POPOL VUH 107

DESTACADOS, OPINIÓN, POPOL VUH

Por Mario Candia

10/04/25

FUEGO AMIGO La autodenominada Cuarta Transformación está mostrando sus primeras señales de agotamiento interno. Esta semana, el Senado dejó claro que ni las mayorías aparentes alcanzan cuando las ambiciones individuales y los intereses de grupo se imponen. Morena y sus aliados no lograron la mayoría calificada para elegir a más de 50 jueces electorales. ¿La razón? No fue la oposición. Fue la abstención y el voto en contra de senadores de su propia bancada. La gran maquinaria morenista, que presume cohesión ideológica, está enfrentando una fragmentación cada vez más inocultable.

PVEM Un actor en particular empieza a jugar con piezas propias: el Partido Verde Ecologista de México. Lo que en otros tiempos fue un partido satélite, hoy actúa con una autonomía desafiante y calculada. La votación reciente sobre la Ley contra el nepotismo es prueba de ello. La iniciativa, impulsada por la presidenta Claudia Sheinbaum, contemplaba su entrada en vigor en 2027. Sin embargo, el Senado, con el aval del Congreso y bajo presión del PVEM, la modificó para que surta efecto hasta 2030. ¿El motivo? Asegurar que la esposa del único gobernador del PVEM, el potosino Ricardo Gallardo, tenga vía libre para buscar la gubernatura.

EN LO OSCURITO Este acto legislativo no solo fue un mensaje claro: los acuerdos políticos pesan más que las convicciones públicas. También fue una desautorización directa a la propia presidenta, quien fue doblada por los hombres duros del morenismo y los cálculos fríos del Verde.

DELEGADOS VS. GOBIERNO La fractura no es solo nacional. En San Luis Potosí, el epicentro de esta jugada, la división ya es un hecho consumado. Los delegados federales alineados al proyecto presidencial se enfrentan abiertamente con los funcionarios estatales. Recientemente, Gallardo acusó a los delegados federales de negarse a coordinar trabajos con el gobierno estatal, señalando que “toman la bandera de su partido político y ven al gobierno del estado como un enemigo”. ​La lucha por el control del territorio político es evidente y cada vez más ríspida. El “gallardismo” ha dejado de simular una subordinación a Morena y empieza a diseñar una ruta alterna, sin pedir permiso y con fuerza propia.

El PVEM ha dejado de ser un socio menor. Está dispuesto a imponer condiciones, incluso si eso implica patear el tablero y exhibir las contradicciones dentro de la 4T. A estas alturas, ya no se puede hablar de un bloque compacto, sino de una alianza tambaleante, donde cada quien jala por su lado mientras presume unidad en los discursos.

EL ORDEN Lo ocurrido en el Senado no es un traspié menor. Es el síntoma de un poder que ya no se disciplina fácilmente. Y si Morena no logra poner orden entre los suyos, serán sus propios aliados los que terminen marcándole la ruta. La transformación, a este paso, seguirá siendo para beneficio de unos cuantos. Y lo peor: ni siquiera serán morenistas.

Hasta mañana.

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