Por Mario Candia
11/07/25
DESASTRE Cuando el agua se levanta con furia, las montañas tiemblan y los puentes se quiebran, es fácil ceder al miedo. Pero a veces, en medio de ese estruendo de la naturaleza, surgen gestos de coraje que sostienen la esperanza como una antorcha en la tormenta. Así ocurrió en Hill Country, Texas, durante las inundaciones atípicas y devastadoras que ya han cobrado más de 120 vidas y han dejado a miles de familias desplazadas en la región de Kerr County, declarada zona de desastre por el nivel sin precedentes de lluvia y devastación. El río Guadalupe, desbordado con una furia inesperada, arrasó con viviendas, puentes y campamentos convirtiendo la madrugada en un infierno de agua y miedo.
HEROÍNAS En ese caos estaban dos jóvenes potosinas, formadas en el Colegio Areté de San Luis Potosí, que trabajaban como consejeras en el Camp Mystic: Silvana Garza Valdez y María Paula Zárate, ambas de 19 años. Lo que hicieron en esa madrugada no fue un acto de heroísmo superficial, sino un testimonio de humanidad pura: cuidaron de 20 niñas a su cargo mientras las aguas subían, rezaron juntas, cantaron para calmar el miedo, las abrazaron, prepararon mochilas con lo indispensable y escribieron sus nombres en sus brazos, por si la corriente las separaba, para que pudieran ser identificadas.
TESTIMONIO “Nos empezamos a escribir nuestros nombres en la piel, donde se viera… y lo mismo con las niñas”, relató María Paula, mientras Silvana recordaba el momento en que, al subir al camión del ejército para ser evacuadas, vio la magnitud del desastre que había dejado atrás y sintió el peso de haber sobrevivido con todas las niñas a salvo.
EMPATÍA No es un detalle menor: en medio de un desastre que arrasaba vidas, estas jóvenes mexicanas no perdieron a ninguna de las niñas a su cargo. Ninguna. Las protegieron con temple, sin importar su propio miedo, convirtiendo el caos en una lección de empatía y responsabilidad.
ESCALOFRIANTE Los números del desastre son escalofriantes: más de 121 muertos en Texas, 97 de ellos en Kerr County, con 36 niños entre las víctimas, lluvias históricas que superaron las 20 pulgadas, más de 170 desaparecidos, y daños millonarios que tardarán años en repararse. Pero en medio de esas cifras, el acto de Silvana y María Paula es el contrapunto de esperanza que se necesita narrar: el recordatorio de que la solidaridad puede sostener la dignidad humana incluso cuando todo parece colapsar.
RECONOCIMIENTO No se trata de romantizar la tragedia. Se trata de reconocer que hay gestos que merecen ser contados, porque en un mundo que muchas veces parece ir hacia la barbarie, estas jóvenes potosinas nos recuerdan que el coraje no necesita reflectores ni discursos grandilocuentes: basta con un abrazo, una palabra de aliento y el acto de permanecer.
COMPASIÓN Este episodio en Texas nos recuerda que de cada tragedia puede surgir una lección de empatía y fortaleza, que el verdadero heroísmo no se grita, se ejerce, y que la compasión sigue siendo el puente que nos salva cuando la tierra firme desaparece bajo nuestros pies. Desde San Luis Potosí hasta Texas, la solidaridad viaja más rápido que las tormentas. En medio de la furia del agua, estas jóvenes potosinas nos enseñaron que la luz de la compasión es lo único que puede mantenerse encendida, incluso bajo la lluvia más feroz.
Hasta el lunes.