeño canino sin vida, tenía signos de deformidad y le faltaba una extremidad, y la camada habían fallecido por mortalidad perinatal. Posteriormente, la subieron a una jaulita cómoda para trasladarla a su refugio.
Una segunda oportunidad de ser feliz para Kailani
Una vez que llegó al refugio trataron de acogerla y decirle cosas lindas para que estuviera más feliz y aunque trató de adaptarse, el sufrimiento se apoderaba de ella y se deprimía, tanto así que aullaba de tristeza. Los voluntarios le dieron un peluche para que lo abrazara y pudiera con su pena. Al día siguiente ella estaba de mejor humor y todos en el recinto se alegraron por ella.
El segundo paso era esterilizarla para evitar de nuevo ese sufrimiento por lo que se sometió a la cirugía y todos la apoyaban para que estuviera mejor. A los días se miraba más radiante, como si se hubiera dado la oportunidad de ser feliz de nuevo, dejando aquel dolor que la comía por dentro. La pérdida de su cachorro no la olvidaría, pero, aun así, ella merecía una segunda razón de vivir feliz y era hacer de sus días más alegres a lado de personas que la amaran.
Bunko