La remodelación del parque Tangamanga I no alcanzó para eliminar el riesgo que diariamente enfrentan automovilistas que transitan por el puente de la avenida Salvador Nava Martínez que cruza frente al centro recreativo, paso vehicular que lleva un tiempo desprovisto de barreras de contención que eviten accidentes fatales, además de que uno de sus bordes de concreto está dañado por un accidente.
Este descuido es visible únicamente en el cuerpo sur del puente, es decir, a un lado de los carriles de circulación que van de poniente a oriente.
El lado contrario, en sentido oriente – poniente, cuenta con todas sus protecciones.
En la parte más elevada del puente, sobrevive un endeble barandal de concreto pintado de blanco, el cual, de hecho, muestra visibles daños ocasionados por una colisión reciente de algún automotor, como aviso de que, en esa cresta, los accidentes sí pueden suceder.
A ambos lados de este barandal, por espacio de 50 metros por lo menos, el borde de la Salvador Nava carece de guarnición, barandal o cualquier otro tipo de contención que permita mantener los vehículos dentro de la vialidad en caso de un choque.
En su punto más alto, la caída de un conductor o conductora sería de unos cinco o seis metros hasta el fondo, a una zona de paso constante de peatones y de otros automovilistas, así como de ciclistas que aciden al recién remodelado Tangamanga I.
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