POPOL VUH 155

DESTACADOS, OPINIÓN, POPOL VUH

Por Mario Candia

20/06/25

LA CEDAW México se presentó esta semana ante el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer de la ONU. Fue durante la 91ª sesión de la CEDAW, en Ginebra, donde la delegación mexicana, encabezada por la secretaria de las Mujeres, Citlalli Hernández Mora, intentó vender al mundo la imagen de un país progresista que cuida, protege y empodera a sus mujeres. Se enumeraron programas, se recitaron cifras, se hablaron de reformas estructurales y se pronunciaron frases altisonantes sobre justicia de género y transformación institucional. Pero ni la retórica feminista ni las gráficas de PowerPoint pudieron ocultar la herida abierta que sangra todos los días: la violencia sistemática contra las mujeres y la negligencia del Estado hacia quienes, con pala en mano, buscan a sus hijas en fosas clandestinas.

EL INFORME El gobierno mexicano presumió la reducción del abandono escolar —75 % en nivel básico, 26 % en media superior y 18 % en superior—, una baja del 10 % en embarazo adolescente, la ampliación de la “Pensión Bienestar” y la implementación de una “Nueva Escuela Mexicana” con perspectiva de género. Se habló de la creación de los llamados “Centros LIBRE”, de la despenalización del aborto en algunos estados y del supuesto combate a la violencia feminicida. Fue una exposición más propia de un informe de gobierno que de una rendición de cuentas. Pero el Comité fue puntual: México no está cumpliendo con sus obligaciones internacionales. Y mucho menos con las mujeres que han tomado la búsqueda de justicia como una tarea personal ante el abandono institucional.

LA DEUDA La figura más incómoda para el Estado mexicano no fue una funcionaria extranjera ni una relatora técnica. Fue la de la madre buscadora. La mujer que escarba con sus propias manos los rastros que la Fiscalía no quiere buscar. La que se planta frente a los palacios y penales para exigir lo que le niegan sistemáticamente: la verdad. La que representa, con su cuerpo y su dolor, la más contundente acusación contra el Estado mexicano. Una acusación que ni Claudia Sheinbaum ha querido, ni podido enfrentar.

LAS DESAPARICIONES El asesinato de María del Carmen Morales y su hijo, ocurrido este año en Jalisco, volvió a evidenciar la total desprotección en la que operan los colectivos de búsqueda. Durante días, las autoridades negaron cualquier relación entre su trabajo como madre buscadora y el crimen. Solo después de una carta pública y la presión social, Claudia Sheinbaum exigió “una investigación a fondo”. Lo hizo con tardanza, tibieza y cálculo político. Como si se tratara de un escándalo pasajero, no de un síntoma estructural. Desde 2018, al menos 18 madres buscadoras han sido asesinadas en México. El porcentaje de desapariciones que se investigan penalmente ronda entre el 2 y el 6 por ciento. Los demás casos permanecen archivados, dormidos o sencillamente ignorados.

SIN VOLUNTAD POLÍTICA La gran deuda del gobierno no está en las políticas que presume ante organismos internacionales, sino en la vida concreta de las mujeres mexicanas. La primera presidenta del país no ha sido capaz de revertir esa realidad. La ha administrado. La ha cubierto con propaganda. Pero no la ha transformado. Las madres buscadoras, que son defensoras de derechos humanos en el sentido más literal y trágico del término, siguen sin contar con protocolos de protección, sin acceso real a presupuestos, sin representación en los mecanismos institucionales y, lo más grave, sin justicia. No hay voluntad política para garantizar su seguridad, ni castigo a los responsables de asesinarlas, ni interés por escucharlas. Solo silencio. Y a veces, aplausos hipócritas.

ABYECCIÓN A la ignominia se suma la paradoja más dolorosa de todas: la presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos es Rosario Piedra Ibarra, hija de Rosario Ibarra de Piedra, ícono de la lucha por los desaparecidos en México. Su madre caminó décadas exigiendo verdad y justicia tras la desaparición de su hijo Jesús, perseguido por el Estado. Fue senadora, medalla Belisario Domínguez, fundadora del Comité ¡Eureka!, y referente ético de toda una generación. Hoy, su hija preside un organismo convertido en cómplice del poder. Silenciosa ante la violencia, omisa ante las víctimas, sumisa ante el gobierno. Pobre Rosario Ibarra: si pudiera ver la estulticia y abyección de su heredera, se volvería a morir.

LAS CIFRAS Mientras el gobierno presume sus cifras, México acumula más de 114 mil personas desaparecidas, con un número creciente de mujeres y niñas en esa lista. Se cometen en promedio 11 feminicidios al día. En 2023, más de 20 mil niñas de entre 10 y 14 años resultaron embarazadas, muchas a causa de violencia sexual. En las zonas rurales, los servicios de salud han colapsado. Hay desabasto de medicamentos, se han reducido los estudios de detección de cáncer y la atención ginecológica es deficiente o inexistente.

NO LLEGARON TODAS La presencia de Claudia Sheinbaum en Palacio Nacional no ha sido un parteaguas. Ha sido, por ahora, una anécdota. Su feminismo se ha limitado a lo ceremonial. Su agenda de género ha preferido lo simbólico a lo estructural. No ha convocado a las madres buscadoras a un diálogo real. No ha asumido con seriedad el liderazgo moral que la investidura le exige. Ha preferido hablar de todas, sin hablar con quienes más exigen ser escuchadas.

OMISIÓN ESTRUCTURAL México llegó a la CEDAW con una sonrisa diplomática y regresó con una acusación de fondo: hay una brecha monumental entre lo que se dice y lo que se hace. La primera mujer presidenta del país ha tenido la oportunidad histórica de saldar una deuda con las mexicanas. Pero sigue sin pagar. La tierra removida, los huesos hallados, las madres asesinadas, las niñas violentadas, las cifras maquilladas… todo forma parte del mismo expediente. No se trata de una coyuntura, sino de una omisión estructural.Y mientras no se reconozca que la verdadera transformación se mide en justicia y no en discursos, la historia no recordará a Sheinbaum como la presidenta del cambio. La recordará como la que tuvo el poder… y lo usó para administrar la misma tragedia.

Hasta el lunes.

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