POPOL VUH 191

Por Mario Candia

11/08/25

MARILYN MANSON La postal dominical en San Luis Potosí fue, literalmente, un bodegón macabro: frente a la Catedral, alguien dejó una cabeza de vaca sobre una tela púrpura con símbolos blancos, rodeada de flores amarillas y espigas. El gesto —mitad performance de mal gusto, mitad ofrenda impostada— pretendía “plantarle cara” a la Iglesia por su rechazo al concierto de Marilyn Manson en la FENAPO. El resultado fue lo de siempre: histeria utilitaria y trending topic pasajero. Horas después, las autoridades retiraron el objeto y siguieron su ruta de domingo. La ciudad, por supuesto, ya tenía tema para el chisme moral.

BLACK SABBATH No es la primera vez. A finales de los años 80, San Luis ya había protagonizado una vergüenza similar: el gobierno municipal de Guillermo PizzutoZamanillo canceló la presentación de Black Sabbath, alegando razones “morales” y “de seguridad”. Aquella decisión dejó a la capital marcada como un pueblo conservador y retrógrada, incapaz de distinguir entre un espectáculo musical y una amenaza real. Décadas después, el libreto es el mismo: histeria religiosa, discursos inflamados, y un artista al que la polémica le engorda la taquilla.

IGLESIA Desde junio, el arzobispo Jorge Alberto Cavazos Arizpe envió una carta al gobierno estatal pidiendo cancelar la presentación de Manson, mientras la Unión Nacional de Padres de Familia juntó miles de firmas para presionar al mismo fin. El vocero de la arquidiócesis se deslindó de estar organizando marchas, pero la maquinaria del pánico moral ya estaba encendida. El gobernador respondió que “ya no estamos en tiempos de la Inquisición”. Quizá no lo estemos, pero la mentalidad inquisitorial sigue encontrando eco.

PROHIBIR Manson —veterano del shock rock y del metal industrial— ha construido su carrera explotando la estética del escándalo; su show gratuito en el Teatro del Pueblo era perfecto para el guion del “prohibido” que enardece a unos y llena a otros. Todos ganan: el artista, porque el rechazo le hace publicidad; el gobierno, porque presume convocatoria; y los cruzados morales, porque se proclaman vencedores espirituales aunque pierdan la batalla real.

HORROR Mientras unos hacen liturgia del espanto con una cabeza de res, el país acumula horrores que no caben en una lona. Hace unos días, en Los Reyes La Paz, Estado de México, hallaron sin vida a Fernando, un niño de cinco años que fue retenido como “garantía” de una deuda de mil pesos contraída por su madre. Tres personas están detenidas. No fue un rito oscuro: fue la brutalidad contable de la miseria, ejecutada a plena luz de la impunidad cotidiana.

OBSENIDAD La desproporción es obscena. En México hay más de 129 mil personas desaparecidas; colectivos y familias rechazan además una reforma legal que prioriza el control de datos por encima de la búsqueda efectiva. Ese es el monstruo real: la fosa, el archivo manipulado, la morgue saturada. Ahí debería centrarse el celo moral y la convocatoria a las plazas.

EL ENEMIGO Pero San Luis prefiere seguir interpretando la misma obra: ayer fue Black Sabbath, hoy Marilyn Manson; antes la censura municipal, hoy el sermón arquidiocesano. El enemigo es siempre el músico con maquillaje, nunca el sistema que produce muertos y ausentes. Manson se irá mañana con su cheque y sus selfies; la Iglesia se dará por satisfecha porque “dio testimonio”; el gobierno sumará otro récord de asistencia. Y México continuará contando muertos y ausentes. Entre un demonio de utilería y uno de carne y hueso, la moral selectiva siempre elige al de maquillaje.

Hasta mañana.

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