Por Mario Candia
13/08/25
MEMORIA La memoria política de México es corta y ese es siempre el terreno fértil para el retroceso. No han pasado ni tres décadas desde que la sociedad mexicana, cansada de fraudes, urnas embarazadas y actas adulteradas, empujó la creación de un árbitro electoral independiente capaz de arrebatar al PRI el monopolio del conteo y la validación de votos. El IFE, hoy INE, fue hijo de esa lucha ciudadana contra un régimen que Mario Vargas Llosa bautizó, con puntería literaria y precisión política, como “la dictadura perfecta”.
ÁRBITRO Aquella dictadura, sostenida por un aparato electoral a modo, hizo del país un laboratorio de simulación democrática. Y no fue sino hasta que el árbitro dejó de ser empleado del Ejecutivo que se comenzó a hablar, con un dejo de esperanza, de elecciones limpias. El costo fue alto: años de movilización social, reformas constitucionales y un pacto nacional para que el voto no dependiera del capricho presidencial.
REALITY SHOW Hoy, desde el poder que dice aborrecer la tentación autoritaria, se empuja una reforma electoral que disfraza de democratización lo que en esencia es una cirugía para extirparle independencia al árbitro. La Comisión Presidencial, encabezada por Pablo Gómez, anuncia consultas, foros y encuestas como si la democracia fuera un realityshow donde lo importante es la participación en pantalla, no la solidez institucional.
DIAGNÓSTICO Eliminar plurinominales, recortar financiamiento a partidos, suprimir organismos electorales locales y elegir consejeros por voto popular suena tentador para quien solo mira el costo monetario o la aparente cercanía con el pueblo. Pero detrás hay un diagnóstico perverso: el árbitro estorba, las reglas sobran y los contrapesos son un lujo innecesario. Se olvida o se finge olvidar que la representación proporcional surgió para dar voz a las minorías, que el financiamiento público buscó romper la dependencia de los partidos respecto al dinero oscuro y que los OPLEs nacieron para vigilar elecciones donde el INE no alcanza a mirar.
RECICLAJE La narrativa oficial vende austeridad y eficiencia, pero el subtexto es otro: domesticar al árbitro, hacerlo funcional al poder en turno, centralizar decisiones y reducir espacios a la disidencia. Es un libreto viejo con nuevos actores. El PRI lo escribió, el país lo sufrió y ahora, bajo otras siglas, se pretende reciclarlo.
EL PODER Quienes vivieron la transición democrática recuerdan que no fue regalo de ningún presidente sino conquista ciudadana. Desmontar el INE bajo pretextos de ahorro o cercanía popular es como incendiar el único puente que nos separa del autoritarismo. La pérdida no sería inmediata, pero el camino de regreso ya estaría bloqueado y el avance quedaría a merced de quien ostente el poder.
MUTACIÓN La dictadura perfecta ya no viste de tricolor, pero la tentación de eternizarse sigue latiendo. El problema no es que el PRI regrese, es que nunca se fue del todo y ha aprendido a usar nuevas banderas para viejas ambiciones. La reforma electoral propuesta no es un paso hacia adelante, es la restauración elegante del viejo orden envuelta en celofán democrático.
ADVERTENCIA La historia ya nos advirtió. Y si la ignoramos, no será porque no lo vimos venir, sino porque aceptamos con el cinismo de los derrotados que la democracia en México es solo un accidente que el poder siempre buscará corregir.
Hasta mañana.