Prisión preventiva oficiosa, el engaño del miedo

“El miedo es un arma poderosísima. Si usted amenaza a la gente con que los va a degollar, luego no los degüella, pero los explota, los engancha a un carro, los azota, y dicen bueno por lo menos, se dice eso que es tan grave, de virgencita que me quede como estoy.”

José Luis Sampedro

 

Todavía no se ha secado la tinta con la que el pasado miércoles se impuso desde el Congreso Federal la reforma para crear la Guardia Nacional, una modificación oprobiosa que pone en riesgo los derechos y libertades de quienes vivimos en México; cuando ya se encuentra sobre la mesa la intención de ampliar el catálogo de delitos con posibilidades de prisión preventiva oficiosa en el artículo 19 de la Constitución.

Esta propuesta no es novedosa como no lo es el populismo penal ni el ánimo de retroceder ante el cambio de sistema penal que se produjo en el año 2008 precisamente a partir de las reiteradas violaciones a derechos humanos contra probables indiciados, de prácticas ilícitas en la producción de la prueba, de acciones de tortura y acusaciones sin sustento que sumadas a las formas procedimentales del sistema tradicional rígido e inquisitivo aumentaban la posibilidad de tener inocentes presos, de utilizar el poder punitivo del Estado para acallar al disidente, de no garantizar el acceso a la justicia y de permitir la impunidad.

El sistema penal acusatorio que actualmente rige el actuar del Ministerio Público se sustenta en un conjunto de ideas propias del Garantismo penal, mismas que han adoptado los estados democráticos y de derecho, esto es, en aquellos países que utilizan esta herramienta la más violenta de todas como último recurso. Algunos principios de esta teoría indican que no hay pena sin crimen, que no hay crimen sin ley previa, ni ley sin necesidad, cada uno de estos postulados se encuentran dentro de distintos cuerpos constitucionales precisamente para limitar el poder penal y evitar que sea empleado contra la población, justo como pretende este régimen con la reforma del artículo 19 que no es necesaria pero sí sumamente peligrosa.

El artículo 19 constitucional ya indica que el juez ordenará la prisión preventiva oficiosa para los casos de delincuencia organizada, homicidio doloso, violación, secuestro, trata de personas, delitos cometidos con medios violentos como armas y explosivos, así como delitos graves que determine la ley en contra de la seguridad de la nación, el libre desarrollo de la personalidad y de la salud, lo que para algunos actores es insuficiente como ha señalado por ejemplo la Procuradora de Justicia de Ciudad de México Ernestina Godoy quien resume esta “necesidad” como algo indispensable para el beneficio de la sociedad sin alcanzar a explicar el por qué.

Difícilmente hay razonamiento posible que pueda interponer un penalista sabiendo que el mismo artículo 19 también señala que el Ministerio Público tiene la posibilidad de solicitar esta figura para cualquier otro delito cuando a según las circunstancias del caso considere que otras medidas no son suficientes para garantizar la comparecencia del imputado en el juicio, el desarrollo de la investigación, la protección de la víctima, de los testigos o de la comunidad, así como cuando el imputado esté siendo procesado o haya sido sentenciado previamente por la comisión de un delito doloso.

Entonces lo que se tiene que hacer como en otros temas relacionados al derecho penal y su aplicación, no es modificar la ley ni simular que lo que se propone es para proteger mejor a las personas, ni mucho menos utilizar el miedo y la situación de inseguridad en la que nos encontramos para vender reformas sin sentido, sino preparar a los operadores del sistema penal para producir casos con calidad argumentativa, lo suficientemente fuertes como para legitimar el uso de esta medida cuando sea verdaderamente necesario, no en balde la prisión preventiva oficiosa es un atavismo que se quedó del sistema tradicional al igual que el arraigo.

Finalmente no hay que olvidar que nos criamos en un sistema penal que no era corrupto por sí mismo sino mal llevado, pero que nosotros mismos seguimos creyendo que la justicia es igual a la cárcel y que se nos protege más si hay más delitos, porque no es la primera vez que nos dejamos llevar por el miedo, que clamamos venganza cuando la ley nunca tuvo esa finalidad, que nos estamos dejando llevar como cualquier tumulto en su tiempo pedía la cabeza, la tortura o las galeras. Cediendo al miedo que nos venden estamos entregando nuestra libertad. A más ver.

 

Claudia Almaguer

Twitter: @Almagzur

 

 

 

 

 

 

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