Por Mario Candia
12/06/2025
PEMEX La petrolera nacional no es un símbolo de soberanía, ni un motor de desarrollo. Es un socavón fiscal, una ruina maquillada con discursos patrioteros. Petróleos Mexicanos, la “empresa de todos los mexicanos”, ha sido reducida por el obradorismo a emblema de un nacionalismo oxidado, mientras su deuda, sus pérdidas y su corrupción se han multiplicado como pozos sin fondo.
DEUDA La deuda financiera de Pemex alcanzó al primer trimestre de 2025 los 109 mil millones de dólares, según su último reporte enviado a la Bolsa Mexicana de Valores. Es la petrolera más endeudada del planeta. Solo en este primer trimestre perdió 74 mil millones de pesos, y lo más grave: de cada barril que produce, pierde dinero. Refinar no es negocio, pero el gobierno insiste en seguir quemando presupuesto en Dos Bocas, esa obra faraónica que hoy apenas opera al 10% de su capacidad.
HUACHICOLEO El huachicoleo, que según López Obrador fue “prácticamente erradicado” en los primeros meses de su gobierno, hoy está más vivo que nunca. Datos de la propia Secretaría de la Defensa Nacional revelan que entre enero y mayo de 2024 se detectaron más de 7 mil tomas clandestinas, lo que representa un incremento del 45% respecto al mismo periodo de 2023. Guanajuato, Hidalgo, Puebla y el Estado de México encabezan la lista del robo institucionalizado de combustible.
HUACHICOLEO FISCAL Pero el verdadero saqueo no se hace con mangueras, sino con facturas. En lo que va del sexenio, el “huachicoleo fiscal” ha costado al país más de 400 mil millones de pesos, según estimaciones del SAT. El esquema es sencillo: empresas fantasmas que simulan comprar, vender o transportar combustibles para deducir impuestos o evadir el IEPS. Algunas están ligadas a concesionarios de Pemex. Otras, a políticos locales. La Unidad de Inteligencia Financiera lo sabe. Pero calla.
RESCATE La Auditoría Superior de la Federación ha documentado desvíos en Pemex por más de 67 mil millones de pesos entre 2019 y 2023. Y sin embargo, no hay responsables sancionados. El discurso de “rescatar” a Pemex ha sido apenas eso: un discurso. Lo que en realidad ha hecho la 4T es blindar a la empresa para que opere sin rendición de cuentas. Lo dijo la Auditoría: la petrolera mantiene contratos con proveedores sancionados, oculta cifras de costos operativos y evade auditorías internas. ¿Transparencia? Solo la de las pérdidas.
AFERRADOS El régimen apostó a una épica petrolera en pleno siglo XXI. Ignoró el cambio climático, la transición energética global y el desplome de la rentabilidad petrolera. Mientras el mundo migra hacia energías limpias, México sigue aferrado a un tótem que ya no produce ni prosperidad ni seguridad energética. Lo que sí produce, en cantidades industriales, es deuda. La pregunta no es si Pemex puede salvarse. La pregunta es:
¿quién nos va a salvar de Pemex?
Hasta mañana