POPOL VUH 263

Por Mario Candia

24/11/25

FOSAS México es hoy una fosa abierta. No es metáfora ni exageración retórica: es geografía pura. Basta mirar Jalisco, donde los colectivos encontraron más de 400 bolsas con restos humanos a unos metros del Estadio Akron, esa catedral del futbol que en 2026 recibirá al mundo mientras, bajo el suelo, siguen emergiendo pedazos de un país descuartizado. Y sí: hay que creerles a los colectivos, no al gobierno que les teme porque dicen la verdad. Ellas —las madres, las hermanas, las buscadoras— son las únicas instituciones que aún funcionan en un país donde la justicia dejó de existir.

NECROPOLÍTICA En México no hay estado sin fosas clandestinas. Ninguno. Todos están marcados por la necropolítica del crimen y la negligencia oficial. El mapa de la República es ya una morgue al aire libre donde el termómetro de la descomposición no se mide en homicidios, sino en bolsas negras. Y pese a ello, la presidenta insiste en la misma letanía: que todo es una campaña en su contra, que los medios exageran, que “el pueblo es feliz”. La retórica del autoengaño convertida en política pública.

COLAPSO Todo ocurre mientras hoy, 24 de noviembre, el país amaneció semiparalizado por un paro nacional de campesinos y transportistas. Carreteras cerradas, mercancías detenidas, ciudades incomunicadas. México entero convertido en un grito. Pero el gobierno, encapsulado en su burbuja ideológica, responde como siempre: minimizando, criminalizando, acusando complots imaginarios. La misma receta que usó contra la Generación Z, esos jóvenes nacidos en el México democrático, cansados de la inseguridad, de la corrupción, del cinismo, y que hoy son tratados como enemigos del Estado por exigir un país que no huela a muerte.

RESPUESTA La secretaria de Gobernación salió a decir que los líderes del movimiento “son del PRI, del PAN y del PRD”, como si eso explicara la violencia en las carreteras. Añadió, como advertencia disfrazada de tecnicismo, que algunos tienen carpetas de investigación por bloquear vías. Es la política del miedo, del linchamiento discursivo, de construir enemigos cuando ya no pueden construir soluciones. Qué pequeña secretaria de Gobernación. Qué pequeña presidenta.

¿DIALOGO? Y luego, su gran orgullo burocrático: que han tenido 316 reuniones con transportistas y campesinos en esta administración, más de 200 solo en las últimas semanas. Pero si tras más de trescientas reuniones la extorsión sigue, los operadores siguen siendo asesinados, el crimen controla rutas completas y el país está hoy paralizado, entonces esas reuniones valen lo mismo que un acta sin firma: nada. Son mesas para la foto, no para la solución.

ZÓCALO La impunidad, la corrupción y la inseguridad han logrado lo que parecía imposible: unir al campo, al transporte y a los jóvenes urbanos en una sola narrativa de hartazgo. Y mientras tanto, el gobierno prepara el escenario para su gran acto de poder simbólico: el festejo del 6 de diciembre en el Zócalo, aniversario de la llegada de López Obrador al poder, convertido en ritual de masas y liturgia pagana del oficialismo. Acarreados, camiones, tortas, la bandera izada, el Zócalo sin vallas. Un país paralizado, pero un mitin impecable.

WHAT IF Quizá entonces los transportistas deberían plantarse otra vez el sábado 6. No permitir el acceso a la Ciudad de México. Bloquear la entrada de los miles de acarreados. Que el gobierno pruebe un día sin su escenografía de obediencia. Que la misma maquinaria que presume “felicidad popular” sienta el vacío que ha sembrado. Porque mientras no se escuche a quienes buscan a sus muertos, mientras se niegue lo evidente —que México es una fosa—, este país seguirá enterrando cuerpos y verdades… aunque en la superficie, en 2026, haya fiesta mundialista.

Hasta mañana.

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