Estela Ambriz Delgado
Además de ser un Área de Protección de Flora y Fauna (APFF), la Sierra de San Miguelito también podría ser declarada Patrimonio Cultural. En diversas áreas rocosas de esta sierra se han encontrado pinturas rupestres que datan de entre el año 1000 a.C. y el 700 d.C., aunque, al compararlas con figuras similares del norte de México, el sur de Estados Unidos, el norte de Europa y el Amazonas, podrían ser mucho más antiguas, posiblemente del año 3000 a.C., de acuerdo con el ingeniero geólogo Adolfo Rojano Guido.
El geólogo quien lleva más de 8 años investigando el arte rupestre en la Sierra de San Miguelito, concretó su investigación en una tesis para su Maestría en Ciencias del Hábitat en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP). Entre los hallazgos más relevantes, destacan la ubicación de 35 sitios con vestigios distribuidos en cinco áreas, la identificación de una cultura más antigua de lo que se creía en los valles de San Luis Potosí y San Francisco de Villa de Reyes, y la interpretación de las pinturas rupestres en relación con el paisaje.
Relató que su trabajo comenzó con una exploración geológica, y al encontrar que no había estudios al respecto y que al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) no le interesaba el tema ni hacer un levantamiento, decidió investigar más a fondo con ayuda de algunos allegados, así como de los habitantes de los núcleos de población inmersos en el APFF, y hacer un análisis más allá de la catalogación que normalmente se hace de los tamaños y formas de las pinturas.
Los hallazgos
Rojano Guido explicó que quienes habitaron la sierra mantenían una férrea medición del tiempo, ya que algunas pinturas presentan simbología asociada a este tema. Un símbolo recurrente es una especie de ciempiés, cuya distribución ha sido observada en diversas partes del mundo. Al investigar su relación con culturas del norte de México y el sur de Estados Unidos, descubrió que su origen podría remontarse al norte de Europa, con una antigüedad estimada de entre 3000 y 4000 años.
Señaló también que algunos han intentado asignar fechas más recientes a las pinturas rupestres para justificar la destrucción de los sitios, con el fin de invadir con fraccionamientos la sierra. Sin embargo, calcula que estas pudieran tener una antigüedad aún mayor al año 1000 a.C, aunque aún falta realizar estudios con radiocarbono y espectrometría para determinar su fecha exacta.
Detalló que los estudios realizados desde el Paleolítico indican que el símbolo del ciempiés se representa como escurrimientos de agua, ya que es una línea central con pequeñas ramificaciones, que simbolizan el río en el centro de la sierra y los escurrimientos en el valle. En este sentido, comentó que el símbolo sugiere habitabilidad, es decir, era un sitio donde se vivía y dormía, pues las pinturas rupestres indican que utilizaban los espacios más de una vez; migraban y volvían.
Recientemente el investigador encontró que el símbolo fue descubierto también en el Amazonas y hay científicos que están investigando al respecto. Asimismo, en el territorio mexicano en Hermosillo, Sonora, entró en contacto con un profesor emérito de la UNAM con quien en próximos días verá la posibilidad de ir allá y que él pueda visitar la entidad potosina para enriquecer su investigación y hallar la posible relación del “ciempiés”.
Dio a conocer que también se han hallado figuras geométricas, de las que han establecido su conexión con algunas piedras modificadas en el paisaje, a las que denomina “geomorfos”. Estas son figuras humanoides de piedra, que constantemente encontró cercanas a las pinturas rupestres, las cuales, por las características de la roca, sería imposible que hubieran sido moldeadas solamente por la naturaleza, como afirman algunos arqueólogos.
Se tienen ubicados hasta 35 sitios; sin embargo, no todos tienen pinturas rupestres, puesto que algunos, como las figuras geomorfas, son modificaciones del entorno y existe la expectativa de que el número irá aumentando conforme sigue avanzando con el estudio en el doctorado.
El conocimiento ancestral de los ejidos y comunidades
Tanto para encontrar muchos de los sitios, como para obtener una interpretación mucho más nutrida sobre los diversos símbolos, el apoyo de los pobladores de los núcleos agrarios inmersos en la sierra fue fundamental para el trabajo del geólogo.
Al respecto, Rojano Guido afirmó que es necesario darle su lugar al conocimiento ancestral que tienen algunos habitantes acerca de los sitios, que es parte de su tradición oral. Por lo que conocen los nombres y detalles, que van pasando de generación en generación, aunque los grupos que realizaron esas pinturas ya no existan.
