POPOL VUH 261

Por Mario Candia

21/11/25

MARCHA La segunda marcha de la autodenominada Generación Z no fracasó. Lo que fracasó fue el régimen en su intento de permitir que la ciudadanía se exprese sin miedo. Lo que ocurrió hoy en la Ciudad de México no fue una protesta disminuida por apatía, sino una manifestación asfixiada por un operativo intimidatorio digno de los viejos manuales priistas: ese donde la fuerza del Estado sustituye a la legitimidad y donde el miedo vale más que cualquier argumento.

MIEDO La primera marcha del 15 de noviembre sorprendió al poder: jóvenes —y no tan jóvenes— salieron sin estructura, sin partidos, sin permisos y sin concesiones. La respuesta del gobierno fue inmediata y brutal. En una semana se activó una maquinaria de criminalización que incluyó detenciones arbitrarias, amenazas públicas, campañas de linchamiento en redes, bots desatados y acusaciones tan grotescas como consignar por “tentativa de homicidio” a algunos de los jóvenes detenidos. ¿Su crimen? Mostrar su rostro en una convocatoria. Nombrar el hartazgo.

INTIMIDACIÓN Hoy, con ese precedente, ¿quién no tendría miedo de salir? La asistencia reducida no es un síntoma de debilidad del movimiento, sino la prueba más contundente de que el Estado puede convertir cualquier plaza en un teatro del terror preventivo. Entre policías apostados, vigilancia excesiva y un gobierno dedicado más a intimidar que a escuchar, la marcha fue un recordatorio de que la democracia mexicana tiene respiración asistida.

LEALTADES Mientras tanto, la presidenta replicó el viejo estilo de su tutor político. Igual que López Obrador, cuando el descontento crecía, Sheinbaum respondió no con diálogo, sino con espectáculo: convocó al Zócalo para celebrar los siete años de la llegada de AMLO al poder, una apoteosis hecha para medir fuerza, para confirmar lealtades y para exhibir músculo.

ZÓCALO Ahí sí no habrá miedo. Ahí sí no faltará gente. Ahí sí no habrá vallas, ni retenes, ni intimidación. Habrá acarreados, habrá transporte pagado, habrá recursos públicos, habrá sindicatos obligados, habrá estructura. Habrá un Zócalo limpio, ordenado y con la bandera a toda asta, no por respeto patrio, sino por escenografía. Lo necesario para construir la fantasía de una fuerza invencible ante un país cada vez más fracturado.

BLOQUEO Pero mientras el gobierno se ocupa de llenar plazas a billetazos y de aplastar movilizaciones juveniles, otro México se está moviendo por debajo. Transportistas y campesinos ya convocan a parar carreteras y bloquear accesos en todo el país hasta que sean escuchadas sus demandas. El campo hierve, el transporte truena, la inseguridad desborda todo, pero el régimen prefiere ensayar coreografías masivas en el Zócalo.

NARRATIVA Si algo dejó claro el día de hoy es que el verdadero miedo no está en la calle: está en el poder. Porque cuando un gobierno necesita intimidar para gobernar y acarrear para celebrar, ya perdió la calle, ya perdió la narrativa y empieza a perder el país.

Hasta el lunes

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