POPOL VUH 255

Por Mario Candia

13/11/25

POBREZA Hay cifras que no describen un país: lo condenan. Acción Ciudadana Frente a la Pobreza calculó que, al ritmo actual, estados como Campeche, Chiapas y Guerrero tardarían 196 años en dejar atrás la pobreza. No es un dato técnico: es una sentencia histórica. Es aceptar que millones de mexicanos nacen destinados a vivir —y morir— sin servicios básicos, sin movilidad social, sin un futuro que no sea la repetición de la miseria. Es el país convertido en reloj de arena, donde los siglos caen más rápido que las soluciones.

INEGI El contraste con la narrativa oficial es grotesco. El gobierno presume que “bajó la pobreza”, pero los datos del INEGI muestran otra historia: la carencia de servicios de salud pasó de 18.8 millones en 2016 a 44.5 millones en 2024; la carencia de servicios básicos en la vivienda llegó a 18.4 millones; la inseguridad social sigue atrapando a 62.7 millones de personas. Suben los ingresos porque suben los apoyos, pero el país se achica en calidad de vida. Es como recetar paracetamol para un cáncer y luego presumir la “mejoría” del paciente.

ZAID Aquí es donde conviene recordar al maestro Gabriel Zaid, una de las conciencias más lúcidas de México, expulsado del olimpo moral del lopezobradorismo por cuestionar sus dogmas. Zaid siempre insistió en algo que la 4T decidió ignorar: la pobreza no es un número, es un entramado de carencias. Medirla solo por ingreso —como le encanta al régimen para inflar resultados— es como evaluar un hospital solo por las camas ocupadas. Zaid fue arrinconado porque desmontó la comodidad populista: explicó que aun si se reparten subsidios, un país sin salud, sin vivienda digna, sin educación de calidad sigue siendo un país pobre. Y hoy eso está pasando.

FORMA Los datos revelan una pobreza que cambió de forma, no de fondo: menos mexicanos ganan por debajo de la línea de pobreza, pero más millones viven sin acceso a servicios de salud; más millones habitan casas sin calidad ni servicios; más millones comen peor. ¿Qué clase de “reducción de pobreza” presume un gobierno que deja a medio país sin consultar a un médico? Es la ilusión óptica del populismo: desaparecen pobres en la estadística, reaparecen en la fila del IMSS.

OBSCENO Pero talvez el dato más obsceno es el de los 196 años. ¿Cómo puede un país que se dice “transformado” aceptar que su zona sur tardaría casi dos siglos en alcanzar condiciones mínimas de bienestar? Es la prueba material del fracaso de todas las narrativas triunfalistas: mientras Morena celebra “los avances”, Chiapas retrocede. Mientras el gobierno presume “primero los pobres”, Guerrero se hunde. Mientras las mañaneras repiten consignas, el reloj histórico marca un retraso de doscientos años.

PROMESAS La 4T prometió justicia social, pero entregó paliativos. Prometió atacar la desigualdad, pero solo cambió las palabras. Prometió romper inercias, pero reinstaló la más brutal de todas: el destino geográfico como sentencia de pobreza. A veces un país no necesita más consignas: necesita la honestidad de aceptar sus fracasos. Y la valentía intelectual —como la de Zaid— para decirlo aunque duela.

Hasta mañana.

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