La verdad y el camino
Por: Aquiles Galán
“La libertad es algo que se tiene y no se tiene a la vez, que se quiere, que se conquista.”- Friedrich Nietzsche
Esa idea simple nos recuerda que el campo no es solo un lugar: es memoria, trabajo y vida. Por eso, cuando las generaciones se renuevan en el campo, no se trata de cambiar un nombre en una lista; se trata de preservar y transformar lo esencial.
El pasado sábado, compañeros de nuestra facultad asumieron liderazgos en la Vanguardia Juvenil de la Confederación Campesina. Fue importante, sí…pero el relevo generacional va más allá del acto. Es el compromiso de trabajar todos los días para que el campo tenga futuro.
¿Por qué importa el relevo? Porque trae impulso, preguntas nuevas y ganas de resultados. Los jóvenes no ven la política como un fin; la ven como herramienta. Y si algo nos distingue es que buscamos gestión de resultados: metas claras, trabajo organizado y la obligación de devolver cuentas a quienes confiaron en nosotros.
Pensémoslo como sembrar: primero elegimos bien la semilla (escuchar a la gente); luego la regamos y cuidamos (trabajar con la comunidad); y al final, cosechamos y comprobamos que hubo fruto (medir avances y rendir cuentas). Tres reglas sencillas que aplicamos y proponemos:
- Escuchar para actuar. Las prioridades vienen de la tierra: agua, acceso a la justicia, apoyo productivo. No imponemos soluciones; partimos de lo que la gente pide.
- Construir con la gente. Los proyectos se hacen con quienes los viven: visitas, asambleas y acuerdos claros. La participación es la base.
- Gestionar resultados. Fijar metas reales, plazos concretos y revisar avances. Si algo no funciona, lo corregimos; si funciona, lo amplificamos.
Un primer ejemplo concreto es nuestro proyecto de clínica jurídica para el campo. No es una promesa hueca, es un proyecto tangible: es asesoría para defender tierras, tramitar derechos y acompañar a familias. Es política en el acto: técnica, cercana y útil. Esa es la forma en que debemos medir el trabajo, no por discursos, sino por lo que cambia la vida de las personas.
No negamos que hay dudas. Ser joven y político hoy es difícil. La desconfianza social hacia la política es real. Mucha gente no cree. Muchos ven en nosotros solamente una pieza electoral más. Se nos percibe, todavía como inexpertos. Esa duda no es mas que un habito arraigado a la sociedad a no tener fe en el cambio.
Los partidos no han cambiado su jugada. Abren espacios juveniles para la foto y el discurso, no para la responsabilidad real. Son plataformas de atracción, no de empoderamiento, el trabajo político sigue siendo, en demasiados casos una retórica. Y mientras tanto, las comunidades esperan soluciones que requieren trabajo persistente, organización y escucha. En el campo, estas carencias se vuelven tragedia, migración, abandono, pérdida de sustentabilidad y no son causas, son consecuencias de un modelo que relega y margina.
Ante esa realidad, decidir tomar un puesto de liderazgo implica duda, implica miedo, implica inocencia. Esa que es virtud cuando no se confunde con ingenuidad. El espíritu es el motor: voluntad, trabajo y coherencia. Los jóvenes que hoy levantamos la mano lo hacemos con la convicción de que la política puede …y debe ser otra cosa: una herramienta para transformar en lugar de reproducir privilegios.
Invitamos a más jóvenes, organizaciones y liderazgos a sumarse con ideas claras y compromiso real: capacitar, transparentar y responsabilizar. El relevo generacional no es un partido o color, es la decisión de gobernar con criterio y corazón por el bien común.
El sábado dimos un paso. Ahora viene la siembra diaria: proyectos, acompañamiento y trabajo constante. Esa es la política que proponemos, sencilla, exigente y con resultados. Hagamos que el campo vuelva a ser futuro y referente de progreso, porque nosotros los jóvenes, lucharemos por ello.
Agradezco a cada joven que decidió sumarse a este proyecto. A quienes, con dudas y convicción, eligieron participar y trabajar. Este camino no se construye solo: se construye en equipo, con ideas distintas y con la voluntad de hacer las cosas bien. En cada uno hay liderazgo, y cuando ese liderazgo se une, puede generar cambios reales. Lo que estamos sembrando hoy es de todos y el futuro que queremos solo será posible si lo construimos juntos.