POPOL VUH 116

DESTACADOS, OPINIÓN, POPOL VUH

Por Mario Candia

25/04/25

LA PRENSA En el México actual, la relación entre el gobierno y los medios de comunicación ha mutado a una forma de control narrativo que va más allá del simple manejo de la imagen pública. Nos enfrentamos a un fenómeno donde el poder, lejos de someterse al escrutinio de la prensa, pretende erigirse como su propio periodista, editor y columnista. Esta transformación es evidente en los espacios oficiales de comunicación, como las conferencias matutinas instauradas por el expresidente López Obrador y recicladas, con ajustes, por su sucesora Claudia Sheinbaum. Lo que en teoría debería ser un ejercicio de transparencia se ha convertido en un púlpito de autoelogio donde se desacredita sistemáticamente a toda crítica como “conspiración conservadora”.

LOS OTROS DATOS La lógica del poder ha invertido los papeles: ya no se trata de rendir cuentas, sino de imponer verdades. Lo preocupante no es solo el discurso presidencial, sino el entusiasmo con el que muchos funcionarios públicos han adoptado esta estrategia comunicativa como un dogma. Desde los tres niveles de gobierno, se despliegan campañas, vocerías y ruedas de prensa no para informar, sino para reafirmar su narrativa. La autocrítica ha sido desterrada y sustituida por una versión oficial de los hechos donde no hay errores, ni omisiones, ni abusos: siempre hay “otros datos” o en su caso todo es parte de un “plan superior” al que solo se oponen los “enemigos del pueblo”.

LOS NUEVOS ENEMIGOS Este modelo autorreferencial impide cualquier forma de evaluación real. La administración pública se repliega en sí misma y convierte en enemigos a periodistas, académicos o ciudadanos que exhiben datos incómodos o denuncian actos de corrupción. La sección “Quién es quién en las mentiras” de las mañaneras fue solo un ejemplo burdo de esta práctica: ahí no se debate, se sentencia; no se responde, se difama. Así, el poder sustituye el diálogo por la diatriba, y el debate por la descalificación.

OBSTÁCULO El periodismo crítico, pieza clave de cualquier democracia funcional, se convierte entonces en un obstáculo que debe ser neutralizado. No con censura directa, que aún escandaliza, sino con linchamientos verbales, reducción de presupuesto, selección arbitraria de acreditaciones a conferencias o campañas de desprestigio digital. Al final, el mensaje es claro: solo quien aplaude tiene derecho a hablar.

CENSURA 2.0 Ayer, en un paso todavía más preocupante, se aprobó en comisiones una polémica iniciativa que permite al Estado censurar y bloquear plataformas digitales bajo criterios ambiguos y discrecionales. La excusa es combatir “contenidos nocivos”, pero en la práctica se otorga al gobierno un poder sin precedentes para restringir información incómoda, limitar el acceso a redes sociales y castigar la disidencia en internet. El intento de control narrativo ya no se conforma con los medios tradicionales: ahora avanza sobre el último espacio relativamente libre que quedaba para la crítica ciudadana.

PROPAGANDA Frente a esta lógica del poder absoluto en la comunicación pública, urge defender la pluralidad, el disenso y el derecho a cuestionar. Un gobierno que no tolera la crítica es un gobierno que no quiere corregirse. Y un país sin prensa libre —y ahora, bajo amenaza de apagones digitales— es un país que se aísla en su propia propaganda. Cuando la narrativa oficial suplanta la realidad, la democracia se vacía de contenido y solo queda una voz única, ensimismada, que se habla a sí misma mientras silencia a todos los demás.

Ich.- Bajo el programa “Ecología Táctica”, se clausuró un tiradero clandestino de basuraen la colonia Terremoto y ya se tiene en la mira a otros diez sitios, ya plenamente identificados, los cuales serán intervenidos en los próximos días. Con este tipo de medidas, la autoridad municipal busca enviar un mensaje claro de cero tolerancia para quienes insistan en contaminar la ciudad con depósitos irregulares de desechos.

Hasta el lunes.

Compartir ésta nota:
Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp