POPOL VUH 252

Por Mario Candia

10/11/25

URUAPAN El gobierno dice no tener nexos con el crimen organizado. Supongamos, por un momento, que es cierto. Supongamos que no hay acuerdos bajo la mesa, que ningún gobernador cena con capos, que ningún alcalde es escolta del narco disfrazado de servidor público. Si eso fuera verdad, entonces el diagnóstico es todavía más grave: sería un gobierno no corrupto, sino cobarde. Un gobierno que no pacta porque no puede, que no enfrenta porque teme, que abandonó a todos los mexicanos a su suerte, como lo hizo con Carlos Manzo, el alcalde de Uruapan asesinado frente a su pueblo.

LA ESTADÍSTICA La realidad es que el crimen ya no desafía al Estado: lo sustituye. En regiones enteras de Michoacán, Sinaloa, Guerrero y Zacatecas, la autoridad legal es apenas un rumor administrativo. En Sinaloa hay más de 11 000 efectivos desplegados desde hace más de un año para contener la guerra entre “Los Chapitos” y “La Mayiza”. Once mil soldados que no han logrado frenar una sola estadística: los homicidios se mantienen, los desplazamientos crecen, los pueblos callan. ¿De qué sirve un uniforme cuando el crimen extorsiona, dicta sentencias y reparte “justicia” a punta de miedo? La guerra no se perdió: se abandonó.

LAS CAUSAS Y mientras tanto, el discurso oficial se refugia en su espejismo favorito: “atender las causas”. Pero la causa del crimen no se combate con dádivas, sino con educación de calidad. Según datos de la SEP, apenas nueve de cada cien alumnos de secundaria pueden calcular el área o el perímetro de una figura geométrica. Nueve de cada cien. El resto —el noventa y uno por ciento— navega en la oscuridad de un sistema educativo que ya no enseña a pensar, apenas a esperar una beca. Es la geometría del fracaso: jóvenes que no saben medir un triángulo, pero aprenden a medir su miedo.

EL PLAN Ahora el gobierno anuncia el Plan Michoacán por la Paz y la Justicia, con una inversión supuesta de 57 mil millones de pesos, presentada no en Morelia, sino en el mármol aséptico de Palacio Nacional. Un acto de fe sin presupuesto, porque en el gasto 2026 se negaron apenas 10 mil millones que la oposición pidió etiquetar para el pueblo de Michoacán. ¿De dónde saldrá ese dinero? Quizá del mismo lugar de donde salen sus promesas: del aire.

EL MIEDO En el fondo, el país vive entre dos simulaciones: la de un crimen que finge ser gobierno y la de un gobierno que finge gobernar. La línea entre ambos ya no se distingue: se diluye en el miedo. El narco recluta porque ofrece más futuro que la escuela; el Estado reparte becas porque no puede ofrecer futuro. Uno empuña el fusil, el otro el discurso; ambos exigen obediencia.

LA COBARDÍA Así, México se ha convertido en un país donde los niños no aprenden matemáticas, pero el crimen domina la aritmética del poder. Un país donde se habla de paz mientras se administra la guerra. Y si, como dicen, no hay pacto con el narco, entonces sólo queda una conclusión: la cobardía también es una forma de complicidad.

Hasta mañana.

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