Rafael Márquez, exdefensa y capitán de la Selección Mexicana, inició su rol como auxiliar técnico bajo la dirección de Javier Aguirre con un enfoque observador y colaborativo. En su primer día, Márquez llegó temprano al campo junto con Aguirre y mostró una actitud de aprendizaje al respecto de su nuevo rol.
Durante el entrenamiento, Márquez se dedicó a tareas como mover vallas, solicitar balones y organizar conos, apoyando la logística de la práctica. Su interacción con los otros auxiliares, Toni Amor y Pol Lorente, así como con el propio Aguirre, mostró un deseo claro de integrarse y colaborar en el proceso.
Aunque Márquez no intervino directamente en las decisiones del entrenamiento, se le vio observando atentamente desde un costado del campo. Su actitud analítica reflejó su experiencia pasada como jugador, donde se destacó por su capacidad para leer el juego y coordinar a sus compañeros desde la defensa.
Con su nuevo papel, Márquez busca aprender de Aguirre, a quien considera el mejor entrenador en la historia de México. Este enfoque cuidadoso y observador marca el inicio de una nueva etapa en la carrera de Márquez, que se prepara para aportar su experiencia al equipo.