Letras Económicas
Por José Claudio Ortiz
Cuando hablamos de productividad laboral, muchos piensan en algo abstracto o demasiado técnico. Pero en realidad, es un tema que nos afecta a todos. La productividad no es más que una medida de cuánto logramos hacer con el tiempo y los recursos que tenemos. En otras palabras, es la capacidad de trabajar mejor, no trabajar más. Y si hay algo que define a México en este ámbito, es su desempeño mixto: momentos de brillo, pero también grandes desafíos.
En los últimos años, México ha mostrado avances interesantes en comparación con otros países de América Latina. Sin embargo, la pregunta que todos deberíamos hacernos es: ¿por qué no estamos aprovechando todo nuestro potencial?
Un vistazo al pasado y presente
Si retrocedemos al año 2000, México ya destacaba por encima del promedio regional en términos de productividad laboral. Durante casi dos décadas, logró mantenerse como uno de los países más productivos de la región, alcanzando su punto máximo en 2017. Pero aquí viene el problema: desde entonces, hemos estado retrocediendo. Para 2022, nuestra productividad laboral estaba un 9% por debajo de ese nivel máximo. Es como si hubiéramos subido una montaña emocionados, pero ahora estuviéramos bajando sin entender muy bien por qué.
Y si comparamos con otros países, la brecha se hace aún más evidente. Por ejemplo, en 2022, un trabajador mexicano generó alrededor de USD 32 por hora trabajada, mientras que en Estados Unidos esa cifra fue de USD 87.2. Claramente, estamos lejos de competir con economías más desarrolladas. Pero incluso frente a países latinoamericanos como Colombia y Brasil, donde la productividad creció un 1.9% y 1.2% anual respectivamente entre 2002 y 2016, México ha quedado rezagado.
Los retos que enfrentamos
¿Por qué no avanzamos más rápido? Aquí entran en juego varios factores clave. Uno de ellos son las enormes disparidades regionales dentro del país. Imagina esto: en Campeche, un trabajador puede ser hasta 10 veces más productivo que otro en Chiapas. Esta diferencia no solo refleja problemas económicos, sino también sociales y educativos. Además, si miramos el mapa de México, queda claro que el norte y el centro del país tienen niveles de productividad mucho más altos que el sur. Esto no solo afecta a las personas, sino también al desarrollo general del país.
Otro reto importante está relacionado con los sectores económicos. Mientras que actividades primarias (como la agricultura) y terciarias (servicios) han mostrado un crecimiento en productividad, el sector secundario (industria manufacturera, construcción, etc.) ha ido a la baja. Este desequilibrio sectorial complica las cosas porque limita nuestra capacidad para diversificar y fortalecer la economía.
¿Qué podemos hacer?
Aunque el panorama pueda parecer complicado, no todo está perdido. De hecho, existen varias estrategias que podrían marcar una gran diferencia. Lo mejor es que algunas de ellas dependen de decisiones que tanto empresas como gobiernos pueden tomar hoy mismo.
1. Adoptar tecnología de forma inteligente
El uso de herramientas tecnológicas modernas puede transformar la manera en que trabajamos. la tecnología puede aumentar la eficiencia. No se trata de reemplazar a las personas, sino de darles la capacitación y/o las herramientas adecuadas para que rindan más.
2. Establecer objetivos claros
Aquí entra en juego una metodología llamada OKRs (Objetivos y Resultados Clave). Básicamente, se trata de definir metas específicas y medibles que alineen los esfuerzos de todos en una organización. Cuando cada persona sabe exactamente qué se espera de ella, es más fácil trabajar en equipo y obtener resultados tangibles.
3. Crear espacios de trabajo inspiradores
¿Alguna vez has trabajado en un lugar incómodo o poco iluminado? Seguro que tu rendimiento no fue el mejor. Fomentar ambientes laborales ergonómicos, con áreas de descanso adecuadas y elementos naturales, puede mejorar tanto la productividad como el bienestar de los empleados. Un espacio donde te sientas cómodo es clave para dar lo mejor de ti.
4. Invertir en capacitación
No basta con contratar buenos empleados; también hay que invertir en ellos. Programas de formación continua no solo mejoran las habilidades técnicas, sino que también motivan a las personas. Un empleado que siente que está creciendo profesionalmente será siempre más comprometido.
5. Flexibilidad horaria
Trabajar menos horas no significa producir menos. De hecho, estudios demuestran que horarios flexibles y políticas de conciliación laboral pueden aumentar la satisfacción y, por ende, la productividad. Permitir que las personas adapten sus jornadas a sus necesidades personales es una apuesta ganadora.
6. Eliminar tareas innecesarias
Muchas veces, perdemos tiempo en actividades que simplemente no aportan valor. Identificar y eliminar estas tareas redundantes puede optimizar los flujos de trabajo y liberar tiempo para actividades realmente importantes.
7. Fomentar el trabajo en equipo
Nadie trabaja en una isla. Promover un ambiente colaborativo no solo mejora la resolución de problemas, sino que también fortalece el clima organizacional. Cuando las personas se sienten parte de un equipo, su motivación crece exponencialmente.
8. Reconocer y premiar el esfuerzo
Finalmente, nunca subestimes el poder del reconocimiento. Implementar programas que valoren el trabajo de los empleados y ofrezcan beneficios personalizados puede aumentar su compromiso y, por ende, su productividad.
El futuro está en nuestras manos
México tiene todo el potencial para convertirse en un líder en productividad laboral en América Latina. Pero para lograrlo, necesitamos abordar los desafíos estructurales que nos frenan y apostar por estrategias innovadoras. Desde la adopción de tecnología hasta la creación de espacios laborales inspiradores, cada paso cuenta.
Lo cierto es que la productividad no es solo un número en un informe económico. Es una oportunidad para mejorar la calidad de vida de millones de personas. Si trabajamos juntos —gobierno, empresas y ciudadanos— podemos construir un futuro más próspero y equitativo. Y eso, sin duda, vale la pena.
Así que la próxima vez que escuches hablar de productividad laboral, no pienses solo en gráficas o estadísticas. Piensa en ti, en tus compañeros de trabajo y en cómo pequeños cambios pueden tener un impacto enorme. Porque, al final del día, todos queremos trabajar mejor, no más.
Deseo que tengas un feliz miércoles y te espero la próxima semana
@jclaudioortiz