Quiso FCH poner control a gobernadores

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Felipe Calderón se levantó temprano, como acostumbraba, para hacer un poco de ejercicio en las inmediaciones del Bosque de Chapultepec, cerca de Los Pinos. Recibió reportes de la situación en el país y desayunó en familia. A las 11 de la mañana, los secretarios del gabinete de seguridad —Marina, Defensa, Seguridad Pública y PGR, encabezados por Gobernación— se reunieron con el presidente de la República para un primer corte. Las entidades más preocupantes por los altos índices de inseguridad y las amenazas del narcotráfico eran monitoreadas directamente por el Ejército y la Marina. Tamaulipas era una de ellas. Solo, Calderón se quedó largo rato en su despacho.Rocky y Laster, sus perros consentidos, paseaban por los jardines sin asustar, como era su costumbre, a los funcionarios a quienes de pronto se les aparecían entrando por las ventanas volando. A la una de la tarde pasó por su esposa al hospital del Estado Mayor Presidencial, justo enfrente de la escuela donde votaron acompañados de sus hijos. Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública, monitoreando desde su búnker en Plataforma México. El general Guillermo Galván, desde sus oficinas en la Secretaría de la Defensa Nacional. El almirante Mariano Francisco Saynez, en la Marina. Todos atentos desde la capital del país. Pero Calderón ideó una estrategia desde semanas antes del día de la elección —que hoy cumple un año—, para tratar de controlar a los gobernadores en la jornada electoral, o al menos saber qué hacían. Para ello envió a la mayoría de secretarios de Estado a “acompañar” durante todo el día a los gobernadores. La instrucción presidencial era precisa: estar a lado de los mandatarios estatales “por lo que se pudiera ofrecer”, argumentaron en Los Pinos a las oficinas locales. En realidad, Calderón Hinojosa quería dar un mensaje desde la Presidencia de la República de que estaría atento a irregularidades. Según fuentes consultadas, Calderón dijo a los gobernadores que contar con un enviado personal suyo significaría tener un contacto de primera mano por cualquier eventualidad. No todos los gobernadores recibieron con agrado la solicitud presidencial. Sintieron una intromisión y algunos les cerraron las puertas. Por ejemplo, Ivonne Ortega, entonces gobernadora de Yucatán y actual secretaria general del PRI, ignoró la presencia de Bernardo de la Garza, quien era titular de la Comisión Nacional del Deporte (Conade). De la Garza se la pasó en su hotel en Mérida y hasta las seis de la tarde pudo hablar con Ortega Pacheco. La gobernadora tuvo una relación ríspida con Calderón Hinojosa. El 25 de febrero de 2010, Ortega Pacheco estaba molesta porque no fue informada de una gira de Calderón para ampliar el programa Oportunidades. El jefe del Ejecutivo federal llegó al aeropuerto de Mérida en el avión presidencial, pero no Ortega, quien hizo esperar a Calderón unos minutos en el hangar. Luego dialogarían en privado 40 minutos, lo que atrasó el acto oficial por más de una hora. Por eso no sorprendió el desaire a Bernardo de la Garza. A Bruno Ferrari, secretario de Economía, le encomendaron estar a lado de Rodrigo Medina, gobernador de Nuevo León. El mandatario priísta no tuvo reparos para recibirlo. Incluso, Ferrari era de los más contentos con su encomienda. “¿Ya les llamó el jefe? ¿Cómo va el velorio?”, preguntó por la red que armaron vía Blackberry. “A ver quién es el primero que va a regañar jajajajajaja”, les decía Ferrari. A José Ángel Córdova, secretario de Educación Pública, lo enviaron a Michoacán, con Fausto Vallejo. A Morelos, con el mandatario panista Marco Antonio Adame, mandaron a Jesús Galván, director de Liconsa. Salomón Chertorivsky, secretario de Salud, relata que “efectivamente. Nos solicitaron ser enlaces institucionales a algunos de nosotros. Única y exclusivamente para mantener la comunicación, que si hubiera algo, que fue lo que a mí me solicitaron, si hubiera algo en la entidad, que quisieran tener comunicación directa, pudiéramos servir de enlace”. Chertorivsky no fue muy lejos porque le correspondió estar cerca de Marcelo Ebrard, jefe de gobierno del Distrito Federal, pues Calderón sabía de la buena relación que tenía su colaborador con autoridades capitalinas. Hoy, Salomón Chertorivsky es secretario de Desarrollo Económico del gobierno del Distrito Federal, con Miguel Mancera Espinosa. “Yo estuve en contacto un día antes de la elección y un par de veces a lo largo del 1 de julio con Marcelo Ebrard, en el entendido de que todo iba caminando de manera puntual. Nada en términos del sentido de las elecciones mismas, era sólo un tema del desarrollo del proceso más bien del orden civil. Sólo era un vehículo más de comunicación”, recuerda. La sorpresa vino de Chihuahua, Veracruz y Estado de México. Fuentes del primer círculo calderonista relataron que poco antes de las 15:00 horas los enviados a esas tres entidades reportaron un dato que los hizo sobresaltarse. Daniel Karam, director del IMSS, estaba en Toluca. Fue el primero en comunicar al búnker en Gobernación que en el gobierno mexiquense tenían “las encuestas del Cisen”, el organismo de inteligencia del gobierno federal, y que en ellas “el candidato presidencial del PRI va ganando”. Luego, un funcionario de la PGR que estaba responsabilizado de Veracruz, así como su enviado en Chihuahua, reportaron lo mismo, los datos del Cisen en los que la candidata presidencial panista, Josefina Vázquez Mota, estaba siendo derrotada. Cuando le comunicaron los datos a Alejandro Poiré, secretario de Gobernación, estalló. A gritos reclamó a Jaime Domingo López, director del Cisen, la encuesta. No la tenía. Calderón Hinojosa también se enteró. Después confirmarían que los datos allegados a los gobernadores de Veracruz, Estado de México y Chihuahua eran correctos. Los espías resultaron espiados. Las siguientes tres horas fueron de gritos en Los Pinos. Reclamos. Y para confirmarle a la candidata del PAN que había perdido. Ella, a las ocho de la noche, llegaría a la sede del PAN con los ojos hinchados de tanto llorar la derrota. Al día siguiente, a través de Twitter, Calderón expresó: “En la democracia se gana y se pierde por el voto ciudadano. Pero no hay victorias permanentes ni derrotas para siempre”.     http://www.eluniversal.com.mx/notas/933045.html]]>

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