POPOL VUH 221

Por Mario Candia

26/09/25

NÓDICA En Puebla inventaron la cuadratura del círculo: el aplauso obligatorio-voluntario. La receta se llama Nódica y consiste en transformar a la burocracia en un call center de halagos: comentar, compartir, poner like, y –para que no haya duda– subir el “testigo” a una plataforma que coteja la devoción digital. Primero les dijeron que era por gusto; después, que era por calendario. Cuando se exhibió el mecanismo, lo apagaron, pero siguieron pidiendo capturas. La fábrica de aplausos no cerró: solo bajó la cortina para reacomodar la vitrina.

COREOGRAFÍA A esto le llaman “activación digital”. En cristiano: propaganda con control de calidad. Una app para ordenar la tarea, asignar días por dependencia y revisar el cumplimiento burócrata por burócrata. Si una oficina no “se activa”, queda exhibida en listas de rezago. No es espontaneidad: es planificación. No es conversación: es coreografía.

VOLUNTARIO El gobierno respondió que nadie obligó a nadie y que todo era voluntario; que, si acaso, se replanteará. El eufemismo es elegante: el problema no es el diseño, sino la percepción. Pero si hay calendario, cuota y evidencia, ¿qué tan “voluntario” puede ser cuando tu jefe de área lo pide en el chat institucional? La frontera entre “participa si quieres” y “participas porque quieres conservar el empleo” se vuelve un hilo delgado que corta siempre por el lado del más débil.

APLAUSOS El contexto agrava el cuadro. Puebla aprobó una reforma de ciberseguridad criticada como ley mordaza por su redacción ambigua y su potencial para inhibir la crítica en redes. Es decir, por un lado se impulsa el aplauso organizado; por el otro, se eleva el costo del disenso. El resultado no es una conversación pública: es un mercado intervenido, donde los vítores llevan sello oficial y la crítica paga sobreprecio legal.

BURÓCRATA Aquí no discutimos si un gobierno puede comunicar. Debe hacerlo. Lo inadmisible es confundir comunicación con conscripción. La nómina no compra conciencias ni alquila timelines; paga servicios públicos. El burócrata está para atender a la gente, no para transformarse en un bot con gafete. Cuando el Estado manipula la conversación como si fuera granja de clicks, traiciona la esfera pública y degrada a la ciudadanía a público cautivo.

EXCEPCIÓN Puebla no es excepción, es advertencia. La tentación de convertir la plaza en corral digital está a un hashtag de distancia en cualquier estado. Hoy es Nódica; mañana será otra marca con el mismo algoritmo: aplaudir al gobernante como si fuera política pública. Conviene recordar lo obvio: el prestigio no se programa, se gana. Y la legitimidad no se “activa”, se rinde cuentas.

RUIDO Si quieren conversación real, que empiecen por apagar la máquina de aplausos y encender la transparencia: publicar lineamientos, contratos, responsables, costos, y –sobre todo– devolver el tiempo de la burocracia al servicio de la ciudadanía. Lo demás es ruido. Y del ruido, por más que lo calendaricen, no se gobierna.

Hasta el lunes.

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