POPOL VUH 137

DESTACADOS, OPINIÓN, POPOL VUH

Por Mario Candia

27/05/25

HÁBITOS ATÓMICOS James Clear asegura que basta con mejorar un 1% cada día para transformar la vida. Que los grandes cambios no llegan de golpe, sino de la constancia microscópica, casi invisible, de los hábitos. Su libro Hábitos Atómicos se ha convertido en una especie de biblia moderna para los entusiastas de la productividad, los emprendedores en serie y los predicadores de la superación personal. Y sí, hay lógica en sus planteamientos. Pero también hay algo profundamente injusto en esa lógica: parte del supuesto de que todos jugamos el mismo juego, en la misma cancha, con los mismos zapatos.

SUPERVIVENCIA ¿Qué significa “crear un sistema de hábitos positivos” cuando vives en una casa sin agua potable, sin refrigerador, sin horarios estables porque trabajas en tres lugares diferentes para ganar lo justo para no morir de hambre? ¿Cómo “diseñar tu entorno” para que los buenos hábitos te resulten obvios, cuando tu entorno está diseñado para que sobrevivas, no para que prosperes? ¿Desde qué lugar se puede afirmar que “la disciplina personal lo es todo”, si la mitad de tu energía diaria se va en sortear la precariedad, la violencia, el transporte público infame o las jornadas de explotación disfrazadas de oportunidad?

RESISTIR El problema de los libros como Hábitos Atómicos no es su contenido, sino su punto de partida: la comodidad de quien ha olvidado lo que significa el vértigo de la carencia. Su discurso es eficaz, pero también miope. Nos promete que, con fuerza de voluntad, un calendario bien organizado y una app para rastrear tu progreso puedes cambiar tu vida. Lo que no dice es que, para muchos, la única rutina posible es resistir.

EL PUEBLO Y en esa misma lógica cae el discurso de la llamada Cuarta Transformación: ese relato cómodo que afirma que fue “el pueblo” quien tomó el poder, como si con marcar una boleta se hubieran resuelto décadas de desigualdad. Nos repiten que ahora “el pueblo manda”, que “el poder está en la gente”, y que esta es una era de redención popular. Pero en los hechos, ese empoderamiento es más simbólico que tangible. Las carencias siguen ahí, los servicios siguen colapsando, la inseguridad sigue escalando, y el acceso a oportunidades reales sigue reservado para los de siempre, ahora bajo un nuevo color.

PLACEBO POLÍTICO Esa narrativa, al igual que la autoayuda, sirve para reconfortar, no para transformar. Es un placebo político: le dice al marginado que es protagonista, aunque su realidad cotidiana lo siga tratando como espectador. Se predica la soberanía del pueblo, pero se perpetúan los mismos mecanismos que lo subordinan: clientelismo, simulación, dádivas que sustituyen derechos.

LOS INVISIBLES No hay duda de que los hábitos importan. También en la pobreza hay disciplina, también en la calle hay constancia. El vendedor ambulante que madruga todos los días sin falta; la madre que administra milagrosamente la despensa para que alcance; el estudiante que, a pesar de todo, insiste en soñar. Pero esos hábitos no se escriben en libros ni se celebran en podcasts motivacionales. No generan likes. Son silenciosos, ingratos, invisibles. Y, sin embargo, sostienen al país.

Hasta mañana.

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