¿QUIÉN DEMONIOS DEFIENDE A LA UNI?

El Radar

Por Jesús Aguilar

En los pasillos de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí se respira preocupación. No se trata solo de cifras en rojo, de deudas millonarias o de un presupuesto insuficiente: se trata de la sobrevivencia misma de la máxima casa de estudios, de su capacidad para seguir siendo el motor académico, científico y cultural que ha sostenido a generaciones enteras de potosinos. 

El propio rector, Alejandro Zermeño, lo ha dicho con claridad: el funcionamiento de la institución está gravemente comprometido si el gobierno estatal no salda sus obligaciones.

Este es el momento en que la comunidad universitaria —estudiantes, docentes, administrativos y directivos— debería levantar la voz con unidad y dignidad. No se trata de un gesto de confrontación, sino de responsabilidad. La UASLP no pide privilegios; exige lo que le corresponde por derecho y por ley: recursos que le corresponden para cumplir con su misión educativa. 

¿Cómo se puede hablar de desarrollo estatal si el semillero de profesionales y científicos es dejado en la incertidumbre financiera?

Los universitarios deben sentirse motivados no solo por la defensa de un presupuesto, sino por la defensa de su propio futuro. Cada estudiante debe comprender que la estabilidad de la Universidad significa becas, infraestructura, investigación, empleabilidad y oportunidades. Cada profesor y cada trabajador administrativo debe reconocer que su voz es vital para exigir respeto y condiciones dignas que garanticen la continuidad académica. Y el rector tiene la tarea histórica de encabezar con firmeza, pero también con visión estratégica, un movimiento que convoque al diálogo y que exija acuerdos claros, transparentes y duraderos.

Al gobierno estatal le toca escuchar sin sordera política. Revalorar a la UASLP no es un acto de cortesía; es una obligación con la sociedad potosina. Una universidad debilitada es un Estado más frágil, más dependiente, más pobre en sus ideas. Lo contrario también es cierto: una universidad fuerte y respetada potencia la vida cultural, económica y social de todo San Luis Potosí.

Este llamado es, pues, a la acción organizada, a la movilización con inteligencia, al diálogo firme y a la búsqueda de compromisos sólidos. Ya no caben los paliativos ni los discursos que se lleva el viento. Hoy se requiere una relación nueva entre la Universidad y el gobierno: respetuosa, transparente y adecuada a la grandeza de la institución.

EL LLAMADO: MOTIVACIÓN, DIÁLOGO INTELIGENTE Y EXIGENCIA CON PROPÓSITO

Para el estudiantado:
No basta con la indignación individual. Se requiere movilización clara y estratégica, respaldada por conocimiento y liderazgo estudiantil fortalecido. Aun ignorando los detalles, los estudiantes ya sienten que “es su responsabilidad exigir” —ahora deben articular propuestas, canales de diálogo y visibilidad pública.Sin miedo, sin facciones, hay una sola Univer

Para el cuerpo docente y administrativos:
Su papel es clave en la legitimización interna y externa del movimiento. Pueden aportar análisis, difundir datos como los de Zermeño o Sánchez Valdés, y formar parte de comités de enlace que promuevan diálogo con coherencia y argumentos sólidos.

Para el Rectorado:
Alejandro Zermeño debe asumir esta coyuntura como el momento decisivo para liderar un frente común. Enmendar los tiempos de silencio y connivencia. Su convicción de que “se logran más con diálogo que con presión” es un punto de partida valioso, pero es momento de combinarlo con exigencias delimitadas, plazos claros y, si es necesario, movilizaciones simbólicas —campus cerrados, conferencias, marchas— para reforzar el diálogo.

Para el gobierno estatal:
La UASLP es más que una institución: es motor de desarrollo regional. No responder eficazmente compromete su vocación de igualdad, equidad y empoderamiento social. Se requiere un acuerdo renovado: no más goteo de recursos, no más promesas incumplidas. La corresponsabilidad debe ser real y concreta.

Porque la UASLP no es un actor más: es la conciencia crítica, la cantera profesional y el corazón del futuro potosino. Y no puede ni debe ser condenada a la asfixia presupuestal por falta de visión o voluntad política.

Tiempo extra: Rodrigo Lecuortois, titular del Instituto de Fiscalización deberá empezar a pensar en cuánto tiempo se le va a desfondar finalmente la bolsa de plástico, seguro una de la Chalita, en el que anda cargando la ignominia de su sometimiento.

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