Existe la idea de que las serpientes constrictoras –pitones, boas y anacondas– despachurran a sus presas, transformándolas en un informe y sanguinolento amasijo de huesos triturados y carne picada. Tranquilos, no ocurre así. En realidad, la muerte se produce lentamente por asfixia. Cada vez que jadeas, el ofidio cierra un poco mas sus anillos hasta que la lengua se te pone morada, los ojos se te salen de las órbitas, los pulmones se colapsan y el corazón te explota. Después, a no ser que seas muy ancho de hombros, abrirá sus fauces y se te tragará enterito.Foto: Michel Gunther
¿Quién la tiene más larga?
El récord de longitud de las serpientes, o por lo menos de las que viven en cautividad, lo ostenta desde 2011 Medusa, una pitón reticulada que trabaja como actriz para una productora de cine en Kansas City (Estados Unidos): 7,67 metros, una bestia tan larga como un autobús y de 159 kilos de peso.
Para hacer la foto que aparece en el Libro Guinness de los Récords se necesitaron más de 15 hombretones (para sujetar la serpiente, no la cámara). La pitón reticulada (Python reticulatus) habita las densas selvas húmedas del sureste de Asia, desde Myanmar, Tailandia, Laos, Vietnam y Malasia hasta Indonesia, las Islas Molucas y Filipinas. En África existe otra especie de tamaño similar, la pitón de roca (Python sebae).
Comedoras de niños
Su dieta suele consistir en mamíferos de mediano o gran tamaño, incluidos perros y gatos, aunque hay casos documentados de seres humanos devorados por pitones, casi siembre adolescentes, mujeres o niños. Recientemente se ha descubierto la simbiosis alimentaria entre la pitón reticulada y los aeta o negritos de la isla filipina de Luzón, un grupo de cazadores recolectores de pequeña estatura (el peso medio de un adulto es de 44 kilos), similares a los pigmeos y bosquimanos de África, que hoy casi ha desaparecido. Un estudio publicado por la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos sugiere que las dos especies –humanos y serpientes– solían comerse entre ellas; ambos eran depredadores y presas, y competían entre sí por otros animales en una sorprendente relación ecogastronómica.
Fuente: El País