En el análisis que realizó, sumado a la aportación de personas del ejido Jesús María, encontró que las pinturas pueden tratarse de cartografías, más que símbolos. Los pobladores le explicaron que el primer panel que ubica en esa zona es un mapa que indica la forma de llegar a espacios más adentro de la sierra, en donde se encuentran más pinturas.
Además, afirmó que los grupos que dejaron dichos vestigios eran culturalmente ricos, pues desarrollaron un tipo de protoescritura, lo que usaban para guiarse en el uso del espacio, además de las figuras geomorfas que usaban como puntos estratégicos para ubicarse conforme hacían sus migraciones en los espacios.
Hacia la exploración de sitios ceremoniales
La investigación sobre estos vestigios continuará durante el doctorado que el geólogo acaba de iniciar, buscará hacer una línea de seguimiento de ese símbolo y tratar de ubicar el origen más antiguo que pudiera tener, además de que está proponiendo abordar la conexión que hay con el paisaje y la pintura rupestre.
Además, Rojano Guido dio a Astrolabio la premisa de que en sus próximos estudios buscará establecer la cercanía de los sitios con pozas de agua, y avanzar en el análisis de otra de las figuras que se repiten además del ciempiés, que es una columna de
piedra rodeada de otras rocas, como una especie de centro ceremonial, porque también existen en la sierra este tipo de espacios ceremoniales, que pudieron tener diferentes usos.
“Próximamente ya voy a llevar los aparatos de escáner 360, el dron y todo lo que se requiere para poderla documentar, medirla, es decir, vamos a profesionalizar esto de la relación del espacio con las pinturas. Entonces van a empezar a aparecer centros ceremoniales, y va a cambiar la concepción que tenemos de los grupos que ahí habitaron”.
Al respecto detalló que buscará establecer esa relación con el paisaje, y por ejemplo en el caso de ese centro ceremonial hacer mediciones astronómicas, y determinar su la orientación respecto al Sol y la Luna en determinada época del año, lo que formará parte del trabajo del Laboratorio de Patrimonio Cultural que se tiene en la Facultad del Hábitat.
También se buscará contactar a las tribus del norte de México, y a los grupos que todavía existen en el sur de Estados Unidos, para la posibilidad de traer a uno de ellos ya documentar la lectura que pudiera hacer de las pinturas.
La Sierra como Patrimonio Cultural
El investigador considera que conforme avance en sus estudios la sierra va a ir arrojando cada vez más sitios, lo que puede abonar al proyecto para lograr que la Sierra de San Miguelito también sea declarada como Patrimonio Cultural.
Para ello ya ha elaborado unas fichas de cada uno de los sitios con las coordenadas, las cuales fueron proporcionadas por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) a nivel federal, pues el Centro INAH estatal se negó a apoyarle por no contar con estudios de arqueología o antropología, y por el contrario pretendieron obstaculizar la labor del geólogo, quien optó por contactar a la encargada del arte rupestre a nivel nacional.
Adolfo Rojano indicó que posteriormente entregará las fichas con los datos correspondientes al instituto, para que se haga el registro de los sitios, además de que estará en contacto con la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), así como con la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) para lograr que la sierra se decrete también Patrimonio Cultural.
“El interés número uno es que se protejan los sitios, y más ahora que pues hay miles de grupos de senderistas, que muchas veces van, se toman la foto, agarran las pinturas o les echan agua (…) y pues ahora en este doctorado se va a involucrar al grupo de restauración de la Universidad Autónoma, para que ellos vayan y nos ayuden a restaurar los sitios, porque ya de tanta agua que le están echando se le están formando capas de sal”.
Para concluir el tema, el investigador señaló que para poder materializar este proyecto se requiere del apoyo del gobierno federal y estatal, aunque en el caso del segundo, precisó que si bien no se espera que pudiera intervenir a favor, ya que se han evidenciado otro tipo de intereses con la construcción de la Vía Alterna, sin embargo pide tanto al gobierno del estado como al Centro INAH, no obstaculicen el trabajo, y que “no le metan el pie” a las comunidades, pretendiendo expropiarles los sitios que les pertenecen.
En este sentido subrayó que, si las autoridades estatales tuvieran otra visión, podría hacerse el manejo del APFF como una reserva ecológica, en la que además de preservar el sitio, se generarían recursos para el estado con el turismo, y se podrían ofrecer de empleos bien remunerados a los habitantes de la sierra.