POPOL VUH 234

15/10/25

Por Mario Candia

TRAGEDIA La furia del agua arrasó con todo: casas, caminos y certezas. Las lluvias que azotaron las Huastecas potosina, veracruzana, queretana e hidalguense y parte de Puebla,dejaron un panorama desolador. Los reportes preliminares hablan de más de sesenta y cuatro muertos, decenas de desaparecidos y cerca de cien mil viviendas dañadas. En municipios como Tamazunchale, Axtla, Huautla y Huauchinango, el agua superó los dos metros de altura, los deslaves sepultaron familias enteras y las carreteras quedaron intransitables. No fue “un aguacero fuerte”: fue una tragedia de dimensiones históricas que exhibe, una vez más, el abandono de las regiones donde la infraestructura pública es apenas una promesa.

NO POLITIZAR Desde Palacio Nacional, la presidenta pidió “no politizar la desgracia” y calificó de “ruin” a los medios por buscar responsables. Pero en un país donde los errores de planeación matan, pedir silencio es una forma de censura. Las tragedias también son políticas: nacen de permisos mal dados, de atlas de riesgo empolvados, de la negligencia sistemática que convierte la lluvia en sentencia. No hay nada más político que la omisión.

FONDEN En medio del lodo regresó a la conversación el extinto FONDEN, aquel fondo de desastres que durante décadas garantizó respuesta inmediata y transparencia en la asignación de recursos. Fue eliminado bajo el argumento de corrupción y sustituido por un esquema presupuestal “más eficiente”. La realidad es que, sin reglas automáticas ni mecanismos de auditoría, los apoyos ahora dependen de la discrecionalidad y la voluntad presidencial. Los damnificados se vuelven peticionarios y la ayuda, moneda de lealtad.

SOLIDARIDAD Frente a la parálisis institucional, la solidaridad del pueblo mexicano volvió a activarse como un reflejo ancestral: vecinos con cuerdas, jóvenes organizando centros de acopio, lanchas prestadas para rescatar ancianos. Esa respuesta civil es la verdadera identidad del país. Pero el oficialismo, incapaz de tolerar algo que no controle, intenta vestirla de guinda. Las despensas se entregan bajo logotipos del gobierno, las brigadas se registran para “coordinar”, y la ayuda se administra con la misma lógica electoral que el reparto de programas sociales.

DANMIFICADOS Mientras tanto, un video que circula en redes muestra a supuestos integrantes del CJNG repartiendo víveres a damnificados. Es la postal más oscura del momento: el crimen organizado ocupando el espacio donde el Estado no llega, apropiándose también del gesto solidario. Cuando los delincuentes son los primeros en auxiliar, algo más profundo que una tormenta está desbordado.

PROPAGANDA El desastre en las Huastecas no fue un castigo de la naturaleza, sino la consecuencia de un país que aprende poco y olvida rápido. Entre el fango y los discursos, entre el duelo y la propaganda, lo único verdaderamente ruin sería callar. Porque las tragedias naturales no se pueden evitar, pero las humanas —esas que nacen del desdén y la mentira— sí. Y esas, por más que las pinten de guinda, nunca dejarán de oler a podredumbre.

Hasta mañana.

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