Por Mario Candia
30/06/25
IZQUIERDA Hubo un tiempo en que el poder se alimentaba de la crítica, o al menos fingía hacerlo. Un tiempo en que las plazas se llenaban de voces que reclamaban justicia, autonomía y pluralidad. Un tiempo en que la palabra “izquierda” significaba cuestionar al poder, no servirlo. Hoy, ese tiempo ha terminado.
CRÍTICA La Cuarta Transformación llegó al poder con el respaldo de amplios sectores de la academia, de intelectuales, de quienes creyeron que un nuevo gobierno significaba un nuevo pacto con la democracia. Gabriel Zaid, por ejemplo, trató con respeto la figura de López Obrador en tiempos de campaña, reconociendo su energía y su vínculo con la gente. Pero al llegar al poder, el presidente lo descalificó, llamándolo “ejemplo de la decadencia del pensamiento conservador” solo por atreverse a criticarlo.
RENCOR El historiador Enrique Krauze, quien décadas atrás sostuvo una crítica fundamentada contra el poder, se convirtió en enemigo público de Palacio Nacional. “El Mesías Tropical” lo llamaron antes, y AMLO devolvió el apodo con rencor: “enemigo del pueblo”, “reaccionario”, “conservador”. Al poder le gustan los intelectuales mientras escriben elegías, pero no cuando levantan actas de denuncia.
LIBERTAD Lo mismo ocurrió con los más de 650 científicos, académicos e intelectuales que en 2020 firmaron un desplegado en defensa de la libertad de expresión. El presidente los tildó de “conservadores”, de “intelectuales orgánicos del viejo régimen”, como si exigir libertad fuera traicionar a la patria.
SOSPECHOSO El caso más reciente, y quizás más claro, es el de Sergio Aguayo en el CIDE. Propuesto para integrarse al Órgano de Gobierno con respaldo de estudiantes y académicos, fue rechazado por CONACYT bajo argumentos administrativos que no engañan a nadie. Aguayo representa el pensamiento crítico y la autonomía, las mismas banderas que la 4T enarbolaba cuando era oposición. Hoy, lo convierten en sospechoso.
DEBATE El Subcomandante Marcos, antes referente incómodo pero respetado en la izquierda, hoy señala con claridad el autoritarismo de la 4T: “López Obrador tuvo la perversidad de Salinas, la ignorancia de Fox y el militarismo de Calderón”. Críticas que antaño habrían alimentado el debate, hoy son pruebas para desacreditar al mensajero.
TRAICIÓN El pensamiento crítico ha pasado de ser el motor de la izquierda a convertirse en su enemigo. Lo que antes fue pluralidad, hoy se considera traición. Lo que antes era autonomía universitaria, hoy se ve como un foco de rebeldía que hay que extinguir. Lo que antes era el derecho de disentir, hoy se llama conservadurismo.
RESISTENCIA Y entonces, cabe la pregunta: ¿De qué sirve un gobierno de izquierda que le teme a la crítica? Porque si la crítica incomoda, es porque sigue viva. Y si un gobierno se incomoda con el pensamiento crítico, es porque no es tan transformador como presume. En estos tiempos, defender el pensamiento crítico se ha vuelto un acto de resistencia, no un privilegio concedido por el poder.
SILENCIO Los intelectuales que creyeron en el cambio están recibiendo la factura de su ingenuidad. Pero más grave es el precio que pagamos todos: un país sin crítica es un país condenado a repetir sus errores, aunque se envuelva en discursos de transformación. Aquí seguimos. Observando. Escribiendo. Pensando. Porque si algo le debemos a la historia, es no guardar silencio.
Hasta mañana.