¿Pedro Castillo actuó en soledad? El intento golpista del expresidente sigue siendo objeto de repudio de la inmensa mayoría de los peruanos. Pero esa decisión ya habría estado en conocimiento de su jefa de Gabinete, Betssy Chávez, quien arengó con insistencia a los demás ministros a tomar parte de un “día histórico”, según sus palabras.
Así lo indican los chats de los grupos de WhatsApp de los ministros de gobierno de esas horas cruciales, a los que tuvieron acceso los medios peruanos, y que revelan un probable conocimiento, sino complicidad, de la segunda persona más poderosa del país sobre el inminente zarpazo contra las instituciones democráticas. Ahora la Justicia deberá explorar el rol de Chávez en el complot.
Esa no iba a ser, como creían los ministros, la jornada donde todos ellos defenderían a Castillo ante el pleno del Congreso, que estaba por votar su destitución. Pero el antiguo maestro de escuela decidió tomar un atajo y no esperar a ver cómo caía la moneda. Decretó la disolución del Parlamento, y, ya que estaba, el cierre de las principales instancias judiciales.
Los ministros estaban convocados para las dos de la tarde. Pero a las 10.46 de la mañana, según revelan los chats difundidos por los diarios El Comercio y La República, entre otros medios, Chávez dio una contraorden: “Señores ministros, apersonarse inmediatamente al PCM”, la sigla de la Presidencia del Consejo de Ministros.
El cambio de planes los tomó por sorpresa, sobre todo a cuatro ministros que ya habían preparado, durante una reunión la tarde anterior, cómo serían sus intervenciones favorables a Castillo frente a los legisladores. Todavía confiaban en ganarse, con buenos argumentos, algunas voluntades, y evitar así que se llegara a la mayoría necesaria para la expulsión del mandatario.
La ministra de Salud, Kelly Portalatino, se disculpó señalando que estaba trabajando. “Premier, me encuentro en la región del Cusco, cumpliendo con los compromisos de nuestro SPR, llego a las 2 de la tarde”, escribió. Pero Chávez no se dejó amilanar. Indiferente a los miles de kilómetros que separan la serrana Cusco de la costeña Lima, la conminó a presentarse de todos modos.
¿Sospechaba acaso una excusa de la titular de Salud o una falta de compromiso? Sus palabras, en todo caso, no fueron precisamente comprensivas con Portalatino: “Entendido, señora ministra. Sin embargo, hoy es un día histórico. Necesitamos estar cohesionados. Unidad”.
Varios ministros pronto entendieron que el “día histórico” no era el debate de la moción de vacancia (destitución) contra Castillo, sino de la disolución del Congreso. Todo lo contrario.
A las 11.48 de la mañana Castillo dio el mensaje golpista, exactamente una hora después del mensaje de la primera ministra. En los minutos siguientes, los ministros del gabinete fueron presentando sus renuncias. “Renunciamos en el acto, lo que han hecho es un delito”, dijo uno.
Chávez más tarde intentó cohesionar a la tropa, o lo que iba quedando de ella, cuando ya comenzaba a trascender su comprometedor llamado de la mañana. “Les pido serenidad porque se actuó dentro de los marcos de la norma”, dijo. Y saludó con “un abrazo fraterno”.
Al parecer lo de Chávez fue todo menos fraternidad, salvo que se tome en el sentido de secta secreta de juramentos de silencio. Pero nadie se quedó callado.
“Lo mínimo es una explicación. ¿Qué pasó? ¿Dónde se determinó esta decisión?, escribió el ministro de Ambiente, Wilbert Rozas. “Estimados colegas, complicada situación. Faltó confianza para discutir el tema y adoptar una decisión colegiada”, dijo a su vez el ministro de Educación, Rosendo Serna.
“¿Por qué todo fue de manera inconsulta? Se debió seguir siempre el camino democrático”, completó el ministro de Trabajo, Alejandro Salas. Es cierto que también hubo fraternidad en el buen sentido. Como dijo el ministro de Vivienda, César Paniagua: “Para mí siempre un honor haber compartido gabinete con cada uno de ustedes”.
El Universal