10/02/25
ÉTICA “La política es la conducción de los asuntos públicos para el provecho de los particulares”, sentenció Ambrose Bierce con su característico sarcasmo. En México, esta definición parece más una norma que una crítica. La llamada Cuarta Transformación (4T) prometió ser un cambio radical en la vida pública del país, pero en la práctica ha sido un festín de cinismo donde la ética es solo una palabra vacía, utilizada como un disfraz para justificar lo injustificable.
ÉTICA San Luis Potosí no es la excepción a esta degradación moral. Los políticos locales, en su afán de congraciarse con el poder central, han convertido la simulación en una virtud. Desde los legisladores hasta los alcaldes, vemos discursos inflamados de supuesta lucha contra la corrupción mientras se reparten contratos, se blindan presupuestos para el clientelismo electoral y se justifica el nepotismo con el pretexto de la “unidad”. Aristóteles, en su Ética Nicomáquea, advirtió que la política debía orientarse al bien común, pero en la 4T este ideal ha sido sustituido por la lealtad ciega y la impunidad como moneda de cambio.
ÉTICA El cinismo de los políticos aliados de la 4T radica en su capacidad para acomodar la moral a conveniencia. Jean-Paul Sartre afirmaba que “somos responsables de lo que hacemos con lo que han hecho de nosotros”, pero en el discurso oficialista, la culpa siempre es de alguien más: de los neoliberales, de la oposición, de los medios críticos. Nunca de quienes han usado el poder para enriquecerse o para perpetuar su dominio a costa del erario.
ÉTICA En San Luis Potosí, la 4T se ha mimetizado con las viejas prácticas del poder. Se prometió erradicar el influyentismo y la corrupción, pero los escándalos de desvíos, moches y opacidad en contratos no han disminuido, solo han cambiado de manos. Como decía Nietzsche, “la política es el campo de trabajo de ciertos cerebros mediocres”, y en la política potosina, esos mediocres han encontrado un refugio perfecto en la 4T.
ÉTICA La gran pregunta es si la ética tiene algún espacio en este panorama. Kant sostenía que la moral debía estar basada en principios universales, no en conveniencias temporales. Sin embargo, los políticos actuales han logrado convertir la ética en un discurso maleable, en el que se condena la corrupción del pasado mientras se normaliza la del presente. En este México de la 4T de cómplices y oportunistas, la ética es un espejo roto en el que nadie quiere verse reflejado.
Ich.- Si alguien dudaba de la deriva conceptual de la Secretaría de Cultura de San Luis Potosí, su reciente anuncio de organizar un “festival del auto antiguo” despeja cualquier incógnita: la cultura oficial ha quedado reducida a una ocurrencia sin brújula ni propósito. En un estado con una riqueza cultural vasta y una deuda histórica con sus creadores y promotores, resulta un despropósito que la dependencia encargada del desarrollo cultural se enfoque en la exhibición de automóviles, como si la cultura fuera un adorno o una excusa para eventos sociales sin contenido.
Un festival del auto antiguo podrá ser una iniciativa válida desde una secretaría de turismo o desarrollo económico, pero desde la instancia que debería fomentar la literatura, las artes plásticas, la música y el patrimonio cultural, resulta un síntoma de la degradación institucional. La cultura es identidad, es historia, es reflexión crítica; no una simple cartelera de entretenimiento frívolo. La Secretaría de Cultura demuestra que su misión ya no es el desarrollo del pensamiento ni la promoción de las artes, sino la gestión de eventos anecdóticos que poco o nada tienen que ver con la verdadera esencia cultural.
Hasta mañana.