Por Mario Candia
24/06/25
LA GUERRA En Medio Oriente, el cielo volvió a arder. El estruendo de los misiles, el rugido de los cazas y la vibración de los bunkers subterráneos devuelven al mundo a una realidad que se ha querido ignorar durante años: la región más volátil del planeta se encuentra al borde de un abismo, y si cae, arrastrará consigo no solo la estabilidad de sus pueblos, sino el equilibrio de toda la civilización occidental.
CRONOLOGÍA Todo comenzó el 13 de junio, cuando Israel, bajo el nombre de “Operación León Ascendente”, lanzó ataques quirúrgicos y no tan quirúrgicos sobre instalaciones militares y nucleares en Irán. Las detonaciones en Isfahan, Natanz y otros enclaves estratégicos no tardaron en tener respuesta: más de 150 misiles y drones partieron desde suelo iraní hacia el corazón de Israel. El escudo aéreo interceptó la mayoría, pero el mensaje fue claro: Irán está dispuesto a responder.
OPERACIÓN MARTILLO Una semana después, el fuego cruzado alcanzó otro nivel. Estados Unidos activó la “Operación Martillo de Medianoche”, una serie de bombardeos con bombas perforantes sobre los sitios nucleares de Irán, un acto que, aunque no declarado formalmente, equivalía a una declaración de guerra encubierta. Irán reaccionó con misiles balísticos dirigidos a la base estadounidense de Al-Udeid en Qatar. Fueron interceptados, sí, pero el precedente quedó sembrado.
EL ESTRECHO DE ORMUZ El conflicto ya no es solo una sombra, sino un fuego activo. Se han atacado instalaciones vitales, se ha involucrado a la potencia militar más grande del mundo, y en las últimas horas, el Parlamento iraní discutió seriamente el cierre del estrecho de Ormuz, una arteria marítima por donde fluye casi un tercio del petróleo mundial. De cerrarse, la economía global colapsaría en cuestión de días. No es hipérbole: es geopolítica de alto voltaje.
LA DIFERENCIA Y sin embargo, las potencias prefieren el eufemismo. Nadie se atreve a decir “guerra”, como si negarla impidiera su estallido. Lo cierto es que estamos en el umbral de la mayor conflagración regional desde 1973. Pero hay una diferencia: hoy el Medio Oriente es un tablero donde se proyectan las rivalidades del mundo multipolar. A un lado, EE.UU., Reino Unido e Israel. Al otro, Irán con el apoyo tácito de Rusia y la comprensión estratégica de China.
CONSECUENCIA MUNDIAL ¿Estamos ante la Tercera Guerra Mundial? Aún no. No hay tropas de la OTAN cruzando fronteras, no hay movilizaciones nucleares en Europa ni alianzas formales en pie de guerra. Pero el conflicto cumple con todos los preámbulos: alianzas en tensión, guerras por procuración, sabotajes cibernéticos, propaganda, sanciones económicas y una narrativa de destino inevitable.
DIPLOMACIA EN CRISIS Lo más preocupante es que no hay salida diplomática clara. Ni la ONU, ni Europa, ni siquiera China han podido o querido desactivar esta espiral. La comunidad internacional, más dividida que nunca, observa con indiferencia o cálculo. El multilateralismo ha muerto, y lo que queda es una selva de intereses, recursos y religión, donde la vida humana vale menos que un barril de petróleo o una central nuclear.
FRACTURA Irán no caerá sin arrastrar consigo a todo el Golfo Pérsico. Israel no permitirá una bomba en manos persas. Estados Unidos no puede darse el lujo de parecer débil en año electoral. Y China, Rusia y Turquía aprovechan para mover piezas en otros frentes. Mientras tanto, los pueblos sangran: Gaza, Tel Aviv, Damasco, Bagdad… nombres que suenan como campanas rotas de una humanidad fracturada.
EL INICIO La guerra ya empezó, aunque le llamen de otra forma. No es una guerra mundial, pero sí es una guerra de consecuencias mundiales. Porque si el estrecho de Ormuz se cierra, si una bomba nuclear se activa, si un aliado responde fuera de cálculo, entonces sí, el planeta entero recordará lo fácil que es olvidar las lecciones del pasado… y lo caro que cuesta volver a aprenderlas.
Hasta mañana… eso espero.