¿Debería Reino Unido permanecer como miembro de la Unión Europea?”. Esa es la pregunta a la que deberán responder los británicos, con un sí o un no, en el referéndum que se celebrará antes del final de 2017. El Gobierno de David Cameron ha aceptado la sugerencia de la Comisión Electoral, organismo que regula las elecciones y plebiscitos. Esta consideró que la propuesta preferida por el Partido Conservador –”¿Piensa usted que Reino Unido debería ser miembro de la Unión Europea?”– era más confusa, y podía llevar a algunos votantes a pensar que este país no es actualmente miembro de la UE.
De esta manera, los partidarios del statu quo harán campaña por el sí, mientras que los defensores de salir de la UE lucharán por el no. Sucede al revés que en el referéndum por la independencia de Escocia, celebrado el año pasado, donde los partidarios del statu quo (permanecer en Reino Unido) estaban en el lado del no.
El proyecto de ley para el referéndum empieza hoy su tramitación parlamentaria, en la que se establecerán el calendario de la convocatoria. Esta mañana, el ministro de Exteriores, Philip Hammond, ha advertido en una entrevista en la BBC que “no se ha descartado” celebrar el referéndum el año que viene, pero que “lo importante es hacerlo bien y no hacerlo rápido”. El Gobierno, ha advertido el jefe del Foreign Office, “está en manos de nuestras contrapartes en la Unión Europea”.
David Cameron emprende hoy suviaje relámpago de tres días por cuatro capitales europeas. Llegará este mediodía a la La Haya para entrevistarse con el jefe del Gobierno holandés, Mark Rutte, y posteriormente viajará a Francia para cenar con el presidente Francois Hollande. El viernes conversará en Varsovia con la primera ministra polaca, Ewa Kopacz, y más tarde se reunirá en Berlín con la canciller Angela Merkel. La visita prevista a Copenhague se canceló a última hora, después de que la primera ministra danesa, Helle Thorning-Schmidt, convocara elecciones anticipadas para el 18 de junio.
La intención de Cameron “es hablar durante los próximos días en persona o por teléfono con los otros 27 miembros” de la Unión Europea, antes del Consejo Europeo que se celebrará los 25 y 26 de junio en Bruselas.
Esta semana, antes incluso del discurso de la reina que abrió ayer el curso parlamentario, se supo que el derecho al sufragio en el referéndum será el mismo que en las elecciones generales, y no el de las locales o europeas. Podrán votar los británicos mayores de 18 años, los ciudadanos irlandeses y de la Commonwealth residentes en Reino Unido, y los británicos que viven en el extranjero desde hace menos de 15 años. También los miembros de la Cámara de los Lores y los ciudadanos de la Commonwealth residentes en Gibraltar, que no pueden votar en las generales. No podrán votar los británicos que lleven más de 15 años en el extranjero. Tampoco los ciudadanos de la UE residentes en Reino Unido, que sí pudieron votar en el referéndum de independencia de Escocia celebrado el año pasado. Ni, como pedían los laboristas y nacionalistas escoceses, los británicos de 16 y 17 años.
El camino hacia el referéndum está ya libre de obstáculos internos, después de que los laboristas, que se opusieron antes y durante la campaña electoral a la celebración del referéndum, anunciaran este fin de semana que finalmente votarán a favor de su celebración.
Cameron se comprometió en su programa electoral a renegociar con el resto de Estados miembros los términos de la relación de Reino Unido con la UE y, una vez alcanzados un acuerdo, someter a referéndum en su país la permanencia en el club bajo esas nuevas condiciones.
El primer ministro no ha especificado una lista de cambios que pretende obtener, pero de diferentes discursos y artículos de prensa se deducen, al menos, estas peticiones: impedir que los inmigrantes europeos desempleados en Reino Unido obtengan prestaciones sociales y obligar a los que estén trabajando a esperar cuatro años antes de poder solicitarlos; reconocer a los parlamentos nacionales más poderes para vetar legislaciones europeas; asegurarse de que los miembros que no pertenecen a la eurozona, como es el caso de Reino Unido, estén protegidos frente a eventuales alteraciones del mercado común por parte de los países de la eurozona; derecho de Reino Unido a descolgarse del principio, presente en los tratados, de “una unión cada vez más estrecha entre los pueblos europeos”.
El pasado fin de semana, el vespertino francés Le Monde publicaba que Hollande y Merkel han acordado que las reformas en la eurozona deberán realizarse bajo el amparo de los tratados vigentes. La decisión supone una advertencia a Cameron de que tendrá muy difícil conseguir el cambio en los tratados que ha solicitado. Se estudian ya otras fórmulas como un protocolo que pueda anexarse a futuras revisiones de tratados o adhesiones de nuevos miembros.
Fuente: El País