Por Mario Candia
15/12/25
ANTICORRUPCIÓN En San Luis Potosí la lucha contra la corrupción se ha convertido en una parodia institucional. No se combate al saqueador: se le condecora. No se sanciona al defraudador: se le recicla. El reciente nombramiento de Fabián Espinosa Díaz de León en un órgano anticorrupción no es un error administrativo; es una declaración de principios. O, peor aún, de ausencia de ellos.
AMNESIA SELECTIVA Hablar de Espinosa como “combatiente contra la corrupción” exige una amnesia selectiva que raya en el cinismo. Para algunos, su nombre es apenas una ficha curricular. Para otros es memoria viva de un fraude que nunca fue reparado. A principios de los años noventa fundó un proyecto radiofónico ambicioso, Sistemas Informativos del Centro, un noticiario que se enlazaba con estaciones del interior del estado para construir, en papel, una cobertura estatal. La promesa era periodística; la práctica, profundamente miserable.
SIC Ahí hice mi servicio social. Ahí trabajaron conductores como Jesús Pereda y Elvia Luna. Ahí varios reporteros sostuvieron con su trabajo un proyecto que no les pagó. Seis meses —y más— de salarios retenidos, excusas interminables, una quiebra declarada de manera unilateral y un abandono absoluto de responsabilidades. Nadie cobró. Nadie fue indemnizado. Ninguna demanda prosperó. En aquellos años, Espinosa era un intocable, protegido por el músculo político de la época, arropado por los Macabeos, blindado contra cualquier consecuencia legal. Ese fue su verdadero posgrado: la impunidad.
PRIVILEGIOS Su mayor peso político llegó durante el gobierno de Fernando Silva Nieto. Diputado local entre 1997 y 2000; posteriormente acomodado, del 2000 al 2003, en la Comisión Estatal del Agua. No por talento técnico ni por visión pública, sino —según se decía dentro de la propia dependencia— porque ahí “haría menos daño”. A los trabajadores se les pedía paciencia, prudencia, resignación. “Llévensela tranquila con él”, decían, “porque está loco”. Así se administra el desastre en San Luis: no se corrige, se aísla.
ÉTICA Hoy, ese mismo personaje es presentado como referente ético. Como si la corrupción fuera un traje que se quita con el paso del tiempo y no una forma de vida. Como si defraudar trabajadores, abusar del poder y sobrevivir gracias a padrinazgos no fuera, precisamente, la definición más cruda de corrupción estructural.
SISTEMA El problema no es solo Fabián Espinosa. El problema es el sistema que lo absuelve, lo recicla y lo premia. Un sistema donde la anticorrupción se usa como coartada, no como convicción; como disfraz, no como principio. Un sistema que confunde experiencia con prontuario y trayectoria con historial de impunidad. En San Luis Potosí, la anticorrupción consiste en esto: poner al zorro a cuidar el gallinero y luego aplaudirle la honestidad. Y todavía preguntarse por qué nada cambia.
Hasta mañana.