El universo encierra cientos de misterios. Algunos seguramente nunca serán resueltos, y otros tomarán décadas de investigación para encontrar una respuesta o al menos una pista de su solución. Con tantas cosas por saber, aprender y descubrir me gustaría que algún investigador hiciera un espacio en su apretada agenda para tratar temas del diario, preocupaciones del ciudadano de a pie. A mi me parecen importantes, espero que a ti también.
El primer tema de investigación consiste en lo siguiente: cuando voy a algún supermercado o centro comercial me pregunto por qué a los comerciantes les encanta utilizar el “ya merito” para fijar sus precios: ¿Por qué venden algo en $99 y no en $100? ¿Qué ganan marcando algo en $999.90? ¿Por qué no de una vez cobrar $1,000? ¿Cual es el objetivo? Mi limitado sentido común (muuuuy limitado según mi compañera de vida) me dice que tener precios cerrados ($10, $50, etc.) tiene beneficios: se simplifican las transacciones, la logística para tener “cambio” o “vuelto” es más simple, puedes llevar fácilmente la cuenta mental de tus compras, etc. Es más, se gasta menos tinta en escribir unos y ceros que nueves. Entonces, ¿por qué lo hacen? (Música de fondo misteriosa y profunda, tipo Jaime Maussan cuando afirma que ya mero vienen, que ya mero llegan, que ya están aquí).
El segundo tema que propongo tiene que ver con los procesos mentales femeninos. Estoy convencido que hay una barrera mental para la comprensión del sistema monetario en la mente de las mujeres. Un par de ejemplos: desde que estaba en primaria entendí perfectamente el concepto de “redondear”, al igual que todos los niños que han circulado por el Sistema Educativo Mexicano. Es de todos sabido si tienes 6.5 o más en el examen “sube” a 7. Por el contrario, 6.4 y menor “baja” a 6. Obviamente una décima podía representar la gran diferencia el día que llevabas la boleta a la casa, y por eso la perseguías a como diera lugar. Es un sistema simple, sencillo y práctico: 8.7 “sube” a 9, 8.3 “baja” a 8 y así sucesivamente. Lo curioso es que este método no logra fijarse en la corteza cerebral femenina. De pronto ven unos zapatos que cuestan $1,499 y te dicen “están a muy buen precio, cuestan como $1,400” ¡Zas! ¿Se fijan? Es curiosísimo. Otro ejemplo es cuándo te dicen: “¿Me prestas dinero?” Y resulta que “prestar” para ti implica que va a regresar, pero aparentemente esa palabra significa “donar” para las mujeres, especialmente si pertenece a tu familia. Rarísimo el caso. (Otra vez fondo musical).
Espero que algún día alguna dependencia de investigación nos brinde luz ante estos temas tan escabrosos. Salud.
La nota musical:
Una canción compuesta con un propósito pedagógico, precisamente para explicar el tema del redondeo. El autor no supo ni cómo ni a que hora tan noble fin se desvió para terminar siendo una canción sin sentido, de alto contenido bailable y que se te queda pegada por horas y horas aunque la trates de olvidar.
Yo tengo una bolita que me sube y me baja
¡ay! que me sube y me baja
Yo tengo una bolita que me sube y me baja
¡ay! que me sube y me baja
Sube, sube, sube que sube ¡Ay, ay, ay!
Sube la bolita y sube la bolita ¡Ay, ay, ay!
Me sube, me sube, me sube y me sube ¡Ay, ay, ay!
Sube la bolita y sube la bolita.
“Banana”, Garibaldi, Álbum: Que te la pongo, 1990
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