El grupo “Hablemos de Hikuri” advirtió que extraer peyote de su entorno para prácticas ajenas a su uso tradicional amenaza gravemente a esta cactácea. Por ello, hicieron un llamado urgente a la ciudadanía para que no participen ni promuevan ceremonias de turismo psicodélico que disfrazan estas actividades como medicina alternativa, ya que esto daña su supervivencia en la naturaleza.
La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) pronto reconocerá oficialmente al peyote, también conocido como Hikuri, como una especie en peligro de extinción. Esta decisión fue impulsada por un grupo de trabajo interdisciplinario que, junto con la consultora ASAAM, reunió evidencia científica para sustentar esta medida.
De acuerdo con “Hablemos de Hikuri”, esta declaración no afectará a los pueblos indígenas, como el Wixarika, que consumen el peyote como parte de sus ceremonias tradicionales. Para ellos, el uso ritual está protegido por sus derechos y costumbres, por lo que no habrá ninguna restricción.
En contraste, cualquier persona ajena a estas comunidades que extraiga o comercialice peyote enfrentará consecuencias legales. Según el artículo 420 del Código Penal Federal, podrían recibir penas de uno a nueve años de prisión o multas de entre 300 y 3 mil Unidades de Medida y Actualización (UMAs).
El proyecto que llevó al peyote a ser clasificado en mayor riesgo fue presentado en 2021 a la Semarnat. La propuesta, titulada “Propuesta de cambio de categoría de la NOM-059-SEMARNAT del Lophophora williamsii, de sujeta a protección especial (Pr) a en peligro de extinción (P)”, fue elaborada por el estudiante de Ingeniería Ambiental José Carlos Covarrubias Bautista, con apoyo de académicos de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí y el cofundador de “Hablemos de Hikuri”.
Para hacer esta evaluación, se usó el método de la NOM-059-SEMARNAT-2010, que determina el riesgo de extinción de especies en México. El resultado del análisis dio un valor de 2.09, lo cual es suficiente para ubicar al peyote en la categoría de “en peligro de extinción”, ya que el mínimo necesario es 2.
Esto se debe a que la presión ejercida por las actividades humanas ha deteriorado considerablemente el hábitat donde crece esta planta sagrada, y las poblaciones silvestres que aún existen ya no tienen condiciones viables para sostenerse a largo plazo.
Finalmente, los responsables del proyecto destacaron que proteger al peyote también es proteger los ecosistemas en los que vive. Preservar la especie en su entorno natural es clave para asegurar que la biodiversidad y la vida comunitaria continúen floreciendo.