POPOL VUH 168

DESTACADOS, OPINIÓN, POPOL VUH

Por Mario Candia

09/07/25

EL INFIERNO La barbarie ya no escandaliza. Lo que horroriza es la normalidad con la que México convive con la muerte de sus niñas y sus niños. En estos días, un niño de 8 años fue encontrado en una bolsa de basura en Chihuahua. Una niña de 14 años apareció muerta en el Estado de México. Una niña de 13 años fue hallada desmembrada en Baja California. Tres hermanitas de 6, 8 y 10 años fueron encontradas ejecutadas en Sonora, abrazadas entre sí, como si en su último instante buscaran un refugio que este país les negó. Son vidas truncadas, infancias arrebatadas con una saña que eriza la piel, mientras el país sigue, como si nada.

DISTRACTORES Lo insoportable es que no sea un escándalo, que no paralice la conversación pública, que no se convierta en la prioridad de un Estado que se dice de derechos, de justicia y de transformación. No, en México las prioridades del poder están en otro lado: en enjuiciar a Ricardo Salinas Pliego, en protestar contra “los gringos” a quienes responsabilizan de la gentrificación de una Ciudad de México que ya ni les pertenece, llena de provincianos sin arraigo que se creen dueños de un progresismo de café con Wi-Fi y muralitos de consigna. Prefieren marchar contra Israel y colgar banderas palestinas en ventanas que no ven más allá de su pose, mientras aquí, en su propio país, los niños aparecen ejecutados, embolsados y desmembrados sin que les merezca más que un “qué horror” en redes. 

HIPOCRESÍA Y la cereza de esta hipocresía la pone Gerardo Fernández Noroña, quien hace apenas unas semanas viajó a Roma, a la Segunda Conferencia Parlamentaria sobre Diálogo Interreligioso, para “alzar la voz” por Palestina. Desde el micrófono en Italia pidió a los asistentes romper el “silencio internacional” ante la matanza de niños en Gaza, denunciando que “es inconcebible el silencio que hay sobre lo que está pasando en Palestina”. Pero sobre México, sobre los niños asesinados aquí mismo, sobre las madres que entierran a sus hijos en este suelo, Noroña no ve, no escucha, no habla. Porque aquí, para ellos, la única víctima es Morena, y cualquier denuncia sobre la violencia y el crimen es, según su discurso, “un campañon de la derecha” contra su movimiento.

POLITIZAR EL DOLOR Y hoy, en su mañanera, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo declaró que no haría “ningún comentario” sobre el asesinato de las tres niñas y su madre en Sonora porque “politizarlo no ayuda”. Pero politizó la justicia con su reforma al Poder Judicial, politizó el combate al crimen organizado, politizó cada denuncia ciudadana al tacharla de complot de “la derecha”. En su mañanera, todo termina politizado.

SIN EMPATÍA Hubiera sido el momento de invitar al gobernador morenista de Sonora, Francisco Alfonso Durazo Montaño, a Palacio Nacional, para informar del caso, mostrar empatía con las familias y ofrecer un mínimo de certeza de que no habrá impunidad. Pero esa escena nunca ocurrirá. Otra señal de que, en este país, el dolor de los niños no merece ni discurso ni acción; solo un silencio cómodo para no interrumpir la narrativa.

SIETE AL DÍA Y mientras el poder se entretiene en sus batallas ideológicas, las infancias mueren cada día en este país roto: de enero a mayo de 2025, casi 1,000 niñas, niños y adolescentes han sido asesinados en México, un promedio de casi siete por día. Y seguimos, como si nada, viendo desfilar el horror en titulares y redes sin convertirlo en prioridad nacional.

EL OLVIDO Aquí están sus nombres. Aquí están sus edades. Aquí están sus muertes. Lo mínimo que podemos hacer es no olvidarlos, no callar, no normalizar. Porque si seguimos permitiendo que matar niños no sea un escándalo, si seguimos aceptando que la violencia sea paisaje y la impunidad costumbre, somos cómplices de este infierno que llamamos país.

Hasta mañana.

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