El RADAR
Por Jesús Aguilar
A lo largo de la historia, pensadores de las ciencias políticas han reflexionado profundamente sobre las cualidades que debe poseer un líder político para ser considerado legítimo y progresista.
Desde Maquiavelo hasta Max Weber, pasando por John Stuart Mill y Antonio Gramsci, estas reflexiones se centran en la capacidad de combinar principios éticos, pragmatismo político y una visión transformadora de la sociedad.
Ayer Verónica Rodríguez se reeligió como la primera mujer líderesa del PAN en el estado con más del 64% de los votos, con el reclamo de la candidata perdedora Lidia Argüello y la esperanza de que el partido no termine de disminuir en potencia y presencia electoral
¿Es Verónica Rodríguez un liderazgo legítimo?
Max Weber distingue tres tipos de legitimidad en el liderazgo: tradicional, carismática y legal-racional. Un líder legítimo en un partido político moderno debe fundamentarse principalmente en la legitimidad legal-racional, es decir, en el respeto a las instituciones, las leyes y los procedimientos democráticos.
Sin embargo, para Weber, el carisma también es crucial: un líder debe inspirar confianza y entusiasmo en sus seguidores, proyectando una visión que conecte con las necesidades del momento histórico.
La legitimidad surge no solo del marco institucional, sino de la capacidad de representar auténticamente los intereses y valores del pueblo.
Verónica Rodríguez nació políticamente dentro de la corriente que fenece en el PAN, el Azuarismo, y rompió hace no mucho tiempo con esta condición, logró una alianza con el liderazgo (externo al PAN) de Enrique Galindo, lo que le generó los votos y el énfasis necesario para poder mostrar distancia real y no solo un berrinche emocional de rompimiento. Hoy en el Senado es la última esperanza de tener una voz válida en el bloque opositor real del país y según sus propias palabras en el previo a la elección.
Es una mujer preparada y con grandes capacidades como oradora, sin embargo no ha podido transitar hacia el liderazgo real encontrando un punto real de conexión masiva. Su campaña al Senado fue más producto de una negociación que al de un handicap positivo a razón de su personalidad política.
Maquiavelo sostiene que un líder debe combinar virtúd (habilidad y determinación) con fortuna (aprovechar las oportunidades). Para un líder progresista, esto implica encontrar el equilibrio entre la promoción de ideales transformadores y la gestión eficaz de los desafíos prácticos del poder. Un verdadero líder no debe temer tomar decisiones difíciles, pero siempre con el objetivo de beneficiar al bien común. Según Maquiavelo, la política no es simplemente un ejercicio de ética, sino de resultados; por lo tanto, el líder debe demostrar capacidad estratégica sin perder el compromiso con los valores de justicia y equidad.
“Hoy el panismo de San Luis Potosí será libre, hoy vamos a liberar al PAN del peor cacicazgo que hemos tenido en mucho tiempo y eso es lo que nos tiene muy contentos y muy felices”. Afirmó Verónica antes de arrancar con el proceso que validó su reelección. Lo debe sostener con una firmeza y construcción personal nueva, Verónica no podrá se tomada en serio fuera del PAN si no lo hace.
Un líder progresista, según el pensamiento liberal de Mill, debe priorizar la ampliación de las libertades individuales y colectivas, promoviendo políticas que reduzcan las desigualdades económicas y sociales. Resaltar la importancia de la educación como herramienta de emancipación: un buen líder no solo gestiona, sino que también educa y capacita a la ciudadanía para que participe activamente en los procesos democráticos. Un liderazgo progresista se mide por su capacidad de promover políticas que garanticen igualdad de oportunidades y un desarrollo sostenible.
Verónica Rodríguez tendría que asumir su responsabilidad como una verdadera lideresa en la toma de conciencia colectiva, no solo desde su escaño en el Senado, sino también en el sentido práctico, señalar y confrontar de manera real y no simulada a sus adversarios políticos, sensible y práctica en la construcción de ser una voz que rompa el silencio de la casi inexistente oposición en San Luis.
Para Gramsci, un líder político progresista debe ser capaz de construir una nueva “hegemonía cultural”, es decir, una narrativa que transforme la forma en que las personas entienden el mundo y sus relaciones sociales. Esto implica articular un proyecto político inclusivo que sume a diversos sectores de la sociedad en torno a un objetivo común. Un líder no solo lucha por el poder político, sino también por el poder cultural e ideológico, fomentando un cambio profundo en las estructuras de pensamiento y comportamiento social.
Verónica Rodríguez no solo debe ser la mujer que en política haga la diferencia, debe rescatar al PAN de su secuestro reciente, debe abrir el partido en San Luis a una nueva era donde se aprovechen condiciones únicas (como ser la principal fuerza en la capital y haber logrado con Galindo una histórica primera reelección), además de conectar desde la empatía natural con la gente que ya no se conforma con ser un número de los padrones de asistencia social sin mayores pespectivas.