Por Mario Candia
23/07/25
REPROBADOS Por fin ocurrió lo que durante años fue una aspiración institucional: por primera vez, todos los aspirantes a la Universidad Autónoma de San Luis Potosí realizaron el mismo examen estandarizado, elaborado por el CENEVAL. Una prueba única, unificadora, objetiva. Las autoridades universitarias albergaban la esperanza de que este cambio metodológico marcara una diferencia, que los promedios mejoraran, que el sistema educativo medio superior demostrara avances. Pero la esperanza, como siempre, fue aplastada por la realidad: el promedio volvió a ser reprobatorio, y no por poco.
RESULTADOS Los resultados fueron tan elocuentes como lapidarios: la media fue “muy baja, mucho muy baja”, en palabras del propio rector. En el área de inglés, el promedio fue apenas de 4.5. En matemáticas y física, las calificaciones oscilaron entre el 10 y el 0.5, una radiografía brutal de una generación fracturada en conocimientos fundamentales. Pero esta vez no hay pretextos. No fue la pandemia, no fueron distintos exámenes, no fue la suerte. Fue el mismo instrumento para todos. Y lo que ese examen reveló con toda crudeza es que los bachilleratos están fallando estrepitosamente.
BACHILLERATOS La educación media superior en México –y en San Luis Potosí no es la excepción– se ha convertido en un terreno minado por la improvisación pedagógica y los modelos huecos. Se habla de competencias, de aprendizajes significativos, de formación integral, pero en la práctica, lo que se enseña no forma, y lo que se forma no permanece. El modelo educativo está quebrado. Y no es solo el diseño, son los operadores.
PEDAGOGíA Porque la profesionalización de los docentes en el bachillerato es otra de las grandes falacias del sistema. En su mayoría, no son normalistas ni pedagogos, sino profesionistas, lanzados al aula sin método ni formación didáctica. Un ingeniero que enseña cálculo, un abogado que da civismo, un químico que intenta ser maestro de ética. Profesionales sí, pero sin la más mínima preparación docente. No saben enseñar, y lo que es peor, muchos ni siquiera saben comunicar.
GENERACIÓN ¿Y qué decir de los directivos? Gestores administrativos convertidos en “líderes académicos” que no evalúan procesos ni resultados, sino que maquillan cifras para satisfacer a sus superiores. El resultado: una generación de estudiantes egresados del nivel medio superior con certificados aprobatorios, pero con conocimientos insuficientes para competir en condiciones reales. Porque en el mundo real no hay “trabajo en equipo”, ni rúbricas indulgentes, ni proyectos colaborativos que disimulen la ignorancia.
CENEVAL Lo más alarmante es que este examen único del CENEVAL vino a romper el espejismo. Ya no hay lugar para culpar a la heterogeneidad de las pruebas o a los sesgos internos de la universidad. El bajo promedio general es un espejo brutal, una autopsia en tiempo real del cadáver de la educación media superior. El problema no está en los jóvenes, sino en los caminos que recorren antes de llegar a la universidad.
MODELO San Luis Potosí tiene hoy más de 70 mil estudiantes en bachillerato, repartidos entre modelos generales, tecnológicos y técnicos. Pero si todos fallan de manera sistemática, entonces el problema no es de estilo, sino de estructura. El sistema educativo potosino, y nacional, está generando títulos pero no talento; egresados, pero no capacidades.
SIMULACIÓN ¿De qué sirve una cobertura cercana al 100 % si el contenido es nulo? ¿Qué celebra la SEP cuando presume estadísticas de matrícula si no hay aprendizaje real detrás de los números? Hoy más que nunca, la educación media superior parece una gran simulación: un gigantesco acto de fingimiento colectivo donde todos fingen que todo está bien, mientras el examen, el mismo para todos, demuestra que todo está mal.
EL PRÓXIMO AÑO La falta de profesionalización docente, la mediocridad de los modelos educativos, y la indolencia de las autoridades siguen generando diplomas pero no sabiduría. Si seguimos así, el examen del próximo año volverá a decir lo mismo: que el conocimiento está ausente, que el sistema ha fracasado, y que seguimos sin entender que enseñar no es improvisar, y educar no es simular.
Hasta mañana.