POPOL VUH 166

DESTACADOS, OPINIÓN, POPOL VUH

Por Mario Candia

07/07/25

GENTRIFICACIÓN Cuando la socióloga Ruth Glass acuñó en 1964 el término “gentrificación” para describir cómo la “gentry” londinense desplazaba a los trabajadores de los barrios que revitalizaban, lo hizo bajo una óptica de lucha de clases que hoy, en la realidad mexicana, parece un término anacrónico. Porque en este país, donde la memoria suele ser endeble y el arraigo un lujo, el desplazamiento de familias en zonas con plusvalía no requiere de un plan maestro neoliberal: sucede de manera natural, con herederos que venden, con edificios que se desmoronan en el abandono, con barrios que pierden su alma cuando se convierten en cascarones turísticos o nidos de Airbnbs.

INDIFERENCIA Lo que falta en México no es más furia callejera contra la gentrificación ni hordas de trogloditas lanzando arengas contra los extranjeros que alquilan departamentos caros. Lo que falta es identidad y arraigo. Lo que falta es el entendimiento de que el espacio que habitamos es un espejo de lo que somos y de lo que aspiramos a ser, y no un simple producto de mercado que se compra y se vende sin miramientos. Los centros históricos, cuando se transforman en zonas de consumo, en realidad exhiben nuestra propia indiferencia hacia el barrio, hacia la comunidad, hacia el vecino. Dejamos que se conviertan en escaparates porque, en el fondo, no nos importa, y preferimos huir a las periferias a pelear por fraccionamientos que prometen seguridad mientras dejamos morir a la ciudad que nos dio origen.

CHOVINISMO Este país, que presume una de las culturas más ricas de la humanidad, carece de un arraigo verdadero en su espacio urbano. No somos Roma, donde las familias resisten en la misma calle por generaciones. No somos Estambul, donde cada piedra cuenta una historia que la gente defiende. Aquí, el resentimiento se convierte en combustible de protestas sin argumentos, disfrazadas de lucha social, mientras se confunde la identidad con un chovinismo furioso que todo lo quema y nada construye.

ESPECULACIÓN Es un verdadero despropósito que la jefa de Gobierno, Clara Brugada, haya emitido un comunicado avalando una turba que en nombre de la lucha contra la gentrificación vandaliza propiedades y calles. Porque la protesta que carece de contenido se vuelve griterío, y el griterío sin causa se convierte en un acto de violencia que traiciona cualquier principio de justicia social. Defender el derecho a la ciudad no es quemarla; defender la identidad de un barrio no es expulsar a quienes quieren invertir y vivir en él, sino exigir al Estado que regule, que ordene, que impida el desplazamiento abrupto y la especulación rapaz, pero que también reconozca el valor de la transformación urbana cuando ésta se realiza con respeto y sin despojo.

PROCESO La gentrificación no es el demonio que algunos necesitan para justificar su resentimiento, ni es la panacea que otros aplauden como sinónimo de progreso. Es un proceso que ocurre en toda sociedad en transformación, y el problema en México no es que suceda, sino que suceda sin reglas, sin defensa de la comunidad, sin preservación de la historia, sin vivienda asequible y sin la mínima conciencia de que la ciudad que se expulsa es la misma que se llora después entre ruinas y recuerdos.

COMUNIDAD Si de verdad queremos frenar el despojo de nuestras calles, empecemos por mirarnos al espejo. Y preguntarnos si queremos vivir en comunidad o si estamos condenados a ser un país donde la identidad se vende al mejor postor y se grita, con rabia vacía, en las esquinas de una ciudad que ya no nos pertenece.

Hasta mañana.

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