
Investigaciones sobre el consumo de azúcares en los primeros años de vida a partir de galletas, refrescos, y algunos otros productos, registran que los niños llegan a presentar un IQ menor a los que no consumen, advirtió la maestra Cecilia Torres Yáñez, responsable de Educación Continua en la Facultad de Enfermería y Nutrición (FEN) de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP).
La docente manifestó que el consumo del azúcar tiene muchas vertientes y no se recomienda por la reducción de la predisposición a la obesidad sino también del coeficiente intelectual, y hasta por efectos de formación de caries.
Frente a esa situación, la maestra Cecilia Torres Yáñez sugirió que a los menores de dos años que están llevando la alimentación complementaria no agregar azúcar a sus preparaciones, no ofrecer otro líquido que no sea la lactancia materna, esto en los primeros seis meses de vida; en adelante incluir solo agua y tener siempre alimentos saludables al alcance.
Explicó que en los niños hay cierta predisposición por los dulces de manera natural, aunque al paladar se le entrena: si se le expone de manera constante al consumo de azúcar es probable que de adultos tengan ese patrón. «Se dice que un bebé o un niño de preescolar que recibe azúcar tiene hasta tres veces mayor riesgo de tener obesidad cuando esté en primaria o durante la adolescencia», explicó.
PULSO
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